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UNA ESPERANZA PARA LOS DECAÍDOS


UNA ESPERANZA PARA LOS DECAÍDOS.

LECTURA SUGERIDA:

Lucas 24:13-35. LOS DISCIPULOS CAMINO A EMAUS.

De la lectura del pasaje de Lucas me surge la siguiente pregunta: ¿Como hicieron estos discípulos para soportar oír al Señor, discutir con él, oír de la Palabra y no ver que era El Señor? Si estos vivieron así porque estaban decaídos, imagínense usted. Lo que nos muestra que llegar a esa condición es difícil. Entonces ¿qué hace el Señor con usted si se encuentra en esa condición?, quiero darle esperanza, hay una ruta a seguir, hay una manera en la cual Dios puede obrar, hay una forma en la que Dios te puede restaurar, siempre y cuando tú quieras, porque si hay algo que nunca hará El Señor, será ir en contra de tu libre albedrío.

CREER A LA PALABRA.

En medio del decaimiento cuando los discípulos iban en el camino sucedió algo, primero oyeron la exposición de la Palabra. Hay una esperanza para todos nosotros, hoy qué estás recibiendo la Palabra es tu oportunidad, ellos oyeron la Palabra y dice la Biblia que cuando desapareció el Señor ellos dijeron: “¿no ardía nuestro corazón en el camino mientras escuchábamos la Palabra y nos abría las escrituras?”. Entonces la esperanza empieza en el Señor cuando tienes la oportunidad de oír la Palabra.

Si oyeres hoy su voz, si Dios hace arder algo en tu vida hoy, si a pesar de tu dureza, a pesar de tu negligencia, a pesar hermano de la condición de vida que tienes, si aun así arde tu corazón por la Palabra, si aun así en medio de todo sabes que el Dios del cielo está golpeando como almágana sobre la roca tu corazón, sí aunque no entiendes todo sientes el golpe del Espíritu en tu vida hoy, hay esperanza para ti, si sientes hermano que una llama de Dios, aunque sea como un pequeño fósforo, está en tu vida ahora, deja hermano que la paja seca de tu ser arda por la influencia del Espíritu, créele a Dios, atiende a la voz del Señor.

El que oye su voz puede recibir el milagro más grande que Dios le hace al hombre, porque la palabra tiene un poder creativo en nosotros, la misma palabra que oyes hoy es la que constituyó el universo, la palabra que está llegando a tu ser hoy, es la misma con la cual Dios hizo los cielos y la tierra, Dios no movió un solo dedo, Dios no sopló en la nada para formar el universo, Él abrió su boca y dio Su Palabra, y los cielos y la tierra se hicieron, esa misma Palabra está entrando en ti hoy, así que es capaz de levantar todo tu ser.

INVITAR A JESÚS A MORAR.

Después El Señor hizo como que iba hacia adelante, en realidad El Señor iba a seguir para demostrarles a ellos que, a pesar de lo que tú tengas, el Señor jamás va a cambiar sus planes, eso quiero que te quede claro, El Señor puede tener misericordia de ti, pero nunca va a cambiar sus planes. Él iba a caminar, cuando ellos hermano tomaron la actitud que Dios espera de nosotros, note por favor que mientras ellos iban por el camino, ellos no hicieron nada para que El Señor les apareciera, tampoco hicieron ningún esfuerzo por escuchar la Palabra, por eso la Biblia dice “si oyereis”, no hicieron ningún esfuerzo, fue una acción del Señor, aparece y habla, después de un trecho El Señor hace como que va pasando y ahora está la iniciativa de los discípulos y le dicen sin saber exactamente quién era: “Señor quédate ya se hace tarde, quédate con nosotros” ellos le pidieron que se quedará a pernoctar, con ellos en la posada.

Este es un mensaje maravilloso, por qué realmente ellos le pidieron que se quedará a morar con ellos, yo he hablado mucho de este asunto, pero quisiera tomarme aún más para explicar sobre esta tremenda realidad, porque nosotros posiblemente no hemos hecho nada para que El Señor more con nosotros, Él vive en nuestro espíritu y lo sabemos, pero que él se tome la libertad de vivir a nivel de nuestro corazón, eso es algo que tú se lo tienes que pedir y algo que tú tienes que tomar la actitud para que lo haga, cuando yo entendí esto hace años dispuse mi corazón para tener al Señor en mi noticia del corazón, han pasado años de haber entendido eso como doctrina, pero me ha costado mucho entenderlo en la experiencia. Porque invitar al Señor a la experiencia del corazón es complicado para nosotros, porque es como decirle usted a su buen amigo lo pícaro que es, hay muchas cosas que al 99.9% de los seres humanos nos daría vergüenza contárselo a cualquier persona, por mucha confianza que tengamos, hasta a quien duerme a la par de nosotros nos daría vergüenza contarle algunas cosas y al final las guardamos en nuestro corazón, pensamientos perversos, pensamientos sucios, intenciones que tenemos, mil cosas que nosotros tenemos en nuestro ser. Los seres humanos somos un envase sellado.

Cuando yo decidí invitar al Señor a la experiencia de mi corazón, me di cuenta que el Señor para empezar no se pone nervioso con quienes somos, porque Él sí sabe quiénes somos, así que siéntase en confianza con Él, se trata de exponernos, es tener el valor de dejarlo entrar a la pocilga, al establo de tu corazón, es permitirle una experiencia y un compañerismo. Estos discípulos cuando le dijeron quédate a morar con nosotros, a pesar de que no sabían que era el Señor, solo medio les ardía el corazón y con eso les bastó para decirle al extranjero: “quédate”. El Señor es un extranjero en nuestro corazón, pero invítelo.

Si alguna cosa después del Misterio de Cristo que yo le he predicado como apóstol vale la pena que usted le ponga atención, lo profundice y lo ponga por práctica es esta verdad que le estoy diciendo, algo que me ha pasado y ha sido la prueba más grande para mí en esta experiencia que he tenido con El Señor, es que pensaba e idealizaba que tener al Señor en mi corazón era una experiencia fresca, viviente, palpable, impresionante, latente en mi ser, pero luego empecé a creer a la Palabra, porque si usted nota, estos, primero vieron la Palabra y después tomaron la acción de invitar al Señor.

Yo le creí a la Palabra, a los versos que tengo en el Nuevo Testamento y después empecé a ser un acto de fe, como dijo Pablo: “y lo que ahora vivo en mi carne, lo vivo por fe en el hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”, me di cuenta que debía creer la Palabra y le dije al Señor en un acto de fe, que lo quiero tener en la experiencia de mi corazón y ¿qué me quedaba? más que decirle al Señor que lo invito, creo y recibo que ahora está morando y no sólo en mi espíritu, sino en mi corazón también.

Lo más difícil en esto, en lo humano es decir: “sí Señor aquí vives, pero no hay modo que visites tu propia casa Señor, no hay modo que te des una pasada por la sala o que tomes una taza de café, ni nada”. Y por mucho tiempo esa soledad me ha aniquilado, me ha hecho casi fracasar como Juan el bautista, muchas veces para criticar a Juan el bautista somos buenos, sin haber estado consagrados 30 años como él, pero por alguna razón Juan el bautista un día envió a dos de sus discípulos a preguntarle al Señor si era él quien habría de venir o si tenía que esperar a otro, porque Juan estaba en una cárcel, había visto todas las señales que El Padre le dijo que iba a ver en el Mesías, pero no miraba al Mesías, todo el mundo lo miraba menos él.

Por años he deseado claudicar de esto, pero me he amarrado a la verdad, he abrazado la verdad de Dios y por eso vengo salido de la tumba espiritual para decirle a usted que hay esperanza para los decaídos, porque he tenido que abrazar por mucho tiempo la Palabra y tal vez no me entiende, ni puede dimensionar lo que yo he vivido, porque usted no ha vivido a la par mía, no ha visto usted la Gloria, el poder, los milagros, las maravillas que yo he visto frente a mis ojos y que de repente que por creer esto, lejos de eso, ahora tengo al huésped cercano ausente y antes tenía al huésped lejano haciendo maravillas.

Es parecido a alguien visitando a sus papás a quienes no había visto hace mucho tiempo atrás, ya se podrá imaginar usted cómo van a pasar de alegres sus padres unos días, pero si eso se volviera un año, seguro se acostumbrarían a estar viendo a esta visita y ya no sería la misma emoción. Al principio puede haber una comida especial, algún paseo, pero si la visita dura dos años, le aseguró que esas cosas se acaban.

Así que hermanos y queridos lectores, hay esperanza ante nuestra condición: el prestar atención y creer a la Palabra que el Señor nos provee, y el invitarlo a morar en nuestro corazón. Que el Señor les permita un desvelar de sus ojos para que puedan ver la esperanza que tienen frente a sus ojos. AMEN.

Apóstol Marvin Véliz

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