EN LAS REUNIONES DE IGLESIA LE DAMOS CONTINUIDAD Y DESARROLLO AL PLAN ETERNO DE DIOS
Dice Efesios 1:1
“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: v:2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.
Efesios 1 es una parte de La Escritura que nos muestra a manera profunda el Plan Eterno de Dios. La revelación que nos da el apóstol Pablo en este capítulo está centrada en Cristo Jesús.
En esta revelación de Cristo está incluida la Iglesia, a la cual se le menciona como Su Cuerpo y como la plenitud de Aquel que lo llena todo en todos. Impresionantemente, aunque Pablo nos da pinceladas de lo que es la Iglesia a nivel celestial, la carta misma está dirigida a una Iglesia en particular que se reunía en la localidad de Éfeso.
Muy seguramente todos los creyentes entienden lo que es el Cuerpo de Cristo, o como le llaman algunos: “La Iglesia Universal”. No hay mayor problema, ni diferencia alguna en entender que los creyentes en Jesús en todo el mundo conformamos el Cuerpo de Cristo. El conflicto que tiene la mayoría es que en la experiencia hablar de la “Iglesia Universal” es algo etéreo, es una revelación que apunta a los cielos pero no se le ve una forma definida en la tierra. La única manera en la que la Iglesia tiene existencia y expresión en la tierra es cuando los santos se reúnen.
En los versos que leímos en Efesios 1:1-2 podemos resaltar algunas cosas importantes:
1. La carta de Pablo va dirigida a creyentes de un determinado lugar.
Esta carta iba dirigida a los santos y fieles que vivían en Éfeso. Esta carta, obviamente nos atañe a nosotros los creyentes que vivimos en un tiempo y una ciudad diferente a la de Éfeso, sin embargo, Dios quiso que quedara remarcado que iba dirigida a un grupo específico de hermanos. En los tiempos de la Iglesia del principio, las cartas de los apóstoles se rotaban entre las iglesias, esto lo podemos comprobar en Colosenses 4:16
“Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros”.
Entre líneas podemos sacar una gran lección de estos versos, ésta es: que el apóstol Pablo, al ordenarles a los hermanos a que leyeran sus cartas, los inducía a que tuvieran un día y un lugar específico para reunirse en sus localidades.
2. Vemos una comunidad de creyentes de una misma localidad que tienen reuniones de Iglesia.
El Nuevo Testamento está suscrito a una comunidad de creyentes que tenían reuniones de Iglesia en un lugar y un día específico. En aquellos tiempos no habían fotocopiadoras, por lo tanto, las cartas de Pablo no se podían leer de manera individual, obligatoriamente tenían que ser leídas en público. Los santos y fieles se reunían con sus hermanos el día y en el lugar acordado.
Según la oikonomia del Nuevo Testamento, primero deben darse las reuniones que manifiesten a la Iglesia en una determinada localidad, antes de pensar en otro tipo de actividades. Es bueno que nos reunamos para escudriñar la doctrina, pero más importante y esencial es que nos reunamos como Iglesia local. No debemos hacer del Cuerpo de Cristo una mera doctrina, o revelación, sino una práctica. A través de las reuniones cristalizamos la revelación del misterio de Cristo y la Iglesia, éstas nos ayudan a hacer del Evangelio una experiencia práctica de Cristo en este mundo. Para Dios las reuniones son primordiales, Él necesita creyentes que se congreguen, no creyentes a distancia como hay muchos que dicen: “Yo busco a Dios a solas, en mi casa”, tales creyentes son improductivos, sólo los que se reúnen en Su Nombre le dan avance al Plan Eterno de Dios.
El apóstol Pablo, al inicio de su carta a Éfeso saluda a “los santos y fieles”, es decir, a aquellos que están dedicados a Dios pero que a su vez respetan su localidad. Nada que provenga de Dios es para que nos volvamos más exclusivos e independientes, al contrario, todo nos ha sido dado para edificar la Iglesia local. El que recibe revelación en la palabra debe volverse más inclusivo, más dependiente, más pequeño, y más necesitado del Cuerpo. El apóstol Pablo anhelaba conocer más y más a Dios, pero no se refería propiamente a una relación directa con él, sino a conocerlo como el Cristo múltiple, estando integrado en Su Cuerpo a través de las iglesias locales. Permítame explicarle esto con el siguiente ejemplo: Hay hermanos que son fanáticos de algún equipo de fútbol, solo que no son tan fanáticos como creen. Los verdaderos fanáticos del fútbol son aquellos que pagan por adelantado el derecho de ir a ver todos los juegos de su equipo. Éstas personas pagan un precio muy alto por toda la temporada de su equipo, pero así cristalizan su fanatismo futbolístico. Lo mismo debería sucedernos a nosotros en el Señor, si queremos ser cristianos “genuinos” paguemos el precio de reunirnos; pero si no cumplimos con la cuota de fidelidad a nuestra localidad y a las reuniones, entonces, mejor ni hablemos de revelaciones y doctrinas acerca del Cuerpo de Cristo y Su Plan eterno.
Hoy en día hay millones de “cristianos”, pero un gran porcentaje de ellos no se congrega. Esto nos muestra que aunque muchos quisieran estar en comunión con Dios, están hartos del sistema eclesiástico. La religión ha matado a miles y miles de personas, tanto físicamente, como espiritualmente. La gran deserción de creyentes de las iglesias es a causa de no tener reuniones “orgánicas”, los líderes religiosos han cambiado la naturaleza de la Iglesia, de modo que los resultados que estamos viendo son nefastos.
El enfoque de las reuniones de iglesia hoy en día consiste en levantarle el ego a los oyentes, y eso es nocivo porque los vuelve individualistas e independientes, se convierten en creyentes cancerígenos en el cuerpo de Cristo. La verdadera naturaleza de Dios no se puede gestar en creyentes que viven aislados de los demás miembros del Cuerpo; el individualismo es antinatural a lo divino. Por lo tanto, lo primero que nosotros debemos promulgarle a los ya creyentes es: “reúnanse con los miembros de su localidad”. Empecemos por ser “santos y fieles”, reunámonos con fidelidad en nuestra Iglesia local. No pongamos como motivación ir a la iglesia a escuchar un buen mensaje, o “alabar” al Señor; no le estoy diciendo que menospreciemos estas cosas, pero no deben ser el motivo primordial. Los milagros, los carismas espirituales, los ministerios y las demás operaciones del Espíritu que puedan existir han sido dados por Dios para la Iglesia, pero no son en sí mismos la Iglesia.
Mucha gente tiene el concepto de que la Iglesia es el lugar donde se escucha un mensaje, de modo que han optado por escuchar a un predicador en sus casas a través de la radio, o el internet. Cuán confundidos están tales creyentes, el objetivo de las reuniones no es escuchar un mensaje, sino hacer avanzar el Plan de Dios. En las reuniones sí se debe predicar, pero la esencia no es el predicador ni la prédica, sino la manifestación y la expresión de Cristo. Que nos quede claro: “No hay Iglesia local si no hay reuniones”, ahora bien, ¿qué debemos hacer cuando nos reunimos? Debemos hacer avanzar el Plan Eterno de Dios. Si Dios fue quien nos dijo que nos reuniéramos, seguramente en la Biblia encontraremos lo que debemos hacer. No debemos basar las reuniones en las prácticas que nosotros consideremos exitosas, más bien debemos volcarnos a la oikonomia de Dios, a lo que Él ha establecido en La Escritura. Desechemos la liturgia evangélica que nos enseñó que los “cultos” consisten en un tiempo de alabanza y una prédica, ¿Dónde dice eso la Biblia? Ya dejemos de creer a los hombres y a las tradiciones más que a La Escritura.
Apóstol Marvin Véliz
que hermosa esta palabra porque podemos ver la importancia de estar reunidos como iglesia como cuerpo de cristo porque solo asi haremos avanzar el plan eterno de dios,y tambien dejar atras el individualismo pensar que solo es dios y yo asi no es porque en su palabra esta que es importante que hagamos iglesia con los otros hermanos y amarlos tal como son. Benjamin
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