¿CÓMO PODEMOS SER BENEFICIADOS POR LA VIDA DIVINA?
INTRODUCCION:
Todos estamos conscientes que cuando recibimos al Señor Jesús como nuestro salvador, según nos dice la Escritura somos uno solo en Espíritu con Él, de manera que nos convertimos en la morada de Dios, en la casa de Dios. Esto significa que el Señor viene en Espíritu a morar en nuestro ser más profundo. Esto lo testifica todo el Nuevo Testamento de cómo nosotros somos participantes de la vida divina.
Ahora bien, un error que ha cometido toda la cristiandad a lo largo de los años es pensar que sólo por el hecho de aceptar a Cristo y tener al Señor en nuestro ser interior es un sinónimo de transformación o de cambio. Déjeme decirle que si Usted cree eso está equivocado, no precisamente lo uno implica lo otro, debería ser así, pero no siempre lo es, y es precisamente lo que quiero exponerle en este artículo
Quiero plantearle la siguiente disyuntiva en la que nos encontramos muchos veces los creyentes: aunque usted sea un hijo de Dios y haya aceptado al Señor, y tenga al Espíritu Santo morando en Usted, no necesariamente por ello es una persona transformada. Y es que uno de los conflictos más grandes que hoy en día enfrentamos, es que vemos tanta gente convertida, pero muy poca transformada por el poder de Dios. A veces decimos: “lo más seguro es que esa gente ni conoce al Señor”, y puede ser que si, o puede ser que no. La realidad es que nosotros no somos jueces ni tampoco somos el Espíritu Santo para estar detectando en dónde está Dios y dónde no, en el corazón de las almas. Lo que si puedo decirle es lo que dice la Escritura: “El que confesare con su boca y creyere en su corazón que Jesús fue levantado de los muertos será salvo”. Así que yo creo la Palabra y si usted ha hecho una confesión de fe, Dios está en usted. El punto no es si tiene o no al Señor, pues la escritura dice en Romanos que el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Lo que vengo a decirle es que indiscutiblemente todos los creyentes de alguna manera tenemos una crisis de fe debido a que lo que vemos en la Escritura y pensamos que deberíamos ser, no es precisamente lo que en la realidad vivimos y practicamos, de tal suerte que se vuelve tan distante nuestra realidad de vida con la realidad que encontramos en la Palabra del Señor.
A raíz de eso es que quiero invitarlo a Usted que me acompañe para que juntos podamos descubrir ¿cómo podemos ser beneficiados por la vida divina?
Vamos a 1a Tesalonicenses 5: 23
23Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo
Si nosotros entendemos bien esta porción de la Escritura, más otras relacionadas a esta que existen, nos daremos cuenta que somos seres tripartitos, es decir que estamos conformados de espíritu, alma y cuerpo, no solo de algo interior invisible, y algo visible como el cuerpo, sino más bien de una parte invisible: espíritu y alma, y una parte visible: el cuerpo.
A lo largo del Nuevo Testamento existe un fenómeno bien marcado, y es que cuando nosotros conocemos al Señor, el Dios del Cielo llega a habitar a nuestro espíritu. Génesis dice: “el día que comieres de este árbol (de la ciencia del bien y el mal) ciertamente morirás” esto quiere decir que el hombre murió ese día que comió del fruto de ese árbol, pero no lo hizo físicamente pero sí espiritualmente, porque su espíritu dejó de tener acceso a la Gloria de Dios, tal y como lo dice Romanos 3:23 (por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios).
La Biblia nos enseña que cuando creímos en el Señor fuimos regenerados, lo que significa que hemos nacido de nuevo, tal y como lo dice Juan 3 y Tito, esta última carta dice que fuimos “regenerados”, que es al fin de cuentas el mismo concepto. Entonces nosotros volvimos a nacer pero en nuestro espíritu, lo que significa que nuestro espíritu fue resucitado y volvió a la vida; en otras palabras, se volvió a conectar con Dios.
Entonces cuando somos regenerados o vueltos a la vida divina, el mayor conflicto es el alma del creyente. Y es que podemos decir que muchos de nosotros nos convertimos al Señor por un nuevo nacimiento del espíritu pero no estamos convertidos en nuestra alma, pues esta sigue siendo dura, testaruda, necia, etc. De tal manera que para ser beneficiados de la vida divina que ya está en nosotros, es necesario que esta pueda fluir, así como dice la escritura: “los que crean en Mi, desde lo profundo de su interior correrán ríos de agua viva”, esto quiere decir que la Vida Divina que está en su espíritu, está esperando como fluir para que usted pueda verse beneficiado en su experiencia como ser humano en su vida interior del alma.
El creyente entonces es transformado y liberado cuando tiene la oportunidad de que esa Vida Divina que está en su espíritu pase a su experiencia del alma. Si eso pasa en usted su alma es seducida, conquistada, enamorada, liberada y transformada.
Apóstol Marvin Véliz
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