PARA SER ÚTILES EN EL REINO DEL SEÑOR NECESITAMOS: ENTREGA Y ENTRENAMIENTO
La Entrega y el Entrenamiento son dos factores no pueden faltar en aquellos que quieren ser útiles en el Reino del Señor. Dos palabras sinónimas a a entrega y entrenamiento serían consagración y disciplina. Estos aspectos constantemente están mostrándose en Las Escrituras. A Dios no le importa lo que hayas sido antes, a Él no le importa tus problemas, tus genes, tu familia, tu cultura, tu posición social, etc. para Dios todo eso es menos que nada, Él sabe levantar del muladar y del estercolero a quien Él quiere. En la Biblia vemos que David, antes de llegar a ser rey, fue el hijo menospreciado, fue el muchacho que no era digno de ser contado entre sus hermanos, era el hijo bastardo de ese hogar, sin embargo, Dios lo tomó en cuenta y lo levantó para Su gloria. A Dios no le importa que tanto estudio académico tengamos, o que tanto seamos en esta vida, lo que le interesa es que tanto nos consagramos para serle útiles en Su Reino.
Un vaso de honra apartado para Dios es aquel que se entrena para ello; no es posible llegar a ser tal instrumento sólo por sentir un impulso, un deseo, o creer que la unción es el requisito primordial. Hay quienes piensan que son útiles para el Señor sólo teniendo la unción; yo no estoy en contra de que la unción de Dios es clave para nuestro servicio a Dios, sólo que déjeme explicarle esto con el siguiente ejemplo: En Números 22 encontramos a una burra que, bajo la unción de Dios, un día pudo hablar y profetizar pero –yo le pregunto– ¿Cuántas veces más le fue útil la burra a Dios como profeta? Nunca; inmediatamente después de hablar, por la unción, la burra siguió siendo una simple burra. ¿Cree que le dieron una comisión de ser diaconisa o anciana, o coordinar algún asunto más en la Iglesia? Los que dicen que lo más importante es la unción hubieran tenido que decir ¡La burra habló por la unción, por lo tanto, hay que darle un cargo en la Iglesia! La burra no sirvió sino sólo para ese único e histórico momento en el cual habló. Los que se acostumbran a servir sólo por la unción que sienten, sólo lo podrán hacer de vez en cuando, en momentos demasiados puntuales y Dios no quiere que seamos intermitentes en nuestro servicio, sino que siempre seamos útiles. La utilidad que Dios quiere de nosotros va más allá de la unción, Él pretende que basemos nuestro servicio a Él en el entrenamiento que nosotros mismos tengamos en aquello que nos dio Él por Su gracia. Perdone la figura, pero Él no quiere que seamos como el asna de Balaam que sólo pudo hablar una vez y luego siguió siendo burra. Dios quiere cristianos con Su unción pero que se entreguen y se entrenen para llegar a ser vasos útiles, creyentes preparados para todo lo bueno que Él quiere que hagan ¡Dios quiere que seamos útiles para Su reino!
Inevitablemente, la falta de entrega y la falta de entrenamiento nos limitarán casi en su totalidad para no ser útiles al Señor. El entrenamiento es básico y debemos tomar en cuenta que no es Dios el que nos entrena, sino el entrenamiento es algo que corre por nuestra cuenta. Igualmente sucede con la consagración, somos nosotros los que deponemos nuestra voluntad para entregarnos a lo que Dios pretende de nosotros. Pierda usted su consagración al Señor, pierda su entrenamiento y verá cuan inútil llegará a ser. Hasta la persona con los dones más preeminentes que pueda haber, si no tiene el entrenamiento y la consagración correspondiente para el Señor, será menos que nada Su aportación para el reino de Dios.
Cuando el Señor me explicaba estas cosas, mientras las meditaba, me daba cuenta que son aspectos muy sencillos de asimilarlos, pero a la vez muy profundos ¿Cómo nos podemos consagrar y entrenar para Dios y Su reino? En esta ocasión no voy a tocar los aspectos de “consagrarnos para vivir en santidad”, eso es más que obvio y lógico, debemos consagrarnos en cuanto a nuestra vida moral. Sin embargo, quiero que usted amplíe su mente y se dé cuenta que esta consagración (hablando de nuestra vida moral) no necesariamente nos vuelve enteramente útiles al reino de Dios. Por supuesto que ya dio un gran paso aquella persona que procura vivir en santidad delante de Dios y de los hombres, eso ya es un buen avance, sin embargo, todavía no es plenamente útil sólo por consagrarse de esa manera. Por ejemplo, imagínese a un hermano que verdaderamente se ha guardado de una vida licenciosa en el pecado, pero él no comprende que el Señor le está pidiendo una entrega y una consagración más profunda que solo dejar de pecar; él estará limitado para servirle al Señor por no entender que su consagración debe abarcar también su tiempo, si no dedica tiempo de su vida para estar en comunión con Dios, él será un vaso limitado para el servicio. Ampliemos nuestro horizonte, entonces, al hablar de la consagración.
La consagración al Señor tiene que tocar las partes más intimas de nuestro ser, en tiempo, en espacio, en prioridad, etc; consagrarnos al Señor es darle prioridad a Su reino, es lo que dice Mateo 6:33
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Esto es consagración, buscar con prioridad las cosas tocantes al reino de Dios. Consagrarnos, entonces, implicará muchas veces limitarnos en cuanto a nuestros gustos, a nuestra comida, a nuestra diversión, a las cosas sanas y lícitas que muchas veces Dios nos pide y no porque sean propiamente malas, sino porque hay que consagrarnos y entrenarnos para poder serle útiles al Señor.
Hermanos, debemos ampliar el conocimiento y la visión en cuanto a Dios y Su reino, y para ello también es necesario que avancemos en nuestra consagración y disciplina para con Dios.
Apóstol Marvin Véliz
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