EL NACIMIENTO DEL SEÑOR JESÚS FUE LA UNIÓN ENTRE LO DIVINO Y LO HUMANO.
El nacimiento del Señor Jesús fue algo espectacular porque fue el resultado de Dios mismo haciéndose hombre. Usted se preguntará: ¿Y qué obtengo yo de eso? Pues, déjeme decirle que ese nacimiento fue la puerta que se nos abrió para que nosotros, hombres mortales, finitos, y corrompidos, lleguemos a estar unidos con la divinidad. Cristo fue el Camino que se abrió para que el hombre tuviera acceso a Dios, Su nacimiento permitió que lo divino viniera a habitar en lo humano. Acerca de esto dice Juan 1:14 “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad…”. El nacimiento de Cristo no fue cualquier cosa, no fue el nacimiento de un hombre normal, sino, fue el nacimiento de un Dios-hombre. Con esto, Dios le manifestó a la humanidad que todos pueden contenerlo, que todos pueden accesar a Él, y que Él puede estar con nosotros siempre. ¡Aleluya! Esta fue la razón por la cual los cielos se abrieron en aquel día, y todos los ángeles cantaban: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! (Lucas 2:14).
En aquel día se cerró la separación que existía entre Dios y los hombres. Nosotros por naturaleza somos muy distintos a Dios, Él es Amor, Justo, Luz, etc. Nosotros somos lo contrario, somos tinieblas, pecado, etc. Pero aquel día en Belén, con el nacimiento de Jesús, se estaba cerrando esa brecha que nos había separado de Dios. Dice Romanos 3:23 “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…” Ésta era nuestra condición, estábamos lejos de Dios, pero con el nacimiento de Jesús volvimos a ser cercanos, una vez más fue posible que el humano volviera a contactar con Dios. En el nacimiento de Cristo fue recuperado lo que el diablo dañó en el huerto. ¡Gloria a Dios! ¡Qué maravilloso! El nacimiento de Cristo fue un mensaje claro de parte de Dios diciéndole al diablo que se oponía a la derrota humana, y que Él tampoco iba a ser derrotado.
Dios, en Cristo, una vez más, volvió a ponernos frente al árbol de la Vida para que comiéramos y tuviéramos la Vida Eterna. La Escritura dice que el hombre, en el huerto, comió del árbol de la ciencia del bien y del mal, y precisamente, era el árbol del cual no tenía que comer. Dios nunca quiso que el hombre comiera y viviera del intelecto, de la ley, de los conceptos, de la inteligencia, de la filosofía, etc. Dios siempre quiso que el hombre comiera del árbol de la Vida, el cual, estaba tan a su alcance como el árbol de la ciencia del bien y del mal. Sin embargo, el hombre prefirió comer del árbol prohibido, y el resultado fue nefasto no sólo para Él sino para toda la humanidad. Al día de hoy vemos grandes inventos, grandes avances tecnológicos, pero igualmente avanza la maldad, la violencia, la promiscuidad, y todas las degradaciones humanas. El conocimiento no es la base, ni la esencia del hombre; lo más intrínseco que tiene el hombre es su ser interior, en su mayoría, la existencia del hombre es subjetiva. Lo que nos sucede a nosotros es que el conocimiento nos lleva a lo palpable, a lo tangible, a lo material, porque en realidad la ciencia es la comprobación de los hechos, o las cosas, sin embargo, Dios no nos hizo con esa inclinación. El árbol de la ciencia no era malo, lo malo fue la desobediencia del hombre, porque dicho árbol no era el medio para que el hombre viviera. Según el diseño divino, lo que Dios quiso es que el hombre comiera del árbol de la Vida, que viniera a ser un vaso receptor de la Vida divina, en otras palabras, que pudiera contener a Dios en su ser. Esto es el resumen de Cristo naciendo en Belén, una vez más, Dios dándole al hombre la oportunidad de que lo pueda contener. ¡Oh!, el día que Cristo nació en Belén se pusieron fin a cuatro mil años de fracaso de la humanidad, y una vez más, el árbol de la Vida fue puesto delante de nosotros. Ahora, nuevamente, por medio de la Vida de Cristo podemos decidir comerlo y tener Vida Eterna.
Desde los días de Adán, han pasado aproximadamente seis mil años, y todos los hombres hemos tenido la tendencia de querer salir adelante por medio del conocimiento de lo bueno y lo malo. De esa cuenta, toda la raza humana ha vivido con la tendencia de dejar de hacer lo malo, y tratar de hacer lo bueno. Lo que el ser humano no ha querido reconocer es que su realidad es otra, todos tenemos una gran inclinación genética de hacer lo malo. Esto lo vemos desde la niñez, todo lo que es malo, los niños lo aprenden fácilmente. Los jóvenes prefieren “haraganear”, en lugar de hacer sus tareas escolares. Somos aptos para lo malo, nos encanta lo prohibido, nos encanta lo malo. ¿Qué hizo Dios ante esta realidad? Primeramente, Dios le dio la ley al hombre. Se la dio a los hijos de Israel, y básicamente, a todo el mundo. Hasta el día de hoy, todos los países viven bajo esos principios de ley. Dios hizo que los hombres se llenaran de ley en todos los aspectos de su vida: En sus casas, en sus lugares de trabajo, en las escuelas, en los países, etc. todo está sometido a principios de ley, y lo más triste es que hasta las Iglesias están llenas de leyes. Dios mismo se encargó de llenar al hombre de leyes, de conceptos que le mostraran lo bueno y lo malo, para mostrarle que ese no era el camino que debía escoger.
Cuando Jesús nació, vino exactamente con la genética que Dios quiso darle a Adán en el huerto. Dios quería que Adán lo contuviera a Él, pero éste no lo alcanzó, sin embargo, Cristo sí lo logró, Él vino a ser un hombre-Dios. Eso es lo que Dios quiere para toda la humanidad, ningún hombre será pleno con su intelecto, sus fuerzas, o sus logros humanos, sino sólo conteniendo a Dios. El nacimiento de Cristo abrió las puertas para que el hombre volviera a estar unido con la divinidad. La fórmula divino-humana es posible porque el Verbo se encarnó, porque Cristo nació hace dos mil años. ¡Aleluya!
Ningún humano podrá ser pleno sin tener esta fórmula en su vida. Algunos podrán creer que lo que necesitan es tener mucho dinero, sin embargo, mucha gente adinerada se suicida. Otros creen que podrían ser plenos si tan sólo encontraran una persona ideal a la cual pudieran amar, pero la vida nos enseña que tal persona no existe, que nadie puede llenar el vacío que sólo puede llenar Dios. De esa manera el hombre sucumbe en los vicios, el alcohol, las drogas, etc. El hombre sólo estará pleno hasta que contenga a Dios en su interior. El efecto del nacimiento de Jesús es capaz de impactar nuestras vidas, al punto que podemos accesar una vez más a Dios. ¡Amén!
Apóstol Marvin Véliz
Mucha gente se pregunta... para que nací? Cual fue el propósito de mi existir? Esta es la respuesta. Nacimos para ser contenedores de Dios, para ser llenos de la divinidad. Así como un guante fue hecho para ser lleno por una mano, así nuestro ser solo puede ser lleno por nuestro Dios. Por eso fuimos hechos a su imagen y semejanza. Fuimos diseñados contenedores de Dios y con nada mas que con Él seremos llenos completacompletamente.
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