“Los programas emocionales para la felicidad” es el nombre que la psicología le ha dado a todas aquellas cosas que, a raíz de nuestras experiencias de extremo placer, o de dolor, que experimentamos desde el día que nacimos en este mundo, fueron creándose con el fin de ser un antídoto o un realce a la felicidad que todos buscamos de forma innata. Los seres humanos fuimos creados por Dios para ser felices, para que disfrutemos del amor y el bienestar en la vida de una forma ilimitada. Si caminamos el camino de transformación, un día podremos llegar a vivir una vida plena de amor porque el amor es Dios mismo. La Biblia dice que un día estaremos con el Señor eternamente, y la vida será placentera en todo sentido, aún en aquel día El enjugará toda lágrima de los ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas habrán pasado. En muchos pasajes de la Biblia tenemos pruebas de la felicidad sin límite que el Señor quiere darnos, sólo que no lo podemos obtener en el presente a raíz de la caída de Adán y las experiencias que vamos obteniendo en esta vida.
Todos los seres humanos tenemos grandes problemas en nuestro interior debido al impacto que nos han causado las circunstancias de la vida. Por ejemplo, cuando un niño no puede gustar del cariño maternal por “a” o “b” razón, él busca inconscientemente la manera de ser feliz a pesar de no tener a su madre. A veces se ven niños muy aferrados a algún juguete o algún otro objeto, y la razón es que algunos de ellos no tuvieron madre, padre, o tuvieron algún trauma en su niñez que los golpeó tanto, que necesitan estar pegados a algo que les de seguridad y felicidad. A este tipo de actitudes me refiero cuando hablamos de la manera en la que fuimos gestando programas para la felicidad. Todas estas programaciones emocionales son las que forman lo que le Biblia le llama: “El viejo hombre”.
El hermano Thomas Keating dice en su libro: “Invitación a amar”, que la mayoría de programas que el hombre crea, tienen relación en cuanto a la supervivencia, la seguridad y una posición social. Cuando estas cosas no se tienen, aparecen repentinamente ataques de ira, depresión, o diferentes conflictos de personalidad, pues, se sienten vulnerables a su programación. Todos tenemos problemas emocionales debido a nuestros conflictos que hemos tenido en la vida, además del pecado que heredamos de Adán. En Cristo tenemos el camino a la liberación de esta programación.
La manera para llegar a esta transformación es hacernos discípulos del Señor. Esta ruta de hacernos Sus discípulos nos ha de llevar a la oración contemplativa y al desmantelamiento y la anulación de los programas emocionales para la felicidad.
Dice Lucas 14:26 “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. v:27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”.
Una de las maneras en la que el Señor desmantela los programas emocionales es cuando Él nos mete al desierto, a los tiempos de soledad, a los tiempos de crisis, o como le llaman los hermanos místicos: “a la noche de los sentidos”. Hay tiempos en los que florecen los desánimos en los creyentes, pero es la manera en la que se desmantelan genuinamente los programas emocionales. Dios no quiere que Sus discípulos deshagan sus hogares, ni que abandonen a sus esposas para ir en pos de Él; en muchos pasajes el Señor dice que el hombre debe amar a su mujer y que debe cuidarla y sustentarla como Cristo a la Iglesia. Lo que el Señor quiere hacer no es destruir los hogares, sino desmantelar nuestros programas emocionales, y como discípulos de Él tenemos que estar dispuestos a que el Señor realice esta obra.
En cuanto a lo que dice el pasaje con respecto a llevar la cruz, esto no es otra cosa más que obedecer el Plan de Dios. Muchas veces nosotros le llamamos cruz a lo que nos sale mal, a los problemas, a los problemas con la esposa, el marido, los hijos, etc. Sin embargo, la cruz es aceptar la voluntad de Dios, aunque esta pese más que nuestra propia vida; al igual que el ejemplo que nos dio el Señor Jesucristo, llevó la cruz y murió en la cruz porque fue la voluntad del Padre.
Al venir al Señor, cual Buen Maestro, Él empieza a desmantelar todos los programas emocionales que nosotros forjamos inconscientemente para alcanzar la felicidad. Tales programas emocionales fueron creados inconscientemente desde nuestra niñez, y éstos evolucionan en nosotros a medida que vamos creciendo. Por esta razón es que Dios nos hace el llamado a ser Sus discípulos, para que “permaneciendo” con Él, nuestra vida sea desmantelada de dichos mecanismos de vida, y que nos demos cuenta que nada de nuestra vida sirve.
En estos versos nos podemos dar cuenta que hay condicionantes para ser discípulos del Señor. Para Dios, es necesario que nosotros “aborrezcamos padre, madre, mujer, hijos, y hasta nuestra propia vida”. Nosotros hemos creído que esto en algún momento puede llegar a ser algo que tenga un cumplimiento literal, y sobre todo, cuando el círculo de nuestra familia no conoce al Señor. Otros creen que esto nunca será necesario para ellos porque su familia es parte del Cuerpo de Cristo, y por lo tanto, siempre los podrán amar. De igual manera, cuando leemos que debemos aborrecer nuestra propia vida, pensamos que esto es para aquellos que viven en países donde es prohibido predicar el Evangelio, pero que nosotros no tenemos tal problema. El pasaje no dice lo que nosotros hemos entendido, más bien, dice claramente que “todos” los que quieran ser discípulos del Señor deben aborrecer a su círculo familiar cercano y hasta su propia vida. Esto no debe tener una aplicación literal, pues, si así fuera la Biblia se contradice así misma. Leamos lo que dicen los siguientes pasajes:
Mateo 15:4 “Porque Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre,” y: “Quien hable mal de su padre o de su madre, que muera”.
1 Timoteo 5:8 “Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo”.
1 Corintios 7:10 “A los casados instruyo, no yo, sino el Señor: que la mujer no debe dejar al marido”.
Quiere decir que, más que estar pensando en dejar a nuestra propia familia y literalmente olvidarnos de ella, el Señor nos está diciendo estas cosas con el fin de desmantelar los programas emocionales de felicidad que le han dado un cimiento a nuestro viejo hombre. La familia reúne la mayoría de los programas emocionales que nos aquejan y que nos llevan a actuar de manera incorrecta, pues, estos precisamente se gestaron en las etapas de nuestra infancia.
En ningún momento “dejar padre y madre” se refiere a olvidar y descuidar a la familia, porque eso no es justo. Ningún creyente debe desatender ni a su cónyuge, ni a sus hijos, ni a sus padres, pues, eso no honra a Dios. A lo que el Señor se refiere, entonces, es a desmantelar los programas emocionales que tenemos en cuanto a la familia. Hay muchos padres que dicen “amar” a sus hijos, pero son alcahuetes con ellos, no los corrigen en nada; eso no es amor, es un programa emocional que han forjado en sus corazones para encontrar “su” felicidad. Así es el ser humano, se apega a “cosas” y “personas”, y con ello crea estas estructuras emocionales con las que pretende ser “feliz”. Lo primero en nuestra vida debe ser Cristo y Su Iglesia, el Señor lo dijo claramente: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia…”.
Estos programas emocionales que el Señor quiere desmantelar empezaron a forjarse desde el momento que estuvimos en el vientre de nuestra madre. Nadie guarda recuerdos en su consciente ordinario de lo que significó ser expulsado del vientre de su madre, sin embargo, es el primer terror que nos acontece al venir a este mundo. En el vientre de nuestra madre estábamos seguros, allí teníamos calor, seguridad, protección, amor, alimento, y todos los elementos físicos y psíquicos necesarios para vivir, de modo que nada nos hacía falta; pero a los nueve meses ese tiempo se acaba, y traumáticamente nacemos en este mundo. Desde el momento en que somos dados a luz, nos empiezan a surgir traumas; para empezar nos sacan del hábitat acuático en el que estuvimos por nueve meses, luego nos cortan el cordón umbilical que era la vía de suministro que teníamos para poder vivir, luego nos pegan para que aprendamos a respirar por nosotros mismos, y así sucesivamente, tras una cosa surge otra. ¡Nacer fue un trauma! Seguido al nacimiento, llega el tiempo en el que mamá se va a trabajar, y ahora es una desconocida la que nos va a cuidar. Otros se trauman más todavía porque su mamá decidió darlos en adopción, en fin, son tantos los conflictos emocionales que van surgiendo, que el niño empieza a buscar a qué aferrarse con tal de superar dicho dolor, y así es como surgen los diversos programas emocionales.
Los procesos emocionales del hombre son complejos, algunos a medida que van creciendo se vuelven orgullosos, arrogantes, prepotentes, su fascinación es hacerse sentir superior y hostil a los demás. Lo que le sucede a tales personas es que se sienten tan inseguros, e indefensos en su interior, que crean máscaras externas de orgullo para poder aplacar esa programación emocional que surgió en alguna etapa de su niñez. Así cada uno de nosotros tenemos un “falso yo”, el viejo hombre que se forjó en medio de nuestros lazos familiares. A esta condición de apego desequilibrado es a lo que hacen referencia las palabras del Señor cuando nos dijo que era necesario dejar “padre y madre”; no es dejar en un sentido de “abandonar, o descuidar”, sino en el sentido de permitir que nuestros programas emocionales, que se forjaron a causa de las circunstancias que se dieron en nuestro círculo familiar, sean desmantelados.
Hay quienes creen amar a sus hijos, sin embargo, para una gran mayoría sus descendientes sólo significan una ventana para alcanzar la felicidad personal, sólo son un programa emocional más. Hay padres que se esfuerzan en darles estudio a sus hijos, pero no porque los amen, sino porque desean alcanzar sus triunfos frustrados a través de ellos. El verdadero amor se demuestra al “no buscar lo propio”; hay quienes dicen “amar” a sus hijos, pero no los aman tanto como creen. Cuántos padres han buscado fácilmente el divorcio como una salida a la incomodidad con su pareja, no pensando en absoluto en las heridas que les causarán a sus hijos. Los padres que aman verdaderamente a sus hijos procurarán darles una estabilidad familiar, demostrarán que los aman sosteniendo su matrimonio, de tal manera se demuestra el verdadero amor.
Hermanos, sólo Dios puede liberarnos de nuestros programas emocionales y de nuestros apegos excesivos. Nadie puede alcanzar la transformación si no permite que Dios le desmantele sus programas emocionales, y Dios no puede hacer esta obra en nadie, a menos que se convierta en un discípulo. Permitámosle al Señor que haga Su obra.
En una ocasión al Señor le dijeron: “… He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera deseando hablar contigo. Pero respondiendo El al que se lo decía, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: ¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mateo 12:47–50). ¿Hubiéramos tenido nosotros esta misma reacción del Señor? ¿Por qué Él contestó de esta manera tan tosca? El Señor no atendió en aquella ocasión a Su madre y a Sus hermanos por una razón, no quería que su alma tuviera ataduras emocionales para con su familia, no quería convertir Sus relaciones familiares en un apego excesivo en su alma. No es que Jesús no amara a Su madre y a Sus hermanos, pero no quería que ellos significaran en su alma una ligadura que en algún momento lo hicieran perder su objetivo de estar en el mundo. Si a Jesús nunca le hubiera importado su madre, nunca hubiera existido el siguiente relato: “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19:26-27). El Señor sí se ocupó de su madre, sí la amó, pero no permitió que ese vínculo le activara en su alma programas emocionales para alcanzar una felicidad egocéntrica.
Hermanos, los programas emocionales son la fuente de subsistencia de todos los seres humanos, pero en nosotros los que hemos nacido de nuevo, Dios quiere ser nuestra Vida y nuestro Vivir. La manera en la que empiezan a ser desmantelados estos programas emocionales, es a medida que ponemos prioridades. Hay quienes llegan a la Iglesia sólo cuando les sobra tiempo, cuando no se sienten tan cansados, cuando no tienen algo qué hacer. ¿Por qué nos cuesta trabajo poner en prioridad las cosas de Dios? La respuesta es porque lo de Dios no entra en nosotros a la manera de los programas emocionales, no entra de manera inconsciente, si no por medio de nuestra propia decisión y voluntad. Es por ello que debemos de ejercer precisamente nuestro libre albedrío y convertirnos en discípulos del Señor para que la Vida divina tenga lugar en nosotros. La Vida divina no es un programa emocional para nosotros, ella no es parte de nuestro pasado, ella es nuestro presente, ella nos libera.
Apóstol Marvin Véliz
Hermanos este tema es una puerta de esperanzas para todos nosotros los que anhelamos servir al señor,para los que anhelamos ser sus discípulos y seguirle porque por muchos años hemos buscados por nuestros medios que nuestras vidas sean transformadas y hemos fracasado en el intento,pero ahora por su misericordia hemos encontrado la ruta,el camino el cual es la oración contemplativa y cada vez que nos presentamos delante de el sabemos que cual medico El esta trabajando y reparando nuestro interior,dice Heb 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.
ResponderEliminarLa palabra que es cristo mismo trabaja lo mas profundo de nuestro interior,ahora sabemos hermanos que cada vez que podemos presentarnos delante de EL,estará desmantelando todos los apegos excesivos que nos causan una aparente felicidad.
En Luc 14:27 El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
El que no acepta que sus programas emocionales sean desmantelados no puede ser un discípulo del señor,dejemos que la vida divina pueda liberarnos atravez de la oración contemplativa.
que hoy tomemos la desicion de seder nuestra voluntad y dejar que nuestro Dios trabaje nuestras vidas.
aleluya. que tremendo esto: que la cruz que tanto mencionan los evangelios no es otra cosas que estar dispuestos a que el señor desmantele todos nuestros programas emocionales.
EliminarLa escencialidad del evangelio de Cristo siempre fue y es para nosotros sus hijos ir al interior. Pasajes como mateo 18.8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer , córtalo y échalo de ti...aquí no esta hablando de literalmente mutilar nuestros miembros, sino que el mensaje del reino nos ubica en un plano de intensiones en donde nuestro obrar, o nuestra caminata que es ojo ¨nuestra¨ y no es mas que nuestro falso Yo o nuestro viejo hombre, el cual necesita ser restaurado desde su espíritu. Resulta ser que esos programas emocionales, son los programas de felicidad que son nuestra FUENTE de supervivencia, son los que el señor quiere eliminar de nosotros, es algo así como en las computadoras que su sistema operativo venga corrupto o corrompido , necesitan ser restablecidas a su origen, o bien colocarle modificaciones que hagan volver su funcionamiento a lo que originalmente fue diseñado para que funcionase correctamente. Cuando nos volvemos discípulos del señor por nuestra voluntad estaremos permitiendo que el señor nos habilite nuestro interior y coloque su espíritu, esto para mi manera de ver un milagro similar al de el engendramiento de Jesus en el vientre de María, que lo hizo un Dios-hombre, pero en nuestro caso aun mas nos hace obtener el espíritu de un resucitado es decir que venció el aspecto de la muerte y separación que Adán adquirió al verse desnudo y objetivamente perder su comunión con Dios.
ResponderEliminarVeamos este aspecto en dos pasajes de un mismo capitulo, cito romanos capituló 8.
Verso 3, Porque lo que era imposible para la ley , por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condeno el pecado en la carne.
Verso11, Y si el espíritu de aquel que levanto de los muertos a Jesus mora en vosotros, el que levanto a los muertos a Cristo Jesus vivificará también vuestros cuerpos, por su espíritu que mora en vosotros.
Aquí vemos estos dos aspectos, cristo eliminando la vieja naturaleza de pecado heredada por Adán el padre de la humanidad, y cristo resucitado VIVIFICANDO por su espíritu nuestros cuerpos mortales.
Es sumamente escencial que nuestro proceso de discipulado comience un virtuoso ascenso a configurarnos a la manera del victorioso, de aquel que en verdad nos da una nueva vida y un nuevo modo de conducirnos en este cuerpo transformado.
aun inconscientemente nos aferramos a una seria de programas emocionales que se convirtieron en nuestro refugio de las adversidad y traumas que nos toco vivir por alguna razón. pero cuando estamos en el señor, el deseo desmantelar todo esto con el fin de que su vida divina puesta en nosotros funcione para vivir el evangelio en la medida que Dios mismo lo puso para nosotros, y reflejemos así la vida del señor.
EliminarEl objetivo que tiene el Senor,para cada uno de nosotros es desmantelar nuestros programas emocionales,pero para eso debemos estar dispuestos a que el Senor aga esa obra en nosotros y al querer ser sus dicipulos no podemos,porque no queremos dejar aun lado nuestros programas emocionales,que de alguna manera es nuestra familia,pero lo que el Senor desea,que nuestra prioridad sea el y llegar al plano de contemplar la vida divina de Dios y que el sea nuestra vida y nuestro vivir.
ResponderEliminarSalomon Aguilar
solo siendo liberados de tantos programas emocionales podemos ser útiles para el señor y eso se da cuando empezamos de nosotros mismos siendo discípulos de él. cuando esto sucede seguramente el se encarga de desmantelar todo lo que hay en nosotros y nos hace esclavos.
EliminarNosotros no podemos avanzar en el camino de la transformacion por los programas emocionales que se nos formaron desde nuestra infancia y tenemos que dejar que Dios nos los desmantele para poner por prioridad lo del Señor y llevar la cruz haciendo su voluntad y asi ser buenos dicipulos de el.
ResponderEliminarbenjamin aguilar
es la cruz del señor la operación divina que se encarga de desmantelar nuestros programas emocionales, es por eso que debemos de nuestra voluntad tomarla, pues podemos a la manera de Jonas salir por otro camino.
Eliminar1 corintios 9:25 dice y todo el que lucha ejercita dominio sobre todas las cosas: biblia textual: ejercitarnos en la contemplacion del señor traera como resultado ha nuestras vidas la desactivacion de la vida del alma o sea de los programas emocionales; oyendo el estudio del domingo el hermano decia que no se trata de evitar que nos lleguen pensamientos en el momento de la oracion contemplativa pero que las despreciemos y que DIOS mira nuestra disposicion y mira nuestra intension porque eso permitira que DIOS hobre en nuestras vidas y podemos asi ser verdaderos dicipulos de cristo para ministrar su vida en la edificacion de la iglesia.
ResponderEliminarquiero agregar algo mas a lo que tu comentas, los programas emocionales pueden ser desactivados en nosotros por medio de la oración contemplativa. es por eso que lo que tu mencionas de dicha oración es muy razonable para ver este tema. dios nos ayude a que nuestras vidas puedan tocar de alguna manera por la fe al señor por medio de esa comunión tan pura y perfecta.
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