CÓMO PERMANECER EN EL HIJO Y EN EL PADRE
Dice 1 Juan 2:18 “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. v:19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. v:20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. v:21 No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. v:22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. v:23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. v:24 Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. v:25 Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna”.
Según el v:24 el apóstol Juan nos está hablando de cómo permanecer en el Hijo y en el Padre. A lo largo de todo el Nuevo Testamento encontramos tres temáticas muy importantes: 1) Lo concerniente a permanecer “con” el Hijo, 2) Entender que el Hijo permanece “en” nosotros, y 3) Que debemos permanecer “en” el Hijo; aunque parecen solo un juego de palabras, son tres verdades distintas. Ante la advertencia del apóstol Juan en estos versos, cabe preguntarnos: ¿Es posible que como creyentes dejemos de permanecer en el Hijo? Por supuesto que sí, la respuesta la encontramos en las palabras que dijo el Señor en Juan 15:1 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. v:2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”.
Luego sigue diciendo 1 Juan 2:26 “Os he escrito esto sobre los que os engañan. v:27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”. Ya vimos que es posible dejar de permanecer en el Hijo, ¿Qué podemos hacer, entonces, de manera práctica para permanecer en el Hijo? Lo más práctico es permanecer en Su Cuerpo, es decir, en la Iglesia. Dejamos de permanecer en el Hijo cuando nos alejamos de la Iglesia, pero permanecemos cuando estamos ligados a ella. La exhortación del apóstol Juan es a que permanezcamos en el Hijo, en nuestras Iglesias locales. Ahora bien, ¿cómo surgen las Iglesias locales? A través de las reuniones de los santos. Es imposible que surja una Iglesia local si no hay reuniones.
Las cartas del apóstol Pablo nos dicen lo concerniente a Cristo y la Iglesia, en su mayoría de una manera subjetiva, pero el apóstol Juan nos dice lo concerniente a Cristo y a la Iglesia de una manera objetiva y práctica. Para Juan, Cristo es la Iglesia que se reúne localmente, así de prácticas son sus cartas. Por eso Él dice en 1 Juan 2:28 “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados”. Una vez más, él nos está exhortando a permanecer en el Hijo a través de las Iglesias locales, para que cuando Él vuelva tengamos confianza, es decir, seamos hallados entre los vencedores. No todos los que se congregan serán vencedores, pero los que no se congregan no tienen la más mínima esperanza de llegar a serlo. Quizás nadie será vencedor solo por congregarse, pero seguramente le faltará muy poco para ser aprobado. Todo creyente que persevera en una Iglesia local, que soporta a los hermanos, que es fiel para reunirse muy por encima de sus gustos, o deseos espirituales, está ganando puntos para ser aprobado por Dios. Hay creyentes que vienen al Señor, se consagran para Él, le sirven de todo corazón, y resulta que es cuando más mal les va en su vida natural; la razón de esto es que Dios está probando su fe, pero si permanecen en Él ligados a una Iglesia local, tendrán grande recompensa en aquel día. Yo como apóstol también les exhorto a que permanezcan fieles a Su Iglesia local, no se vayan; no se preocupen de hacer grandes alardes de fe, pero quédense, y muy probablemente en aquel día tendrán la confianza de no ser avergonzados.
La única manera objetiva que tenemos para permanecer en el Hijo es a través del Cristo Iglesia, el Cristo que encontramos en los hermanos de la congregación. Tal vez nuestras reuniones y nuestros lugares de reunión han perdido el atractivo “evangélico” que tuvimos por años, pero consolémonos con el hecho de que tampoco nuestro Señor Jesucristo fue atractivo cuando estuvo en este mundo. Seguramente no era atractivo, ni honroso, presentar a un carpintero como el Mesías que tanto esperaba Israel. Refiriéndose a Jesús, los hombres de aquel tiempo decían frases tales como: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?”; “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él”; “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él”. Frases como estas surgieron a causa de la falta de atractivo religioso que tuvo el Señor Jesús, sin embargo, Él era Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”. Lo mismo nos puede pasar a nosotros, el Cristo Iglesia es poco atractivo, pero si tenemos fe, cada vez que nos reunimos con nuestros hermanos allí está Dios con nosotros.
Como Iglesias locales tenemos la gran responsabilidad de darle expresión a Cristo aquí en la tierra. Hace dos mil años la divinidad se encarnó en un niño, el cual todos creían que era hijo de José y María, sin embargo, era Dios; como dice Juan 1:11 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. v:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; v:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. La manifestación de Dios en carne fue pura escogencia divina, a nosotros tal vez no nos agrada, pero fue lo que Él quiso. Así como Jesús se prestó para expresar a Dios en su cuerpo físico, Dios espera que nosotros nos dispongamos como Iglesias locales, instituidas bajo Su Oikonomia, para expresarlo a Él.
La Oikonomia del Nuevo Testamento nos dice que Dios decidió reunir todas las cosas en Cristo, el asunto es que Jesús ascendió al Cielo, de modo que, para que en esta era todas las cosas de la tierra permanezcan en Él, es necesario que exista un Cuerpo que también lo exprese en la tierra, y esa entidad son las Iglesias locales. El Nuevo Pacto sigue siendo la manifestación de Dios en carne, pero en esta era, esa fusión divina-humana solo surge por medio de las reuniones de los santos y fieles que permanecen en sus Iglesias locales.
Apóstol Marvin Véliz
La única manera objetiva que tenemos para permanecer en el Hijo es a través del Cristo Iglesia, el Cristo que encontramos en los hermanos de la congregación. Tal vez nuestras reuniones y nuestros lugares de reunión han perdido el atractivo “evangélico” que tuvimos por años, pero consolémonos con el hecho de que tampoco nuestro Señor Jesucristo fue atractivo cuando estuvo en este mundo. Seguramente no era atractivo, ni honroso, presentar a un carpintero como el Mesías que tanto esperaba Israel. Refiriéndose a Jesús, los hombres de aquel tiempo decían frases tales como: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?”; “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él”; “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él”. Frases como estas surgieron a causa de la falta de atractivo religioso que tuvo el Señor Jesús, sin embargo, Él era Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”. Lo mismo nos puede pasar a nosotros, el Cristo Iglesia es poco atractivo, pero si tenemos fe, cada vez que nos reunimos con nuestros hermanos allí está Dios con nosotros.
Como Iglesias locales tenemos la gran responsabilidad de darle expresión a Cristo aquí en la tierra. Hace dos mil años la divinidad se encarnó en un niño, el cual todos creían que era hijo de José y María, sin embargo, era Dios; como dice Juan 1:11 “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. v:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; v:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. La manifestación de Dios en carne fue pura escogencia divina, a nosotros tal vez no nos agrada, pero fue lo que Él quiso. Así como Jesús se prestó para expresar a Dios en su cuerpo físico, Dios espera que nosotros nos dispongamos como Iglesias locales, instituidas bajo Su Oikonomia, para expresarlo a Él.
La Oikonomia del Nuevo Testamento nos dice que Dios decidió reunir todas las cosas en Cristo, el asunto es que Jesús ascendió al Cielo, de modo que, para que en esta era todas las cosas de la tierra permanezcan en Él, es necesario que exista un Cuerpo que también lo exprese en la tierra, y esa entidad son las Iglesias locales. El Nuevo Pacto sigue siendo la manifestación de Dios en carne, pero en esta era, esa fusión divina-humana solo surge por medio de las reuniones de los santos y fieles que permanecen en sus Iglesias locales.
Apóstol Marvin Véliz
Hermanos Dios desea que nosotros estemos pegados a el y que comencemos a dar frutos pero eso no lo obtendremos si no conformamos el Cuerpo de Cristo, el Señor abita en cada uno de nostros reunamos como su iglesia y ya no obre segun nuestra carne si no segun la voluntad de de Dios.Amen
ResponderEliminarQue importante es que nos podamos reunir en una iglesia local porque al no reunirnos estamos desechando al hijo y al padre y eso no debe ser así, nuestra actitud debe ser de congregarnos de amar a nuestros hermanos y ser fieles en su reino,así que hermanod que le tomemos impotancia a reunirnos para que así el día que el Señor venga bo quedemos avergonzados delante de el
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