NO SOMOS UN MOVIMIENTO, NI OTRA DENOMINACION
Lo que nosotros estamos haciendo en este tiempo no es un nuevo movimiento, ni mucho menos buscamos convertirnos en una nueva denominación. No queremos convertirnos en una institución más que hable de Cristo, no queremos competir con nadie, ni mucho menos causar divisiones en el Cuerpo de Cristo. Gracias a Dios tampoco provenimos de una división, sino que ya llevamos buenos años sirviendo al Señor con limpia conciencia. Lo que queremos hacer no es menos, ni más, que aquello que el Señor quiera que hagamos: “Edificar Su Iglesia”. El Nuevo Pacto, el Evangelio, y la Iglesia deben satisfacer en primer lugar el corazón de Dios, y es en un segundo plano que nosotros también obtenemos un beneficio al ser parte de ello. Recordemos que todo fue creado por Dios con la intención de llenarlo Todo de sí mismo.
Hoy en día cuando se habla de Iglesia, a las personas se les vienen muchos pensamientos a la mente, pero los dos más comunes son los siguientes: “Iglesia es un edificio físico donde nos reunimos periódicamente para tener cultos a Dios”; y para otros, “la iglesia es un movimiento o una institución cristiana identificada por un nombre”. Para la gran mayoría de personas, según la tradición, el significado de Iglesia no trasciende de estos dos pensamientos. Ahora bien, según la Biblia, el significado y la connotación de la palabra “Iglesia” tiene un significado muy distante a nuestro contexto cultural.
El Evangelio del Señor está diseñado para que nosotros seamos parte de la Iglesia, el problema es que nosotros ya por tradición tenemos un concepto errado de lo que significa la Iglesia, y por ende, perdemos mucho de lo que Dios tiene planeado darnos. Hoy en día muchos tienen el deseo de ser cristianos pero no quieren saber nada de la Iglesia; esto no es algo que se pueda dar, no se puede ser “cristiano” sin ser parte de una Iglesia Local. Es necesario, pues, que redefinamos qué es la Iglesia, porque al estar fuera de ella nos morimos espiritualmente. La Iglesia es como el arca de Noé, los que están adentro de ella se salvan, pero los que se quedan afuera se mueren. La Iglesia es nuestra arca de salvación, por lo tanto, tenemos que estar seguros que somos parte de ella.
Cuando yo llegué a El Salvador a fungir como “pastor evangélico”, bajo la cobertura del apóstol Ríos (de Guatemala) me topé con un problemita. La denominación del apóstol Ríos en Guatemala se llamaba “Elim”, sin embargo, en El Salvador ya había una denominación con ese “nombre”, así que no pudimos seguirnos llamando de esa manera. Anticipadamente a mi llegada, ya habían en El Salvador otros dos hermanos provenientes de “Elim” Guatemala, que habían establecido Sus propias “iglesias”. Uno de ellos le había puesto a su iglesia el nombre de “Nuevo Pacto”, y otro le había puesto “Maranatha”. Yo llegué a cubrir a Santa Ana una de las Iglesias que se denominaban “Maranatha”. Pasaron los años, y crecimos numéricamente. En una ocasión llegó el apóstol Ríos a visitarnos, y me preguntó por qué razón yo seguía llamándole a las Iglesias que yo coordinaba “Maranatha”; Él me ordenó que le cambiara nombre a la Iglesia, y estuve esperando que Dios me revelara qué nombre le debería poner, sin embargo, tal revelación nunca llegó. En aquel tiempo no tenía la revelación del Cuerpo de Cristo, y mucho menos pensaba en abandonar la denominación a la que por tantos años había pertenecido. Al no tener respuesta del Señor, en algún momento, sentí atracción en mi alma para utilizar el nombre “Rhema” (que significa “palabra”), de modo que cambié los rótulos de “Maranatha”, y les puse “Iglesias de Cristo Rhema”. Ponerle nombre a una Iglesia, en el fondo conlleva la intención de resaltar al hombre que la fundó; de modo que me realizaba cuando la gente leía en los rótulos “Iglesias de Cristo Rhema”, porque lo relacionaban con Marvin Véliz. Un día Dios me derribó esa doctrina, entendí que la Iglesia tiene un origen, que no es una institución, sino que es una entidad orgánica, y que es Cristo mismo. La Iglesia por lo tanto, no necesita un Nombre, porque ya tiene un Nombre que la representa: “Cristo”.
Cuando hablamos de Iglesia, es necesario también saber que es un organismo al cual no lo podemos desvincular de la persona del Señor. No podemos separar a Cristo y a la Iglesia porque son lo mismo. La Biblia dice claramente que Cristo es la cabeza del Cuerpo que es la Iglesia (Efesios 5:23). En lo natural sabemos que es imposible pensar en un cuerpo vivo sin cabeza, lo mismo es Cristo y la Iglesia son una misma entidad. Dios quiso hacerse uno con nosotros, esto es también la misma figura del matrimonio: “se unirá el hombre a su mujer y serán una sola carne”. Los apóstoles, a través de estas figuras nos dijeron abundantemente que Cristo y la Iglesia son una entidad indivisible.
Cuando hablamos de Iglesia no podemos pensar en nosotros mismos, ni en intereses propios, más bien debemos pensar que somos una comunidad de creyentes que nos debemos enteramente al Señor. Los miembros de nuestro cuerpo físico siempre están a disposición de la cabeza; la misma actitud debemos tener nosotros para con el Señor. Si somos miembros del Cuerpo de Cristo reunámonos con nuestros hermanos, y sirvámosles porque ellos son Cristo mismo. No debemos reunirnos para obtener algo, o para sentir alguna unción especial, o algún milagro, debemos congregarnos con el propósito de funcionar como miembros de Su Cuerpo, con la intención de ser Uno en Él. A Dios le plugo compartir Su naturaleza orgánica con nosotros, por lo tanto, no debemos convertirnos en una institución a nuestro gusto. ¡Oh!, cuánto ofendemos a Dios cuando decidimos convertirlo en un edificio, o cuando le ponemos a la Iglesia un “Nombre” diferente al de Cristo.
No podemos cambiar la naturaleza orgánica que Dios quiso darle a la Iglesia, y convertirla en una organización religiosa. ¿Acaso nosotros en algún momento tratamos a nuestros hijos como que fueran objetos, o como que fueran artículos de inventario? A nuestros hijos por muy pequeños que sean los tratamos como personas. No tenemos el derecho de convertir la Iglesia en números de personas, ni en edificios, ni en una organización representada por un nombre y un lema.
De generación en generación los líderes hemos venido pecando, hemos hecho de la Iglesia nuestra misión; bendita revelación que nos está abriendo los ojos para darnos cuenta que hemos errado. Pero los miembros también han pecado, se han jactado de pertenecer a “X” iglesia, se han enorgullecido de sus líderes, han saciado con todas estas cosas religiosas su corazón idolátrico. Dice 1 Corintios 1:3 “porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? v:4 Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? v:5¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. v:6 Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. v:7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”. El apóstol Pablo exhortó a los hermanos de Corinto a que no idolatraran a los hombres a los que Dios les había dado algún ministerio; tal consejo también aplica para nosotros, no idolatremos a nadie en nuestro corazón. Por otro lado, si alguien tiene algún ministerio de parte del Señor, busque darse en ofrenda a Dios, déjese quebrantar, conságrese, y hágase el más pequeño de sus hermanos. En la Iglesia el único que merece honor es Dios, Él es quien da el crecimiento; todos tenemos que ser responsables de funcionar según la gracia que nos ha sido dada a cada uno.
Yo como apóstol haré mi labor entre las Iglesias, ahora bien, lo que no pretendo, ni busco es hacerlo todo yo solo. No pienso más dedicarme a fundar iglesias evangélicas, sino Iglesias orgánicas conforme al corazón de Dios. Si todos nos disponemos a hacer nuestra parte, no seremos una iglesia institucional más, seremos la expresión y la extensión de Cristo en nuestra localidad.
Marvin Véliz Apóstol
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ResponderEliminarGracia Hermano Marvin,
ResponderEliminarDios bendiga su ministerio y el mensaje que nos comparte.
y gracias a ti y a tanto hermanos por apoyar esta labor tan hermosa y que es de gran provecho para muchos hijos hambrientos de su verdad.
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ResponderEliminarAparte de observar y seguir el reino de Dios, se necesita divulgarlo a nuestros vecinos!....Curioni
Que el Señor nos de aun mas luz, que caigan las vendas de nuestra vista para seguir caminando en la via justa y que el bulto innecesario caiga de nuestras espaldas para poder correr
la etapa a la que paulatinamente esta metiéndonos el señor es precisamente a que divulguemos su reino. esto también trae bendición y aun crecimiento espiritual en los que se involucran.
EliminarQue hermosa enseñanza!!!!,que está palabra quiebre hasta lo profundo nuestro ser porque por mucho tiempo pecamos idolatrando (hombres y nombres)pero ahora que hay revelación que viene luz a nuestros ojos podamos caminar en pos de agradar el corazón del señor sin faltarle el respecto a su identidad como se a venido haciendo durante tanto tiempo.Dios nos conceda apreciar su verda bendiones hermano Marvin.
ResponderEliminarcomparte este mensaje con todos los hermanos de la iglesia en tu localidad.
EliminarHa sido todo un proceso que ha llevado muchas décadas en nuestras vidas, Ahora que hemos avanzado tenemos la certeza que nuestras nuevas generaciones podrán vivir con naturalidad lo orgánico corporativo, que no se suscribe a lo establecido por Hombres.
ResponderEliminarAhora tenemos de cara el reto de expresarlo y esto no es mas que vivir el evangelio, dejando como bien lo expresas mi hermano , cualquier interés propio, cualquier elevación humana y denominacional y comenzar a avanzar al plan divino que es su beneplácito. Avancemos en este virtuoso camino,
que dios le de esta herencia a nuestra nuevas generaciones y que ellos le den cumplimiento al plan eterno de Dios. amen.
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