“SOIS LA SAL DE LA TIERRA: PARA SAZONAR”
Mateo 5:13 “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres”.
Para todos es sabido que las comidas tienen que estar en su punto, en cuanto a la sal. Si están demasiado saladas no sirven, pero si les falta sal, tampoco saben bien. Una cualidad de la sal es, precisamente, que sazona. En este sentido, la sal nos habla de sazón, de placer, de gusto, de algo deleitoso. Hermano querido, lo que el Señor quiso decirnos también es que nuestra vida no debe de ser sólo procurar ser gente santa, sino ser personas que disfrutan viviendo en el Evangelio. Tener dicha sazón es parte de lo que debe sucedernos en nuestra experiencia como creyentes. La vida misma nos permite, de cuando en cuando, que las personas se nos acerquen y gusten nuestra sazón interior. El mundo es insípido, y en el fondo todas las personas buscan ser sazonadas, necesitan un toque diferente al mundo, y somos nosotros esa sal que ellas buscan.
Toda persona que camina en la corrupción del mundo, sea creyente o no, tarde o temprano tendrá en un disgusto por la vida. El mundo puede tener un tinte de éxito, y muchos creen que son exitosos cuando alcanzan ciertas cosas que se han propuesto en la vida, pero en el fondo todo lo que se obtiene fuera de Dios, aunque al inicio es deleitoso, su final deja un sin sabor. Yo no olvido a un hombre que insistió sin descanso en conquistar a una mujer muy hermosa, hasta que finalmente logró que ella fuera su novia. Al poco tiempo se casó con ella, sin embargo, un par de años después, cuando alguien le preguntaba por ella, sus quejas y frustraciones estaban a flor de piel; le costó tanto conquistarla, pero así de rápido se marchitó aquel sentimiento. Él se culpaba a sí mismo de haber insistido tanto en poder unirse a aquella joven, pero en realidad, el problema no fue de él, ni de la joven, sino que todo en este mundo se desgasta, todo se acaba, todo en este mundo deja un sinsabor, sólo es cuestión de tiempo. Dice Eclesiastés 1:2
“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad”.
Cualquiera que siga la corriente de este mundo va a acabar insípido. Es posible que muchos lleguen a tener muchas riquezas, pero serán insípidos interiormente. Fuera de Dios todo es sin sabor. Necesitamos ser sal, gente distinta, gente que tenga un placer en Su creador.
Hermanos, que no les acontezca a ustedes como el caso de aquella mujer que narra la Biblia, llamada Noemí. Esta mujer después de muchos años regresó a su tierra, pero volvió amargada, frustrada, culpando a Dios por la amargura de su alma. El nombre de esta mujer significaba “placentera”, pero años después quiso que la llamaran “mara”, que significa “amarga”. Cuídate, no vaya a ser que termines tus días cerrando el ciclo con amargura en tu alma; no es eso lo que Dios quiere que te acontezca.
La Vida de Dios en nosotros debe ser un placer mejor que el que produce el vino de este mundo. Si aprendemos a conocer a nuestro Señor, si perseveramos y nos mantenemos en Él, siempre tendremos sal. Que Dios nos constriña a encontrar ese deleite en nuestro Amado Jesús.
Apóstol Marvin Véliz
Que hermosa palabra nos da a entender que nada este mundo nos va a saciar que apesar que logremls metas en este mundo o que tengamos exito nos va a llenar ese vacio que solo dios von su gracia y su amor puede llenar amen.
ResponderEliminarHermanos nosotros en Cristo tenemos algo tan hermoso que debemos aprovecharlo y disfrutarlo, y una de nuestras metas como hijos de Dios sea expresar la su vida misma y que puedan disfrutar de esa sason, de esa vida que puede llenar esos vacios que tenemos en nuestro interior.Amen
ResponderEliminar