LA OBSERVANCIA DE LA LEY NOS NUBLA EL ENTENDIMIENTO DE LA JUSTIFICACIÓN QUE ALCANZAMOS EN EL NUEVO PACTO.
LA OBSERVANCIA DE LA LEY NOS NUBLA EL ENTENDIMIENTO DE LA JUSTIFICACIÓN QUE ALCANZAMOS EN EL NUEVO PACTO.
Para nosotros los creyentes del Nuevo Pacto, la observancia del principio de Ley representa un gran peligro porque nos nubla el entendimiento de la justificación que tenemos en Cristo Jesús. Para empezar la Ley de Moisés esta basada en la demanda que Dios le había hecho al hombre no caído. El hombre no caído hubiera sido capaz de cumplir la Ley que Dios le dio a Moisés porque en ese estado él era perfecto. Ahora bien, Dios puso la Ley para empezar a tratar con el hombre caído; y su argumento de fondo era: “Haz esto y vivirás”. La Ley expone lo que Dios es, y lo que Él quiere de nosotros, pero jamás provee la virtud para que podamos serlo.
A causa de que la Ley no decía qué podían hacer los hombres para cumplirla, los judíos entendieron que debían volverse personas piadosas y esforzadas moralmente; ellos creyeron que si “trataban” de cumplir la ley, iban a alcanzar Justicia delante de Dios. Conforme pasó el tiempo, los israelitas piadosos se dieron cuenta que era imposible cumplir la Ley, de manera que lo que hicieron fue humillarse ante el Señor y esperar en Su misericordia. Algunos de ellos entendieron que la misma ley les decía que debían presentar víctimas delante de Dios, con el fin de poner su fe en el Cordero de Dios que habría de venir.
Casi todo el libro de levítico trata de los sacrificios que los israelitas debían ofrecer con el fin de limpiar sus pecados delante de Dios. Según era el pecado o la inmundicia, así había un sacrificio que realizar. La ley era un manual que subliminalmente le decía a los judíos: “Si tú quieres estar bien delante de Dios alguien más tiene que morir por ti”.
Dios sutilmente trabajó a los piadosos de Israel mediante la Ley. Cuando ellos pecaban, ellos se acercaban al altar para ofrecer una víctima delante de Dios, sólo que en el fondo ellos sabían que no podían ofrecer un animal por cada pecado cometido. Los judíos de fe sabían que los sacrificios se quedaban cortos para solventar sus pecados interiores, pues, en realidad la ley sólo juzgaba y solucionaba los asuntos de afuera, no los del corazón. De esta manera muchos piadosos llegaron a entender que tenían que esperar una justicia mayor que la que les proporcionaba la Ley. De hecho, el mismo Moisés se los advirtió; dice Deuteronomio 18:15 “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…” Ellos ya estaban advertidos que algo nuevo habría de suceder algún día, que alguien mayor a Moisés iba a aparecer, y los iba a justificar plenamente delante de Dios. Muchos judíos lograron atisbar que los sacrificios de animales sólo fueron una sombra del Cordero de Dios que habría de venir.
En el Nuevo Testamento cambia radicalmente el principio de Ley; ahora la justicia ya no está amarrada a la Ley de Moisés. No debemos pensar que el Nuevo Pacto consiste en una renovación de la Ley. La Ley no pudo, no puede, ni podrá presentar a ningún hombre justo delante de Dios. El único camino para que obtengamos justicia en el Nuevo Pacto es nuestro Señor Jesucristo.
La Ley demandaba obras, mientras que el Nuevo Pacto sólo vino a pedir fe. En el Nuevo Pacto sólo debemos creer en Jesús, e inmediatamente la Justicia de Cristo aplica para nosotros. Cuando Cristo habitó en carne, Él vivió en santidad, y lo glorioso es que Su santidad nos puede ser imputada por medio de la fe.
Todos los mortales ya no seremos juzgados por la Ley mosaica; jurídicamente hablando todos los seres humanos ya fuimos perdonados por el sacrificio vicario de Cristo Jesús. Y cuando decimos “todos”, esto incluye literalmente a “todos”, incluyendo a los incrédulos. Pueda que alguien al día de hoy no crea en el sacrificio de Cristo Jesús, pero de todos modos Él ya está perdonado delante de Dios. ¿Por qué podemos aseverar esto? Porque la Biblia dice que era necesario que Cristo muriera una sola vez por todos los pecados de toda la humanidad. Leamos atentamente los siguientes versos:
Hebreos 9:28 “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos…”;
1 Pedro 3:18 “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios…”.
1 Juan 2:2 “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.
Estos versos y otros más nos dejan claro que Dios ya perdonó en Cristo todos los pecados de la humanidad. ¿Por qué entonces unos serán salvos y otros se perderán eternamente? Porque unos creen, y otros no; y en este tiempo no alcanzamos la justicia por medio de las obras de la Ley, sino por medio de la fe. Hoy en día hay personas “no salvas”, y no porque sean malas (pues no hay ni uno solo bueno), sino porque no creen en el sacrificio vicario de nuestro Señor Jesucristo.
Dios ha juzgado a la humanidad bajo el principio corporativo. Dice 1 Corintios 15:22 “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”. Este verso nos muestra cómo Dios ha juzgado a la humanidad corporativamente, porque cuando Adán pecó, para Dios todos pecamos. Pero esto también nos trajo grandes beneficios, pues, de igual manera al venir Cristo (que es el postrer Adán) en Él todos fuimos vivificados. El marco de justicia que sucedió en Cristo nos incluyó a todos, de modo que jurídicamente ya todos morimos juntamente en Él. Ahora la Ley no nos puede condenar, porque ya la Ley mató a Cristo, por lo tanto, nosotros también morimos con Él. En esto consiste el sacrificio vicario de Jesús, Él murió por nosotros, Él tomó nuestro lugar, y cuando Él murió fuimos absueltos de la condenación de la Ley.
¿Se da cuenta cómo el Nuevo Pacto nada tiene que ver con la Ley? La justicia en el Nuevo Pacto no se obtiene bajo el principio de Ley “Haz esto y vivirás”, sino que es imputada la justicia por medio de la fe. Muchos hoy en día mezclan estos principios, creen que deben recibir a Cristo Jesús por la fe pero que deben hacer obras para no perder dicho regalo. No tenemos que “hacer” ciertas cosas buenas para alcanzar o mantener la justicia que nos han imputado en Cristo. Lo que tenemos que hacer en este mundo es vivir como Dios quiere para obrar conforme a la vida divina implantada en nosotros y Dios mismo nos ha de juzgar como hijos en la medida de cómo dejar que la vida divina se procese en nosotros.
Apóstol Marvin Véliz
Aleluya!!! Cristo es nuestra justicia!!! Por la fe y por fe en El somos hechos hijos de Dios Juan 1: 12 más a todos los que le recibieron a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
ResponderEliminarVerso 16 porque de su plenitud tomamos todos y gracia sobre gracia.
Pues la ley por medio de Moises fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Amén...
Aleluya!!! Cristo es nuestra justicia!!! Por la fe y por fe en El somos hechos hijos de Dios Juan 1: 12 más a todos los que le recibieron a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
ResponderEliminarVerso 16 porque de su plenitud tomamos todos y gracia sobre gracia.
Pues la ley por medio de Moises fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Amén...
Que hermosa esta palabra porque muchas veces las personas creen que para ser salvos tenemos que tener fe pero que tambien tenemos que cumplir la ley para ser salvos y eso no es asi ahora con esta palabra podemos entender que lo unico que el Señor nos pide que creamos en el para asi poder ser salvos y no seguir la ley porque el Señor ya se deciso de ella amen.Benjamin
ResponderEliminarHermanos que maravillosa esta palabra y ahora nos queda bien claro que no tiene que ver la ley con el nuevo testamento, por que lo que Dios desea pienso yo en este tiempo es que vivamos en la esfera de la Fe, es muy dificil pero no hay que decaer en esto y agarrarnos de verdad de la mano del Señor y de esa manera iremos obrandocomo el quiere que lo agamos en esta tierra.Amen
ResponderEliminarComo nos puede engañar la ley y la religión al pensar que la podemos cumplir, pero el que es honesto reconoce delante del Señor que es imposible cumplirla, podremos maquillar el exterior, pero el interior no lo podemos cambiar, a menos que la vida del Señor se procese en nosotros. ¡Bendita debilidad que no nos permite sentirnos, ni vernos, grandes, y que nos hace sentir la necesidad de estar en Cristo!, Dios quiere nuestro corazón y este solo puede ser conquistado por la vida del Espíritu, no hay fuerza humana que pueda cambiarlo.
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