QUÉ SIGNIFICA LA FRASE
“A FIN DE VIVIR A DIOS”.
El apóstol Pablo fue muy atrevido para escribir en sus cartas todo lo referente a ser libres de la ley, y la nueva Vida en Cristo. De hecho, hay palabras que él las inventó con el fin de dar a conocer el misterio que Dios le reveló, y poderlo dar a entender de mejor manera. Un ejemplo de esto lo vemos en Gálatas 2:19 “Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios”. La RV60 tradujo este verso “a fin de vivir para Dios”; sin embargo, al ir a los manuscritos originales, el pasaje dice: “a fin de - vivir - Dios”, por lo tanto, bajo el contexto de lo que él viene diciendo, es más apegado traducirlo de la siguiente manera: “a fin de vivir a Dios”. Si queremos alcanzar una verdadera liberación y transformación, debemos vivir a Dios por encima de lo bueno que es conocer de Dios. Obviamente, es bueno conocer de Dios, es bueno leer la Biblia, es bueno escuchar una prédica, etc. Pero el punto que queremos resaltar es que por encima de conocer a Dios, nuestra prioridad debería ser “vivir a Dios”. Desgraciadamente, la religión institucionalizada “Evangélica” en la que nos convertimos al Señor nos enseñó muchas cosas de Dios, pero nos puso un velo para poder “vivir a Dios”. Nos enseñaron a llamarle “templo” a los locales de reunión, y en esas reuniones el predicador, domingo tras domingo, y culto tras culto, solamente nos informaba de Dios. No es malo conocer de Dios, pero lo más prioritario es tener una experiencia de Vida con Él.
Dice Juan 6:31 “Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. Según las palabras del mismo Señor Jesús, Él nos llamó para que lo viviéramos a Él como una experiencia de Vida. Es como en lo natural, el pan es un alimento que se procesa en nuestro interior y nos causa vida, así debe ser nuestra experiencia con el Señor. La vida en Cristo debe ser orgánica, no una religión institucionalizada. El fin de conocer al Señor es vivirlo, disfrutarlo, poseerlo, y posteriormente está bien dedicar tiempo a entender, escudriñar, etc. Por ejemplo, cuando nace un niño, él no entiende nada, pero instintivamente abre su boca para recibir la leche del pecho materno. Ninguna mamá se va a poner a explicarle a un bebé los nutrientes que lleva la leche que ella le está dando; el bebé no entiende, sólo quiere vivir, nutrirse, y disfrutar la cercanía con su madre. Así debe ser el Evangelio; pero a la mayoría de nosotros lejos de enseñarnos a vivir a Dios, sólo nos dieron una explicación de quien era Él.
Si queremos reparar este error de fondo, obviamente surge la pregunta: “¿Y cómo podemos vivir a Dios?”. La única manera de vivirlo a Él es a través de nuestro espíritu, porque Dios es Espíritu. Nadie necesita ir a un instituto bíblico para vivir a Dios; tampoco se necesitan tener experiencias sensoriales, ni una estimulación psicológica por medio de prédicas. Lo que necesitamos para vivir a Dios es poder unirnos con Él por la vía del espíritu. Dice Juan 4:23 “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.
Apóstol Marvin Véliz
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