LA NECESIDAD DE PERSEVERAR EN LA ENSEÑANZA Y LA EXPERIENCIA DE LOS APOSTOLES.
Dice Filipenses 4:9 “Lo que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios de paz estará con vosotros”. Lo que el apóstol Pablo quiere remarcar en este verso es que nadie debe inventar cómo, ni maneras de hacer las cosas en la Iglesia, sino sólo aquellas que recibieron por enseñanza y práctica del ministerio apostólico. En otras palabras, para que la Iglesia sea restaurada lo que debe hacer es volverse a la naturaleza primigenia del Evangelio, qué es lo que les enseñaron Cristo y los Apóstoles.
Conforme ha pasado el tiempo, al estudiar La Biblia, me he dado cuenta que la gran mayoría de creyentes no gozamos de tener un Evangelio que Su naturaleza sea igual a la que predicó Cristo y Sus apóstoles en el Nuevo Pacto. Han pasado veinte siglos desde que el Señor instituyó la Iglesia, y al día de hoy nos es casi imposible entender la naturaleza primigenia del Evangelio.
Alguien dirá: "hermano, lo que ha sucedido es que la Iglesia ha tenido que avanzar con el pasar de los años, se ha tenido que modernizar y tecnificar según el tiempo". Déjeme decirle que la Iglesia no necesita avanzar. El apóstol Pablo dice en Colosenses 2:10 “… vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”.
La Iglesia no empezó faltante. En lo personal no me gusta usar el término de “la Iglesia Primitiva”, porque da la idea que los que comenzaron con la Iglesia no fueron los mas idóneos. Pareciera que el apóstol Pedro en este tiempo no pudiera ser ni siquiera diácono. Perdonen hermanos, pero el apóstol Pedro no fue ignorante en cuanto al Evangelio, aunque él no podía escribir porque era analfabeta, él fue quien le dictó el Evangelio a Marcos. ¿Sería capaz usted de seguir a un apóstol analfabeta? El hecho de que Pedro no supiera leer, ni escribir, no lo hacía ignorante del Evangelio, pues, no necesitaba ser estudiado para contar lo que había visto y oído tocante al Verbo encarnado. Pedro sí sabía cuál era el verdadero Evangelio del Nuevo Pacto.
Nuestro mayor conflicto es pensar que lo que tenemos ahora por Evangelio está bueno. Aceptemos que los resultados de nuestro Evangelio son diferentes a los de la Iglesia del principio, al compararnos con ellos nuestro Evangelio es caótico. Por el lado milagroso, no somos como los poderosos ministros de la Iglesia del Principio. Por el lado de la Vida, estamos todavía más distantes de lo que ellos experimentaron. Según algunos hombres estudiosos, el grado de analfabetismo de aquel entonces (hace dos mil años) era de un 85%, quiere decir que sólo un 15% podía leer y escribir. En nuestro tiempo, a excepción de los muy infantes, el analfabetismo ya no existe. Sin embargo, una Iglesia analfabeta de hace dos mil años fue mucho más gloriosa que la Iglesia de la generación actual que tiene muchas versiones de la Biblia a la mano. Con todas las ventajas que ahora tenemos, no somos mejores que la Iglesia del principio.
Aunque todos sabemos que nuestro Evangelio está en caos, lo que hacemos es refugiarnos en la religiosidad y en la apariencia porque nos cuesta trabajo reconocer que nos hemos desviado del verdadero Evangelio. Yo me propuse criar a mis hijos en mis principios de fe, no importando si ellos ya grandes tomaban otro camino; alabo al Señor y le doy gracias porque ellos ya se casaron y siguen en los caminos del Señor. Yo sé que muchos que están criando a sus hijos hoy, sufren en el interior porque saben que vienen a la fuerza; aún los adultos sufren cuando vienen a la Iglesia porque vienen a comer “cartón”, en lugar de comer a Cristo. ¿Qué podemos, entonces, pedir a los jóvenes si los adultos sabemos que nuestro Evangelio está en graves problemas? A estas alturas, al menos interiormente, todos los creyentes saben que lo que necesitan no es la buena música de una Iglesia, ni los locales de reunión, ni ninguna otra cosa efímera que nos presente el Evangelio “moderno”. Tarde o temprano, todos los accesorios humanos de “atracción” que los hombres le ponen a la Iglesia pasan de moda, ninguno sacia el corazón; llámese ministros, pastores, clases dominicales para niños, grupos de alabanza, templos, doctrinas, etc. todo pasa. La mayoría de estas cosas que hoy son consideradas indispensables para la Iglesia, jamás se mencionaron en el Nuevo Testamento, sin embargo, en aquel tiempo la Iglesia era poderosa.
Hermanos, es difícil creer que un pescador iletrado como Pedro, y otros once similares a él, a quienes los religiosos de aquel entonces despreciaban por su sencillez cultural, hayan aprehendido el verdadero Evangelio. Hay gente tan sencilla (culturalmente hablando) con quienes nos cuesta darnos a entender, y así eran los apóstoles, pero la gente se asombraba cuando los escuchaba. ¿Cómo pudo Dios confiar Su Reino, Su Plan acá en la tierra en doce hombres ignorantes? El apóstol Pablo fue distinto a ellos, pero los primeros, los doce que el Señor escogió eran hombres del vulgo. Si no vemos lo que fue en el principio, seguiremos creyendo que lo más indispensable para un creyente es estudiar en un seminario teológico, o depender del buen léxico de un predicador, pero estas cosas no fueron así entre los doce apóstoles. Seguramente los apóstoles carecieron de los atributos que las gentes hoy admiran entre los predicadores, pero tuvieron otras cosas que hoy en día son carentes entre los “hombres de Dios”.
Algo tuvo que tener la Iglesia del principio para que Cristo, confiadamente, después de resucitado sólo se haya quedado con ellos cuarenta días. Antes de la cruz el Señor tuvo que estar en la tierra durante treinta y tres años y medio, pero después de haber resucitado, sólo se les apareció a los doce y a otros más durante cuarenta días. Es que razón tuvo el apóstol Pablo al decir: “lo que aprendieron, lo que recibieron y vieron en mí (en él como apóstol), esto practiquen y el Dios de paz estará con ustedes”. Toda la lejanía que la Iglesia tenga del ministerio apostólico, redundará en un perjuicio para ella misma. Hoy en día la Iglesia ha llegado a ser sinónimo de una institución cristiana, o la visión espiritual de un hombre, pero Dios jamás la diseñó así.
Hace años un hermano organizó una convención apostólica para pastores evangélicos, y tuvo a bien invitarme a mí para impartir la palabra. No olvido que antes de subirme a predicar el Señor me dio una palabra, por lo que inicié diciendo lo siguiente: “hermanos, lo que menos necesita la “Iglesia” hoy en día son apóstoles, la Iglesia evangélica necesita motivadores, pensadores, administradores, publicistas, gerentes, etc. pero no apóstoles verdaderos, esos no caben en la Iglesia institucionalizada”. Hermano querido, nuestra Vida en Cristo no nos funciona porque estamos distantes de la naturaleza primigenia del Evangelio. Tenemos conflictos porque nuestra doctrina nos dice una cosa y la práctica generacional nos enseñó otra.
Yo no estoy diciendo que hoy en día no se manifiesten dones de sanidad y milagros, sí los hay, pero entienda que los dones son irrevocables. Si yo tengo el don de sanidad, bien lo puedo hacer de gracia para bendecir a cualquier persona necesitada, o bien puedo hacer actividades en hoteles cobrando la entrada a un alto precio. Los dones los maneja cada persona a su gusto, aunque no es bueno que alguien haga dinero con lo que recibió de gracia, cada quien hace lo que bien le parece. Hoy en día cada quien hace su propia “Iglesia” basado en lo que le va bien, el que tiene el don de sanidad hace una “Iglesia” de milagros, el que siente la gracia para hablar de temas familiares funda la “Iglesia” de la familia. Yo le pregunto: ¿Son estos los parámetros adecuados para edificar la Iglesia del Señor? ¡No! Esas son exterioridades, no es la centralidad del Evangelio.
Dice 1 Juan 1:1 “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida v:2 (pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó); v:3 lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. v:4 Os escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo”. Los apóstoles fueron funcionales para el Señor porque para ellos el Evangelio fue una sola cosa: “La persona del Señor”. Para nosotros el Evangelio es un montón de cosas para aprender; en la Iglesia actual hay enseñanzas para todo, aun nos enseñan qué música debemos escuchar. Hemos sido acostumbrados a dejarnos manipular en todo, nos controlaron nuestros gustos musicales, nuestra manera de vestirnos, nuestra personalidad, etc. Cada vez nos carga más asistir a la Iglesia porque pensamos que iremos a aprender una carga más. Sin embargo, el Evangelio arrancó para los discípulos con una sola cosa: la persona de Jesús. La esencia del Evangelio según 1 Juan 1:1-5 es estar en comunión con el Señor.
Ahora bien, si queremos saber de manera más amplia cuál es la esencia del Evangelio, podemos decir que, aparte de conocer al Señor en nuestra comunión con Él, el Evangelio consiste en conocerlo a Él a través de Su Cuerpo. El apóstol Juan sigue diciendo: “Si decimos que tenemos comunión con El, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad; v:7 mas si andamos en la luz, como El está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado”. (1 Juan 1:6–7).
El que aprende a tener comunión con el Señor (me refiero a la persona misma de Jesús), y se levanta todos los días a primera hora con el fin de estar un momento delante de Él, está perseverando en el verdadero Evangelio. El que aprende a hablar con Dios como le habla a Su vecino, el tal está viviendo y conociendo la naturaleza primigenia del Evangelio del Señor.
La generación de la Iglesia verdadera es aquella que tiene tal comunión con el Señor. En lo personal puedo decirle que yo platico con el Señor todos los días, y por fe creo que Él está a mi diestra a cada momento. Esto no se trata de ser sumamente espiritual, es simplemente el hecho de recibir de gracia lo que es de gracia. Si logramos combinar lo dicho anteriormente, con buscar al Señor juntamente con los de limpio corazón, es decir, con la Iglesia Local, el Señor estará con nosotros siempre.
Apóstol Marvin Véliz
Que podamos como iglesia tener tal comunion con Dios que podamos ser la iglesia verdadera y poder vmbuscarlo a el cada dia tener esa necesidad de que estar en comunion con el de estar en su presencis y de estar con nuestros hermanos del cuerpo de cristo amen.
ResponderEliminarY esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado. Juan 17:3
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