LA SUMISION Y LA OBEDIENCIA
La sumisión es la raíz de la obediencia, para Dios nadie es obediente si primeramente no es sumiso en su interior. La sumisión es la actitud interna que produce la obediencia externa. Lo que Dios evalúa en nosotros no es la obediencia, sino la sumisión. Nadie puede ser perfecto en cuanto a la obediencia, pero sí puede serlo en cuanto a la sumisión. La sumisión es la raíz de la obediencia, y al final eso es lo que Dios juzga. Dios que ve los corazones, sabe cómo estamos cada uno de nosotros; así fue como Dios juzgó a Luzbel, un ser angelical hermosísimo, pero fue hallada rebelión en su corazón.
No todas las veces podemos obedecer a la perfección, pero sí debemos ser íntegros en cuanto a la sumisión en el interior. Por ejemplo, si un papá le dice a su hijo: “Vé corriendo a comprar las tortillas”; el niño capta la premura con la que su papá quiere las tortillas, él se dispone a obedecer, por lo tanto, empieza a correr. Resulta que para llegar a la tienda el niño se tiene que cruzar una calle muy transitada, de modo que aunque su papá le dijo que fuera corriendo, en ese momento él tiene que parar, tiene que ver si no vienen vehículos que lo puedan atropellar. ¿Desobedeció el niño a su papá por haberse detenido? En el sentido estricto de la palabra podemos decir que sí desobedeció, pero lo que cuenta es la actitud de sumisión, que aunque se tuvo que detener, él está esperando el momento oportuno para seguir corriendo.
En muchos casos Dios nos prueba, Él sabe que sí hay sumisión en nuestro corazón, pero nos pone en situaciones en las que debemos obedecer con el fin de que esa raíz de sumisión se vigorice aun más en nuestro interior. En 1 Corintios 5 encontramos al apóstol Pablo tratando el caso de un hermano que estaba en adulterio, ante tal situación, el apóstol le envió una carta a la Iglesia y les decía lo siguiente: “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (1 Corintios 5:3-5).
El apóstol Pablo sabía subjetivamente que la Iglesia de Corinto era sumisa, pero ocupó este incidente para probarlos en cuanto a la obediencia. La razón primordial por la cuál Pablo le ordenó a los hermanos que disciplinaran al adúltero, era que ellos obedecieran y que esto los hiciera dignos del Reino de Dios.
En la segunda carta el apóstol Pablo utilizó nuevamente este caso para enunciar las verdaderas intenciones por las que él les dijo a los hermanos que disciplinaran al que había cometido adulterio. Dice 2 Corintios 7:12 “Así que, aunque os escribí, no fue por causa del que ofendió, ni por causa del ofendido…” El apóstol Pablo claramente dice que aquella orden de disciplinar al hermano, no fue para quitarle la mujer y dársela por esposa nuevamente al verdadero marido, “…sino para que vuestra solicitud por nosotros se manifestara a vosotros delante de Dios”. La intención genuina de Pablo de dar aquella orden fue poner a prueba la obediencia de los hermanos. Lo que el apóstol nos dice es que él no escribió una ordenanza para arreglar un problema matrimonial, sino para que la Iglesia fuera probada. Obviamente algunos salieron aprobados y otros fueron reprobados, pero precisamente, esa era la intención. Sólo en situaciones como éstas se puede medir como andan las Iglesias en cuanto a la sumisión y la obediencia.
Yo les exhorto a que no caminemos distantes de la autoridad de Dios y el ejercicio de la obediencia. Si nunca caminamos bajo autoridad, nunca seremos instrumentos útiles para Dios y Su Reino. Hay muchos hermanos que me temen cuando yo llego a Sus localidades, la razón es que no desean en lo absoluto verme como una autoridad de parte de Dios. No huyamos de confrontarnos con la autoridad, no huyamos a obedecer; al contrario, busquemos los medios y las oportunidades para disponernos a obedecer.
¿Cuántos de ustedes pueden medir objetivamente su obediencia? Hay hermanos que muy probablemente no tienen memoria de cuándo fue la última vez que se dispusieron a obedecer. ¿Qué hizo usted ante la última oportunidad que tuvo para obedecer? ¿Puede decir usted como aquel centurión: “… soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace?” (Mateo 8:5-13). Este hombre conocía el principio de la autoridad, sabía que el secreto para que otros le obedecieran consistía en que él también estaba dispuesto a obedecer. A todos los creyentes nos es necesario obedecer.
Yo exhorto principalmente a los varones, y sobretodo, a los que son cabezas de una familia, a que practiquen la obediencia. Si ustedes hermanos varones se vuelven sumisos, también podrán ejercer la autoridad genuina sobre sus esposas e hijos. El reino de Dios sólo toma en cuenta a los que pueden obedecer, por lo tanto, aprovechen cuando les vengan oportunidades objetivas para mostrar su obediencia.
El apóstol Pablo de verdad quiso probar a los Corintios en cuanto a la sumisión y la obediencia. En el mismo contexto de su carta, en 1 Corintios 7:13-16 el apóstol Pablo nos muestra otro probatorio que le puso a la Iglesia. Parafraseando el pasaje dice más o menos lo siguiente: “Me regocijo porque su obediencia nos ha consolado. Y aparte de nuestro consuelo, mucho más nos regocijamos por el gozo de Tito, pues su espíritu ha sido confortado por todos vosotros, porque él da testimonio que ustedes no sólo obedecen al hombre, sino obedecen a la autoridad que Dios ha delegado a los hombres. Tito regresó conmigo feliz de ver cómo ustedes son de obedientes. Si en algo me he jactado con él acerca de vosotros, no fui avergonzado, sino que así como os hemos dicho todo con verdad, así también nuestra jactancia ante Tito resultó ser la verdad”. Pablo le había hablado bien a Tito con respecto a los hermanos de Corinto, le había dicho lo obedientes que eran, y Tito regresó con Pablo confirmándole que, en efecto, los corintios eran obedientes y que le habían recibido con temor y temblor. Los hermanos de Corinto eran muy sumisos, y lo demostraron obedeciendo no sólo al apóstol Pablo, sino a los delegados que él les enviaba; este grado de obediencia es más elevado y es lo que Dios espera que alcancen todas las Iglesias.
Dios nos ayude hermanos no sólo a obedecer al apóstol, sino a los hombres con delegaciones de autoridad, a los ancianos, a los diáconos, así como a los diferentes hermanos y aquellas situaciones en las que vibre la autoridad de Dios. El que aprende a no ponerle un rostro específico a la autoridad, se dispondrá a obedecer siempre y por ello será aprobado delante de Dios. Al permanecer en tal entrenamiento, un día ya no llegará la autoridad sólo de parte de los hombres, sino directamente de parte de Dios. El creyente que alcanza esta medida se convierte en un instrumento útil para Dios y Su Reino.
Hoy por hoy, les animo a que se entrenen en la obediencia, háganse aptos para obedecer a los hombres, sean aprobados por las autoridades de la Iglesia Local, y en poco tiempo serán utilizados para cosas más grandes en el Reino de Dios.
¡Amén!
Apóstol Marvin Véliz
Siempre que el señor juzga, es decir. pasa un examen sobre sus hijos y sobre su pueblo ve la actitud interior de.el indiciduo como ser individual, pero tambien juzga la.parte oragnica en donde prueba de diferentes maneras. Me.llama laatencion que si seres que.colindan.con.la perfeccion como un luzbel fracaso en cuanto a la.autoridad ,nos muestra que debe ser un fruto en el.interior de vivir vibrando rn la.vida del.señor porque el aun siendo hiji de Dios fue obendiente al tomar cuerpo.. por eso dice la.palabra tengan uds el mismo sentir que tubo cristo quien no escatimo el.ser igual a Dios , sino que.fue obediente en todo hasta llegar a la.muerte y muerte de cruz. La cruz en efecto en la.vida del creyente que se entrega voluntariamente propician esta actitud. Que el podamos ser obedientes como resultado de la.sumisión
ResponderEliminarHermanos si tenemos el anhelo de caminar conforme a la voluntad del Señor y de ser aprobados delante de el debemos tomar una actitud de sumisión en nuestro interior y obedecer primeramente a el y a la autoridad que el nos a puesto, de verdad que esta palabra nos aga reflexionar y que se pueda a ser vida en cada uno de nosotros y que de ahora en adelante en nuestra caminata como hijos del Señor ya no vivamos en rebeldia en nuestro interior y vivimas en sumisión, en obediencia amen.SALOMON JR
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