LA NATURALEZA DE BAJEZA EN LA QUE HABITAMOS
En el Nuevo Testamento vemos como el apóstol Pablo tuvo que salir en defensa del Evangelio, puesto que en su tiempo ya habían muchos religiosos que se habían levantado en contra del Evangelio que él predicaba. Al leer la Biblia vemos que Pablo fue un pionero del Evangelio, él edificaba Iglesias, estaba con los hermanos un tiempo, pero después salía a la obra misionera. En esos tiempos que él dejaba las Iglesias, llegaban otros creyentes provenientes de Jerusalén, los cuales, en su mayoría eran “judaizantes”, es decir, creyentes judíos que predicaban a Cristo con un mal fundamento, porque instigaban a los creyentes “gentiles” a observar la Ley.
Dice Gálatas 2:15
“Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”.
Los judíos creían que ellos no eran tan pecadores como los gentiles, ellos creían que no pecaban en comparación con las cosas que hacían los gentiles. Lamentablemente, este mismo principio religioso lo hemos heredado los creyentes del Nuevo Pacto. No reconocer la naturaleza de bajeza en la que habitamos es uno de los errores más grandes que podemos cometer. Muchos han edificado sus vidas pensando que no son tan malos, y es más, aunque dicen que no son “perfectos”, sí creen que son bastante buenos. La mayoría de los evangélicos creen esto, es más, muchos de ellos aseveran que si se disciplinan, y se mantienen firmes, un día serán perfectos. Es necesario reconocer que en nuestra naturaleza de bajeza no hay nada bueno. No nos engañemos por las cosas “buenas” que surgen en nosotros de vez en cuando, eso no es un fundamento sólido, no es de fiar. Este fundamento antiguo y caduco debemos estar dispuestos a destruirlo.
Dice Romanos 2:17
“He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, 18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, 19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, 20 instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. 21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? 22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? 23 Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? 24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros. 25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión”.
Luego dice Rom 3:9
“¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. 10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”.
Estos pasajes nos dicen claramente que no hay ningún ser humano “bueno”. No podemos decir que aquel que nunca ha probado una gota de licor es mejor persona que un alcohólico. La naturaleza en la que habitamos, sin excepción alguna, no califica para que Dios edifique sobre ella lo eterno. “No es por obras” para que nadie se gloríe, sino por creer en el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo.
Dice también Lucas 18:9
“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.
Según las palabras del Señor Jesús, una manera de identificar qué tanta confianza tenemos en nosotros mismos, es cuánto menospreciamos a los demás (v:9). Hay hermanos que abiertamente menosprecian a los demás, cuando alguien cae en una falla, están prontos para hacer exclamaciones tales como: “¡Qué bárbaro, cómo pudo hacer eso!; ¡Si de verdad fuera Hijo de Dios no haría esas cosas!, etc. ¡Cuidado! no nos volvamos verdugo de otros, puesto que todos participamos de una naturaleza caída y llena de bajeza. En este pasaje vemos como el fariseo confiaba en sí mismo, al punto que tenía el descaro de orar en público, y darle gracias a Dios por no ser como el que estaba a la par suya. Este fariseo no sólo creía que no era tan malo, sino que a estas alturas de su vida creía que era muy buena persona, pues, diezmaba y ayunaba. Por otro lado, el publicano tenía conciencia que no era una buena pieza, sabía que era aprovechado en su puesto de trabajo, era injusto, ladrón, etc. él sabía que era pecador, pero en esa conciencia se acercaba a Dios a pedir misericordia, y dijo el Señor: “éste descendió a su casa justificado”, no así el fariseo.
¿Estamos conscientes de la naturaleza de bajeza en la que habitamos? ¿Confiamos en nosotros mismos? ¿Creemos que no somos tan malos? ¿Nos jactamos de que no somos como otros? Mejor tomemos la actitud del publicano, clamemos:
“… Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.
Apóstol Marvin Véliz
Que hermosa palabra porque siempre es bueno que cada dia nos recordemos lo pecadores que somos que cada dia al darnos cuenta de nuestra naturaleza de bajeza podamos ir humillados ante Dios porque solo el puede hacer algo con nuestros interior, y no cometer el grabe error de pensar que somos buenos eso no es asi solo porque aveces hagamos una buena accion eso no significa que seamos buenas personas y que somos mejor que los demas ese es una gran error que podemos cometer que el señor atravez de esta hermosa palanra nos abra los ojos y podamos ver como somos nosotros e ir humillados dispuestos a que el cambie nuestro interior amen.
ResponderEliminarCreo que muchas veces vivimos nuestra vida aferrados a nosotros mismo, en el cual muchas veces queremos actuar de una manera perfecta, tanto afuera como en el Señor, y al final no nos damos cuenta que constantemente habitamos en una naturaleza de bajeza. Sin ninguna duda debemos cambiar nuestra forma de caminar y de vivir delante de Dios, reconociendo que no somos perfecto, que nuestro yo nos obliga actuar conforme a nuestra propia voluntad; pero que Dios nos permita vivir en constante humillación oara permitirle que el haga su obrs en nosotros.AMEN
ResponderEliminarLucas 18:9 (LBLA): 9 Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás
ResponderEliminarMe Llama la atencion este verso 9. Que muestra a quienes daria el Señor esta leccion
A los que: 1) Confiaban en si mismos y. 2) despreciaban a los demas.
Son caracteristicas que Muchas veces nosotros reflejamos y que nos Dejan completamente fuera de la justicia de Dios.