DIFERENCIAS ENTRE ORAR DISCURSIVAMENTE, Y ORAR CONTEMPLATIVAMENTE
Los que hemos salido de las líneas protestantes, cuando pensamos en oración, lo primero que se nos viene a la mente es hablar. No es problema orar en voz alta, pero tampoco debemos ignorar que podemos orar contemplativamente. La oración contemplativa es una práctica contraria a lo que posiblemente la mayoría de nosotros hemos conocido por oración. Para que diferenciemos estas dos maneras de orar, a la oración hablada le podemos llamar “Oración Discursiva”, y a la oración en silencio le podemos llamar “Oración Contemplativa”. Lo que debemos recobrar en este asunto es que no sólo podemos orar discursivamente, sino también podemos hacerlo contemplativamente.
Una muestra de la oración discursiva es lo que dice Mateo 6:9 “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre…”. En estos versos vemos que los discípulos aprendieron a orar articulando palabras, por lo tanto, jamás estaremos en contra de orar discursivamente, pues, es una enseñanza que nos dio el mismo Señor Jesús. Ahora bien, tampoco debemos creer que sólo podemos orar con palabras, porque igualmente bíblico es orar contemplativamente, es decir, en silencio. La oración contemplativa no necesita palabras, porque ésta no se da nivel del alma. Recordemos que las palabras y los pensamientos provienen del alma, pero la oración contemplativa se da a nivel de espíritu, y como Dios es Espíritu, podemos tener una comunión espiritual con Él.
La oración discursiva está orientada a cubrir las necesidades nuestras y de los demás, prueba de ello es la famosa oración del “Padre Nuestro”. En estos versos vemos muchas necesidades personales, tales como pedirle a Dios que nos provea del pan de cada día, que perdone nuestros pecados, y que nos libre del maligno, etc. Hace algún tiempo hablamos que a este tipo de oración le podemos llamar la “Oración Sacerdotal”, que es la oración que tiene como objetivo primordial interceder por las múltiples necesidades que vemos en nosotros y en nuestros hermanos. Como le repito, no estamos diciendo que “no” debemos orar discursivamente, es más, hemos enseñado abundantemente que debemos orar los unos por los otros. Ahora bien, el apóstol Pablo nos da un equilibrio hermoso en cuanto a la oración. Dice 1 Corintios 14:15 “¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”. El apóstol Pablo claramente dice que podemos orar con el espíritu, y que de igual manera podemos orar con el entendimiento. Si queremos ponernos de acuerdo con otros hermanos para pedir algo en el Nombre del Señor, es necesario que usemos nuestra mente, y que además articulemos palabras; esto es orar con el entendimiento. Dice Mateo 18:19 "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”. Este verso nos confirma que para interceder junto con nuestros hermanos, definitivamente necesitamos hablar.
Si queremos practicar la oración discursiva, esta debe gestarse primeramente en nuestro espíritu, luego pasar por el corazón, y finalmente la mente debe transformar todo ese impulso divino en palabras inteligibles; esta es la oración que Pablo decía: “Oraré con el entendimiento…”.
La Oración contemplativa lo que hace es simplificar todo este proceso que se da a nivel del alma, a través de una comunión directa con Dios por la vía del espíritu. En la oración contemplativa no necesitamos un esfuerzo de la mente para encontrar las palabras adecuadas, tampoco necesitamos sentimientos, ni escudriñar nuestro corazón; lo único que necesitamos es tener comunión con Dios por medio de nuestro espíritu. En la medida que nos ejercitemos para no involucrar nuestra alma, y sepamos cómo tocar a Dios con nuestro espíritu, vamos a adentrarnos a la oración contemplativa.
Veamos los siguientes pasajes bíblicos para poner el fundamento de que sí existe la oración contemplativa. Dice Lucas 6:12 “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios”. Imagínese en el plano físico lo que nosotros entendemos evangélicamente de este pasaje. ¿Se puede imaginar a un Cristo que se arrodilló para orar a las 9:00 pm y que terminó hasta las 5:00 am? ¿Será que pudo orar el Señor durante ocho horas, hablando sin parar? ¡Imposible! Creo que nadie tiene tal capacidad de orar de esa manera. ¿Cómo hizo el Señor, entonces, para orar toda la noche? Obviamente, no oró discursivamente todo ese tiempo. Dice el Salmo 16:8 “Al Señor he puesto continuamente delante de mí; porque está a mi diestra, permaneceré firme”. Esto es el concepto real de la oración contemplativa: “poner al Señor delante de nosotros”. La experiencia de orar contemplativamente no es estarle diciendo palabras a Dios, sino estar delante de Él por medio de la fe. Esta es la manera en la cual el Señor oró toda la noche, estando delante del Padre, en una comunión de espíritu.
Salmo 37:7 “Confía callado en el Señor y espérale con paciencia”.
Salmo 27:14 “Espera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al Señor”.
Isaías 30:15 (BTX) “Pues así decía el Soberano, yhvh, el Santo de Israel: Vuestra salvación está en volverosa mí y tener calma; Vuestra fortaleza consiste en confiar y estar tranquilos”;
Esperar en Dios, confiar en Él, estar en reposo, estar tranquilos, verlo, y otras palabras similares que podemos encontrar en otros versos son señal de que orar no necesariamente es hablar, sino podemos orar estando en silencio delante de Él.
Dice Hebreos 4:16 “Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para que obtengamos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro”. Este pasaje no dice que le hablemos a Dios, sino que nos acerquemos a Él. ¿Acaso nosotros como padres no nos acercamos a nuestros hijos sólo para abrazarlos, sin necesidad de tener que hablar? La contemplación es una comunicación íntima, no verbal, que podemos tener con Dios.
2 Corintios 3:17 “porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. v:18 Pero nosotros todos, con rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, vamos siendo transformados por el Espíritu, de gloria en gloria, en la misma imagen del Señor”. Este pasaje claramente dice que “contemplando al Señor somos transformados”. Debemos ser honestos para ver que el pasaje no nos está diciendo que hablemos, sino que contemplemos a Dios. La intención de orar contemplativamente es no meter nuestra alma, es no permitir que aparezcan nuestros sentimientos, ni nuestros deseos, sino que nuestro momento presente psicológico esté apaciguado, y de esa manera nuestro espíritu pueda entrar en unión con Dios.
“La oración en la cual no intervienen las palabras es la oración más pura e íntima con el Señor”.
Yo les animo a que examinen estas cosas que hemos compartido a la luz de Las Escrituras, para que así sea algo de valor para ustedes. La predicación del Evangelio se desató por medio de los apóstoles a causa de que ellos fueron contemplativos. El apóstol Juan dice en una de sus cartas: “Y vimos Su gloria…”, es decir, “lo contemplamos”. La fórmula no ha cambiado, no hay manera de que nosotros podamos predicar genuinamente a Cristo, a menos que primeramente lo contemplemos.
Los apóstoles vieron al Señor físicamente, sin embargo, después que Él partió lo siguieron contemplando. Nosotros podemos ver al Señor también, pero no con nuestros sentidos físicos, sino por medio del Espíritu. Si esto no fuera así, a qué se refiere el verso que dice: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” (Hebreos 12:2). Creo que todos estamos de acuerdo que estas palabras no se refieren a ver físicamente al Señor, sino que hay otra forma de poner nuestros ojos en Él. De igual manera, cuando Pablo dice: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Este otro verso no se refiere a ver el cielo físico, y mucho menos a ver el techo físico de nuestra casa, por lo tanto, sólo nos queda una manera de entender estas palabras; el apóstol Pablo nos está invitando a ver las cosas de Dios con los ojos espirituales. A esto se refiere la contemplación, a usar nuestro espíritu para poder ver a Dios. Los ojos del espíritu no nos dan imágenes físicas, ni mentales, pero sí nos permiten percibir a Dios.
En el tiempo de la contemplación nuestra alma y todas sus funciones no pueden dejar de existir, pero sí las podemos dejar en un modo latente, no activas al 100%, y nos quedamos únicamente en fe, estando delante de Dios. Si en ese tiempo nos viene un pensamiento a la mente, sencillamente lo dejamos pasar, y regresamos a nuestra comunión con Dios; si luego viene otro pensamiento, de igual manera lo dejamos pasar, y volvemos a poner nuestros ojos en el Señor. Si practicamos esto con constancia y sencillez, llegaremos a tener una Vida de paz, se cumplirá en nosotros lo que dice Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Poco a poco, nuestro espíritu va a suministrarle a nuestra alma el influjo de la Vida divina, y vamos a ver los beneficios aleatorios y colaterales que conlleva orar contemplativamente.
Apóstol Marvin Véliz
muchas veces pensamos que la unica oracion es la discursiva pero gracias a esta palabra podemos ver que hay otra oracion que es la contemplativa y como atraves de esta oracion podemos contemplar al Señor de una manera extraordinaria y al hacer eso poco a poco se ira transformando todo nuestro ser amen.
ResponderEliminarAl orar muchas veces pensamos que lo demos hacer discursivamente por que sentimos que Dios nos va a escuchar por que nosotros se lo pedimos y no esta mal, pero hay una manera en la cual no somos nosotros los que nos metemos, no es nuestra alma si no es nuestro espiritu y esa es la contemplacion solo necesitamos tener fe y calladamente permitirle al Señor que actue en nosotros.Amen
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