¿CÓMO DEBE SER EL LIDERAZGO EN EL SEÑOR?
Quisiera bendecir sus vidas en esta ocasión exponiéndoles según la Escritura, ¿cómo debe ser un verdadero liderazgo conforme al corazón de Dios en su Iglesia?, y para ello quiero me acompañe a Marcos 9:33-37
V.33 Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? V.34 Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor. V.35Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. V.36Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: V.37El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.
Es interesante como los discípulos muestran el problema genético que tenían, y me refiero a la naturaleza caída, e igual que cualquiera de nosotros lo hubiéramos hecho, empezaron a discutir entre ellos quién había de ser el más grande, y el Señor se dio cuenta que ellos iban discutiendo en el camino sobre estas cosas, y comienza una enseñanza muy grande para todos los que son líderes en el Señor.
Nosotros, si somos honestos, cuando estamos en el Reino de Dios siempre buscamos la posición jerárquica en la cual nos conviene estar, todos queremos estar en el lugar más alto, lo merezcamos o no, tengamos las aptitudes o no, pues lo que queremos es estar en un lugar de preeminencia jerárquicamente elevados por una razón: porque en el mundo, el que está más arriba obtiene mayores beneficios, mayores glorias, pretende más cosas y al final se sirve de los demás que es lo que nos encanta a nuestra carne, nos encanta servirnos de los demás y gobernar sobre los demás. Ese es un problema del ser humano que lo adquiere precisamente en esa etapa de su desarrollo psicológico denominada: “el despertar de la conciencia social”, donde al salir al mundo a los 4 o 7 años de edad, nos damos cuenta que vivimos, y que no sólo existimos nosotros, y en esa relación con el mundo luchamos por la atención, control, dominio, y poder, que muy probablemente si tenemos en nuestro circulo familiar con nuestro papá y mamá.
Entonces todos los conflictos que tenemos fruto de nuestro desarrollo vinieron a traer a nosotros un resultado común: todos deseamos encontrar un lugar en donde tener control y dominio, eso es lo que queremos: control, dominio y poder; pero el estar en el Señor es un caminar completamente distinto, la revelación que nosotros necesitamos tener hermanos en el Señor es completamente diferente, Dios nos tiene que abrir los ojos para darnos cuenta que el terreno donde estamos santo es, que Dios nos ayude a tener la visión de Moisés, que ardiendo esa zarza, una voz le dijo “quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás santo es”. Así que hermano nosotros debemos de tener una conciencia, que el terreno de la Iglesia, que la esfera de la Iglesia es una esfera completamente diferente a la vida natural que nos ha tocado a todos vivir y en la cual no nos ha sido fácil, por estar batallando para ver como podemos llegar a tener ese control, poder y posición en la cual nos veamos beneficiados, manejando, controlando y disponiendo de todos los que tengamos abajo; no puede ser así el liderazgo en el Señor.
Si eres un llamado del Señor, si eres un líder, si tienes un ministerio, si tienes algo del Señor que te está impulsando y que te ha puesto Dios en preeminencia sobre el Cuerpo para bendecirlo, sirve, no te sirvas del rebaño, sirve a los demás.
En el pasaje vemos que el Señor tomó a un niño, lo puso en medio de todos y les dijo: “el que reciba a un niño como este en Mi Nombre a mi me recibe, y el que me recibe a Mí, no me recibe a Mí, sino aquel que me envío, en otras palabras, todos los que son líderes del Señor y van a ejercer la autoridad y el gobierno de Dios, tienen que hacerse como niños y un niño tiene como característica que no es pretencioso, que no tiene nada, sino que simple y sencillamente sólo muestra su debilidad, que Dios nos ayude a ser verdaderamente tratados por la cruz del Señor al punto de no ser grandes, sino ser como niños y servir a los demás a través de los dones que el Señor nos ha dado. Debemos de ejercer el gobierno de Dios y la autoridad, porque que haría el Reino de Dios, que haría la Iglesia sin que hayan quienes gobiernen, pero los que gobiernan puedan gobernar conforme el corazón de Dios.
Apóstol Marvin Véliz
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