SEGÚN EL APOSTOL PABLO, PARA ARMONIZAR CON EL CUERPO DE CRISTO NECESITAMOS SOPORTAR A LOS HERMANOS.
El apóstol Pablo, en sus cartas, nos dice que nosotros debemos contribuir a la unidad de una manera práctica. Pero cuando aparece la palabra “unidad”, en el contexto de sus cartas, nos damos cuenta que él infiere a hacer un esfuerzo por soportar a los hermanos. Dice Efesios 4:3 “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. Luego dice el v:13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. En estos dos versos vemos que el apóstol nos exhorta a todos a que contribuyamos a la unidad. ¿Por qué? Porque de nada sirve una Iglesia sin unidad. No hay Cuerpo de Cristo que se manifieste en la tierra si no estamos en unidad. Hermanos, la unidad es la clave para crecer, desarrollarnos y alcanzar todo lo que Dios quiere hacer entre nosotros. Si no tenemos unidad, obviamente el Señor no podrá desarrollar todo lo que Él quiere; pues, así como el ojo no puede manifestar (él sólo) a todo el cuerpo, así un miembro tampoco puede manifestar a Dios en la tierra, es necesario un Cuerpo conformado por muchos miembros.
La unidad entre los hermanos es clave y básica, sin embargo, a nosotros muchas veces nos encanta hablar de ella sólo desde un punto de vista místico y subjetivo. Pero la “unidad” tiene una parte tangible y objetiva, pues, dicha unión la debemos tener con nuestros hermanos. Dice Efesios 4:2 “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3solícitos en guardar la unidad…”. Según estos versos, si queremos contribuir con la unidad, debemos empezar por soportar a nuestros hermanos. Si no hacemos el esfuerzo de soportarnos los unos a los otros, entonces, no estamos dando pasos firmes para alcanzar la unidad.
Hermanos, armonizar con el Cuerpo de Cristo no requiere de muchos dones, ni carismas, ni virtudes místicas especiales, sólo tenemos que dejar de ser carnales, ser más espirituales, experimentar la Vida de Cristo, y tener la actitud de tolerarnos. ¿Estamos dispuestos a soportar a nuestros hermanos? Antes de querer cambiar a otros, por qué no nos preguntamos en lo individual: “¿Tengo la actitud de soportar a mis hermanos?”. La mayoría, lejos de buscar la unidad, soportando a los hermanos, lo que procuran es que los demás cambien. Hagámonos a la idea de que nadie va a cambiar, pero con todo y eso, cada uno de nosotros dispongámonos a aceptar a los hermanos tal como son. ¿Acaso no llegaremos a la unidad si cada uno ponemos la actitud de soportarnos?.
Apóstol Marvin Véliz
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