LA FORTALEZA EN EL SEÑOR

 

LA FORTALEZA EN EL SEÑOR.

2 Timoteo 2:1 Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús.

Hermanos amados, es necesario que, a medida que caminamos con Dios, veamos que en medio de los problemas, las tribulaciones, las angustias y las diversas dificultades por las cuales estemos pasando, en medio de todo esto, el Señor no nos ha abandonado, Él siempre está presto a darnos Su provisión para que estemos fortalecidos en Él.

Muchas veces pensamos que la única manera de estar fortalecidos es no estar en medio de tribulaciones, hemos convertido la fortaleza en un sinónimo de decir: “si no tengo problemas, estoy fortalecido", pero eso sólo es un indicio de nuestra precaria situación espiritual y la falta de fortaleza que no hemos encontrado en el Señor, porque Él nos ha ofrecido en todo tiempo fortalecer nuestro hombre interior, es decir, nuestro espíritu.

La fortaleza del Señor es algo que está por encima de las tribulaciones, de los conflictos, de los problemas, de todas las cosas que podamos vivir, todas estas cosas están cubiertas si recibimos la fortaleza que el Señor tiene prevista para nosotros. Digamos un concepto de forma categórica: No es normal que las cosas exteriores nos arruinen o nos debiliten interiormente. Sin embargo, muchas veces nuestra experiencia refleja lo contrario. Hay quienes dicen: “Hermano, mi problema es tan grande, que no tengo la fortaleza para orar, ni para cantar, ya no puedo percibir al Señor, ya no lo siento". Hermano, eso no es normal porque lo que el Señor proveyó de sostenimiento espiritual para nosotros está por encima de las circunstancias exteriores.

El Señor jamás nos prometió quitarnos los problemas, esa es una herejía de las más destructoras que existen hoy en día para la iglesia. Hay cientos de predicadores que les insinúan a los creyentes que la vida esplendorosa en Dios, es que Dios les quite todos los problemas. Yo le podría decir que el día que Dios le quite todos los problemas, Dios ya lo abandonó a usted. ¿Acaso no Pablo fue el perito arquitecto de la Iglesia, quien cargaba un aguijón en su carne? (2 Corintios 12:7) A veces decimos: "Si tan sólo el Señor me quitara este problema, si tan sólo el Señor pudiera restaurar mi casa, si tan sólo el Señor mirara mis hijos”, etc. Se nos olvida que la fortaleza en el espíritu es un asunto que está por encima de todas las cosas que podamos estar viviendo.

Dice Hechos 14:22 “fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. Pablo jamás dijo: "por fe se les acabarán los problemas", más bien, él animó a los creyentes diciéndoles: "fortalézcanse en el Señor, pero oigan bien, es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios".

No espere la clausura de sus problemas, más bien espere que en medio de la tormenta, en medio de la dificultad, el Dios del cielo lo fortalezca con Su Espíritu en el hombre interior. Espere que a pesar de la adversidad, Dios estará con usted y lo fortalecerá a pesar de todo lo contrario que está viviendo. No hay razón alguna por la cual debamos de aceptar la falta de fortaleza.

En una ocasión el Señor dijo: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Es inevitable que nuestro ser exterior (alma y cuerpo) pueda tener siempre vitalidad y fortaleza, es imposible. Los que se manifiestan siempre intrépidos y anímicos sólo son pretenciosos y falsos, porque no son lo que aparentan. Hay muchas personas que pareciera que siempre andan de buen ánimo, fuertes, sólidos, enérgicos, etc. pero en la realidad ellos fingen delante de la gente. 

Quiero hablar de dos maneras de cómo podemos recibir fortaleza de parte del Señor.

SOMOS FORTALECIDOS POR EL SEÑOR CUANDO ECHAMOS MANO DE LA FE.

Dice Romanos 4:20 “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios”. ¿Cómo se fortaleció Abraham? En la fe. Los milagros y las cosas que nos sucedan en el exterior, no necesariamente nos fortalecerán. Lo que nos trae energía, fuerza y vitalidad en Dios es ejercer la fe. Si fortaleza espiritual queremos, debemos practicar la fe, pero la fe sólo se practica en la ausencia de las cosas. Usted no puede “practicar” la fe creyendo que va a sacar dinero de su bolsa si ya sabe que allí tiene cien dólares. Para que usted se mueva en fe, usted debe estar carente de lo que va a creer. Cuando perdemos la brújula en lo exterior, cuando perdemos lo que palpamos, es el momento en el cual nosotros debemos ejercer fe.

Pensemos en un ejemplo: Supongamos que usted por muchos días ha estado con un gozo que ha venido de parte del Señor. Usted ha disfrutado ese gozo en su alma, y el ambiente en el que se encuentra, le abona todavía más para estar contento. De repente, por alguna circunstancia externa, se acaba en su alma esa alegría que usted estaba experimentando. ¿Qué debe hacer? Pues, ahora, es el momento en el que usted debe recurrir a su espíritu para accionar en fe y recobrar el gozo del Señor. Mientras usted sentía alegría a causa de su entorno exterior, no tenía que hacer mayor esfuerzo por estar alegre, posiblemente hasta la gente le decía: "¿Hermano, qué le pasa a usted ahora que anda tan alegre?” Y usted respondía con mucha propiedad: “Es el gozo del Señor”, pero llegó el momento en el que se acabó lo exterior y a raíz de eso su alma se desenergizó inmediatamente. ¿Qué tiene que hacer ahora? Accionar en fe y decir: "yo creo que tengo el gozo del Señor". Usted dirá: "Cómo puedo decir eso ahora que no tengo, ni siento nada?” Pues ahora que no siente nada, accione en fe y crea que Dios es su gozo.

¿Qué es creer? Es saber que lo tenemos todo aunque no sintamos ni veamos nada. Cuando nos ejercitamos en la fe, recuperamos la vitalidad interior. Ejercer fe debe ser un ejercicio constante en la vida de todo creyente. Dios quiere que vivamos de tanta fe, que casi a nadie de los creyentes el Señor les ha mostrado el cielo donde los va a llevar, ¿Para qué? Para que caminemos por fe. Si a usted le mostraran un poquito el lugar donde estará en la eternidad, usted caminara fiel y hasta se quisiera morir, pero como no vemos lo de allá, una media gripe nos da y nos afligimos que ya nos vamos a morir.

  

Retornando al ejemplo del hermano que perdió el gozo por ciertas circunstancias externas, si él puede vivir el tiempo en el que perdió el gozo en su alma, creyendo que aún lo tiene en su espíritu, y viviendo en posesión de eso que cree, su hombre interior se fortalecerá. Abraham, el padre de la fe, consiguió fuerza para esperar la promesa cuando Sara su esposa era estéril. La fuerza de Abraham no estuvo cuando nació Isaac, eso fue sólo la comprobación de la energía que Abraham tenía en su espíritu. La verdadera fuerza espiritual se necesitaba cuando la esterilidad era palpable. Si usted quiere experimentar la fortaleza en el espíritu, tiene que atreverse a creerle a Dios. La fe es la seguridad de lo que tenemos en Dios. Cuando actuamos de esta manera, nuestro espíritu recibe fuerza. !Qué glorioso!

  

Recuerdo que cuando mi madre estaba muriendo, ya en sus últimos minutos de vida, mi esposa Mercy me llamó a que fuera a ver a mi madre esos últimos momentos. En vez de quedarme viendo morir a mi madre, que era lo natural, sentí un fuerte deseo de tomar mi guitarra y cantarle al Señor. Justo en ese momento había un oasis en mi interior que me inclinaba a buscar al Señor, de manera que cuando me conectaba mentalmente en el cuarto de mi madre lloraba como hijo por ella, pero cuando me situaba en mi espíritu derramaba otro tipo de lágrimas en la presencia del Señor. Dios quiere que caminemos fortalecidos en el espíritu, pero para eso Dios nos entrena en fe. Es por esto que Dios mismo nos mantiene en un círculo donde perdemos lo exterior, eso nos da la oportunidad de creer, y entonces nuestro espíritu se mantiene fortalecido. !Qué glorioso!

SOMOS FORTALECIDOS EN EL SEÑOR POR MEDIO DE SU GRACIA

Dice  2 Timoteo 2:1 “Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús”.

Ya explicamos cómo nos fortalecemos en fe, ahora explicaremos cómo nos fortalecemos en la gracia. Ser fortalecidos en la gracia requiere un paso más en nuestro avance espiritual que fortalecernos en la fe. Para fortalecernos en la fe, nosotros necesitamos ejercitar el creer a sabiendas que no tenemos nada, pero para fortalecernos en la gracia, aparte de creer eso, también debemos creer que nosotros mismos no servimos. La gracia es una virtud divina que sólo se acciona en la impotencia humana. La gracia aparece cuando la persona reconoce que sus obras son trapos de inmundicia. Esto es un asunto más en el que hay que avanzar. Entonces, para que nos fortalezcamos en la fe, necesitamos tener la actitud y la disposición espiritual para vernos hacia adentro y no sólo ver que no hay nada, si no ver que esa nada está desordenada. Por eso es profundo el pasaje de Génesis 1:2 "Y la tierra estaba sin orden y vacía…" porque puede haber algo desordenado, pero si está vacío, ¿Dónde está lo desordenado? Note el caos que había. Así debemos vernos nosotros para poder fortalecernos en la gracia. Si tenemos la luz de la revelación de Dios nos veremos vacíos, pero además de vacíos, desordenados. ¿Cómo podemos darnos cuenta que estamos desordenados y vacíos? Para ello debemos recurrir a lo vivido, al fracaso constante, a la impotencia, a reconocer que todo el tiempo hemos querido alcanzar algo y no hemos podido. Cuando reconocemos nuestra condición caótica, y no ante nuestra propia opinión, sino ante la luz del Señor, entonces la gracia actúa y nos fortalece.

Note la diferencia: Para tener fe hay que creer que el cielo lo tenemos en una mano, y para recibir gracia hay que poner nuestra naturaleza de bajeza en la otra mano. Cuando sopesamos el cielo, adquirimos fe, pero cuando sopesamos la bajeza de nuestra naturaleza y lo reconocemos, adquirimos gracia. En una ocasión, un hermano se quitó un reloj muy grande y vistoso, me preguntó si creía que aquel reloj era genuino, al ponérmelo en la mano, sólo con sentir lo poco que pesaba me di cuenta que era falso. Así debemos sopesar nuestra naturaleza, debemos llegar a la conclusión de lo pecaminoso que somos, y entonces, nos fortalecerá la gracia del Señor. El Apóstol Pablo experimentó esta realidad, por eso él dijo en 2 Corintios 12:5 "De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades." Lo que Pablo decía es que cuando él miraba sus debilidades, su espíritu recibía fortaleza.

De las muchas prácticas que podemos tener en nuestra vida espiritual, para fortalecernos, la más infalible es cuando nos miramos lo que somos. Entre más abajo estemos en nuestra condición, más arriba nos llevará la gracia. Entre más humillados nos sintamos a causa de lo que somos, más creceremos y más fuerza espiritual tendremos.

Hermanos, nuestro espíritu es fuerte, y Dios quiere que siempre esté fuerte, pero para ello debemos buscar la fortaleza en la fe y en la gracia del Señor.

¡Dios les bendiga!

Apóstol Marvin Véliz