EL PENTECOSTALISMO NO AYUDA A UNA TRANSFORMACION INTERIOR
Permítame iniciar con el siguiente ejemplo: En este tiempo, muchos padres cometen el error de permitirle a sus hijos comer lo que ellos quieren, de modo que, pueden quedar satisfechos pero no necesariamente se están nutriendo bien. Debido al desorden alimenticio, hoy en día hay niños que están padeciendo de diabetes, hipertensión arterial, etc. enfermedades que deberían aparecer a edades mayores, sin embargo, la mala alimentación es la causa principal de que estos males aparezcan a edades tempranas. Un niño puede saciarse con una soda y un churro, pero no necesariamente se está nutriendo con esas cosas. De igual manera nos ha sucedido a nuestra generación espiritual, por años aprendimos a sentirnos saciados con muchas cosas que nos enseñó la religión, sin embargo, no necesariamente nos ayudaron a tener un crecimiento espiritual genuino. Yo recuerdo que hace muchos años asistía a todas las campañas que aparecían en Guatemala, cada predicador famoso que llegaba, tenía por costumbre ir a escucharlo. En mi interior yo deseaba mucho de Dios, y por eso asistía a todas las actividades posibles; yo sabía que nada iba a llenar mi vida más que Dios, y pensaba que tal activismo me iba a ayudar a encontrar tal saciedad interior. Verdaderamente Dios es una fuente de agua viva en nosotros, el detalle es que muchas veces no sabemos cómo acceder a ese potencial divino que nos han dado, y ahí es donde muchos caemos en religión.
Desde los años 1500, cuando surgió la llamada “Reforma de Lutero”, hasta los inicios del movimiento pentecostal, la Iglesia protestante hacía un gran énfasis en doctrinas legalistas, de abnegación, abstinencia, votos de pobreza, y todo tipo de prácticas ascetas, pensando que así habrían de encontrar el fluir de la Vida divina. Instintivamente, todo creyente siempre va a desear que fluya la Vida divina en su interior, el problema ha sido la mal formación que hemos tenido desde muchos años atrás, pasando por alto el principio que dijo el Señor Jesús: “… Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio”. (Mateo 23:26). En el fondo, hasta el más carnal desea una transformación, el problema es que hemos sido enseñados a buscar cambios de afuera hacia adentro, cuando debe ser lo inverso.
En los últimos cien años de historia, el movimiento Pentecostal, así como el Neopentecostal, fueron movimientos que influenciaron nuestra generación con un evangelio sensacionalista, nos enseñaron a ver resultados externos, y a percibir a Dios externamente, de manera que aniquilaron la Vida interior. En realidad, los milagros, las unciones, y las manifestaciones sobre naturales de Dios no son malas, lo malo es la doctrina pentecostal que nos enseñó a depender de ellas, y creer que ellas son Dios. El movimiento pentecostal vino a proponerle a la cristiandad lo siguiente: “Busquen el poder de Dios, eso es lo que tanto necesitan”. Aparentemente, esa enseñanza no era mala, pero vino a causar estragos sin precedentes. De allí que los “ministros” de Dios empezaron a impartir unciones, a buscar milagros de sanidad, a liberar mediante la imposición de manos, etc. lo que no se dieron cuenta es que cambiaron la manera de obrar de Dios. A estas alturas la mayoría de creyentes desean sentir a Dios externamente, cuando deberían echar mano de la Vida Eterna que les fue dada en su interior al momento de la conversión.
El legado que nos dejó el pentecostalismo en los últimos cien años ha sido nefasto, nos enseñó a sentirnos saciados, pero con el tiempo nos hemos dado cuenta que carecemos de una sana nutrición espiritual. He ahí la necesidad de abandonar esta manera de buscar al Señor. Las unciones, los milagros, las campañas de avivamiento, y tantas cosas más que surgieron, jamás fueron diseñadas por Dios para transformar el interior de los hombres. La experiencia nos ha mostrado que la mayoría de líderes de estos movimientos han sido los hombres más orgullosos, tiranos, autoritarios, y faltos de misericordia entre las Iglesias, pero arriba del púlpito son poderosos en señales y milagros.
La cristiandad hoy en día ha perdido su sabor, hace muchos años cuando alguien decía que era “cristiano” se le abrían muchas puertas, aún para trabajar; hoy en día, presentarse como “cristiano”, lejos de ser una buena referencia, parece todo lo contrario. ¿Por qué hemos llegado a esta condición? Porque hemos dejado de perseguir la vida interior, hemos dejado a un lado la oración, la santidad, la lectura de la Escritura, los momentos devocionales con Dios, etc. Todo lo que los creyentes buscan hoy en día es lo que se pueda ver en público, lo que se exhibe, lo que causa una buena impresión externa, pero dista en mucho de la vida interior que el Señor Jesús enfatizó en el Nuevo Testamento.
A estas alturas es difícil darse cuenta que la doctrina pentecostal es perjudicial para el creyente y para la Iglesia en general. No puedo decir que este movimiento es diabólico, pero es nocivo en el sentido de que vino a cambiar la vida interior por el poder de Dios que se puede ver externamente, y jamás ha estado en el corazón de Dios que usemos ese poder para nutrirnos espiritualmente. Ciertamente los apóstoles del principio usaron el poder del Espíritu Santo para predicar el Evangelio, no para nutrirse espiritualmente. Yo creo que Dios recobró mucho al mostrarnos Su Poder para hacer milagros, bajo este aspecto yo creo en el poder pentecostés; en lo que yo no estoy de acuerdo es en tener que buscar una unción externa para ser vivificado interiormente. El poder del Espíritu Santo no es lo que necesitamos para crecer espiritualmente. Ninguna experiencia exterior nos va a transformar; un ejemplo de esto es el don de lenguas, muchos lo han recibido, pero aunque sean diestros en ese don, saben que eso no los ha transformado. La manera que Dios ha dejado para dispensarnos a cada uno Su Vida divina no es a través de manifestaciones divinas externas, sino mediante una comunión con Él en un plano interior. El método del Señor Jesús no fue: “Experimenta el poder del Espíritu Santo y sígueme”, sino “niégate a tí mismo, toma tu cruz y sígueme”.
En los últimos años yo he estado compartiendo en las Iglesias acerca de la necesidad de integrarnos al Cuerpo de Cristo, pero como miembros en lo particular, debemos nutrirnos y crecer juntamente con el Cuerpo. Dice Romanos 12:4 “Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, v:5 así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros”. Este verso nos aclara que Dios hace en nosotros un trabajo, tanto en lo corporativo, como en lo particular. Dios quiere que nosotros estemos injertados en el Cuerpo, que ayudemos en nuestra Iglesia local, y de igual manera, que seamos edificados en esa dimensión. Ahora bien, así como hay un trabajo que Dios hace en lo colectivo, también hay un trabajo que Él quiere hacer con cada uno de nosotros en lo individual. El Señor quiere que en lo particular, tengamos un contacto con Su Vida divina para que de igual manera nosotros también podamos transmitirla a otros. La Vida que nosotros encontraremos en el Cuerpo será sustanciosa, y digerible, cuando sea la experiencia interior de cada uno de los miembros.
Si deseamos una transformación genuina en el plano personal, debemos buscar y practicar lo que es adecuado para fortalecer nuestro hombre interior. Una de las herramientas más maravillosas que nos permiten tener acceso a la Vida divina que nos han depositado en nuestro interior es la contemplación. Esta práctica no es atractiva para la carne, seguramente no nos dejará percepciones, ni sensaciones espirituales como las que nos enseñó la doctrina pentecostal, pero sí es una vía segura para tener acceso a Dios.
Hace años leí un libro que nos da ciertas pautas para saber cómo podemos tener el fluir de la Vida divina en nuestro interior. El libro es una compilación que hizo el hermano Gene Edwards, de escritos de tres santos de Dios que vivieron hace algunos siglos, ellos son los hermanos Fénelon, Miguel de Molinos y Madame Guyon. Estos hombres eran contemplativos, ellos hablaron mucho acerca de la “Oración del Silencio”. Yo no le recomiendo que lea las traducciones de estos libros como una primera fuente para saber acerca de la oración contemplativa. En lo personal, me costó mucho entender estos escritos, y una de las razones de peso es porque nosotros leemos las traducciones al español. Ahora que ya hemos avanzado un poco más en lo que concierne a la contemplación, puedo entender más claramente lo que enseñaron estos tres hermanos, y me doy cuenta que no estaban errados.
Durante algún tiempo dejé de practicar la “oración del silencio”, a causa de que sentía que me hacía falta cierta instrucción. Un día mientras desayunaba, tomé el periódico, y en una de las primeras páginas anunciaban un seminario de “contemplación”. Los organizadores y los expositores de dicho evento eran católicos, sin embargo, en su publicación ellos decían que la “contemplación” era la manera más apropiada de orar; esas pocas palabras me cautivaron y decidí ir a escuchar el seminario que iban a impartir. Los organizadores iniciaron la actividad con un video del padre Thomas Keating. Cuando yo escuché hablar a este hombre, sus palabras impactaron mi vida grandemente; en mis casi cuarenta años de conocer al Señor, nunca había escuchado hablar a alguien con tanta profundidad y sencillez con la que él empezó a compartir. Este hombre empezó a hablar sin usar notas, ni Biblia, sin embargo, había una fuente en Él que no dejaba de fluir; cada palabra que decía era una revelación profunda, y a la vez sencilla, que se acrecentaba cada vez más.
Yo no voy a realzar la doctrina católica, pero sería triste no aprovechar la revelación que Dios le ha dado a este hombre con respecto a la oración. Puedo decirles con toda sinceridad que a través de el hermano Keating pude obtener el fundamento bíblico que me hacía falta para entender lo concerniente a la contemplación. Digo estas cosas como un testimonio, ya que no sólo he recibido beneficios doctrinales, sino en mi vida interior, jamás me había sentido tan lleno de paz y pleno, como en este tiempo que he estado practicando la oración contemplativa. Me he sentido “extrañamente” viviente, y uso la palabra “extrañamente” porque anteriormente cuando predicaba y le servía al Señor al estilo pentecostal, recuerdo que a causa de la unción quedaba exhausto en mi cuerpo físico. Sin embargo, ahora en todo tiempo, siento una paz interior que no tengo que esforzarme por mantenerla, sencillamente está, y creo que es el resultado de estar conociendo al Señor en el plano de mi espíritu, y no externamente como nos enseñó el pentecostalismo. ¡¡Te invito a practicar la oración contemplativa!!
Apóstol Marvin Véliz
Que bendicion poder entender que Cristo , no es una religion mas o un metodo x. Si no una vida que esta dentro de nosotros .
ResponderEliminarMe gusto el verso que aca pone el hno El que quiera seguirlo nieguese a si mismo tome su cruz y sigame.
Este nos habla de ya no vivir dependiendo de nuestra vida del alma
(Nuestros deseos ,nuestra voluntad, nuestra propia opinion).
SI no buscarle teniendo una comunion intima y constante reconociendo que tu vida no sirve, para lo bueno ni para agradarle y que alejado de el nada puedes hacer y aun quedando despues quieto y en silencio con fe que estas delante de el, y que tu mente aprenda aquietarse para que aprendas a percibir esa vida que esta en tu espiriru. Esto es la comunion con el pura sin tu buscar nada mas que solo a el.
Los dones ,unciones y lenguas son de bendicion pero no sin antes la PRIORIDAD , su persona su vida su presencia su dvino ser ede encuentro te llevara a expresarlo a el. Como la samaritana se encontro con el y luego pudo contar a otros lo que habia visto y oido,no porque se lo dijeron si ko por la experiencia que ella tuvo.
Bendiciones y iniciemos asi y iremos siendo transformados, dejemos que el quiebre, nuestro corazón duro y religioso y orgulloso y nos de uno de carne para tener el evangelio como una experiencia de nuestro interior hacia el exterior Qué es Cristo en nuestro ser obrando y manifestándose hacia el exterior
Recorde este coro
ResponderEliminarYo anhelo conocer el poder de la resurrección y así poder a Cristo liberar de mí humanidad hasta llegar a la transformación de lo mortal a lo inmortal ,de la deshonra a la gloria, de la debilidad al poder ya nomás alma viviente, sino espiritu vivificante ,queda vida por el poder de la resurrección.
Yo creo hermanos que con esta palabra se nos debe ser abiertos los ojos, y que podamos entender que por mucho tiempo se nos a sido enseñado otra cosa diferente, la religion nos a hecho desviarnos de lo más importante que es que Dios haga una transformación en nuestro interior, pero nosotros como humanos queremos aparentar para que las personas vean en nosotros la vida de Dios, pero en nuestro interior estamos vacios, muertos espiritualmente, pero si tomamos una actitud de arrepentimiento y le dejamos nuestras vidas en las manos de Dios el puede ir obran en nuestras vidas de una manera hinimaginable y eso solo lo conseguiremos por medio de la contemplación.Amen
ResponderEliminarQue hermosa esta palabra porque podemos ver que tanto tiempo que hemos estado viviendo una vida religiosa segun como nos la enseña el ser humano y eso no debe ser asi hermanos que ya podamos dejar de una ves por todas esa vida religiosa que a nuestro interior lo unico que trae es mierte y que podamos vivir una vida llena del espiritu de Dios y dejar todo lo que nos an enseñado atras porque eso trae mueste espiritual y un vacio que solo la vida de Dios puede llenar amen.
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