LA NECESIDAD DE CUIDAR NUESTRO CUERPO PARA EL SEÑOR

LA NECESIDAD DE CUIDAR NUESTRO CUERPO PARA EL SEÑOR.

El cuerpo físico nos fue dado por el Señor para tener una manifestación de nuestro ser en éste sistema material, y para que fuera nuestro siervo en todo lo que nuestro libre albedrío quiera escoger y hacer. El cuerpo lo podemos hacer esclavo ya sea de la justicia para vida, o  del pecado para muerte. Leamos lo que nos dice el Apóstol Pablo al respecto:

Romanos 7:5 "Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte." 

Romanos. 6:19 "Hablo en términos humanos, por causa de la debilidad de vuestra carne. Porque de la manera que presentasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia, para santificación."

Con los versos anteriores podemos entender dos cosas: Por un lado, debemos considerar nuestros cuerpos como esclavos, con los cuales, o bien podemos cumplir la voluntad del Señor, o bien volvernos esclavos de las pasiones pecaminosas. Por otro lado, el hecho de decir que es esclavo, no debemos interpretarlo como algo que nos da el derecho de menospreciarlos al punto de no guardarlos ni cuidarlos, pues aunque  es un esclavo, tenemos que cuidarlo bien para que le sea útil al Señor. Para que nuestro cuerpo llegue a ser esclavo de la justicia, debemos procurar que sea lo más sano posible, dicho de otra forma, debemos mantener nuestro cuerpo lo mejor que podamos, no con el fin de cultivar nuestra vanidad, sino para que el Señor lo use como quiera. Nuestro fin debe ser que nuestros miembros físicos sean puestos en ofrenda delante del Señor y que sean siervos de la justicia. En determinados momentos, el Reino del Señor necesitará que nuestro cuerpo sea maltratado y desgastado, pero no debemos escatimar tal precio, con tal que sea beneficiado Dios y Su reino. El Apóstol Pablo decía:

2 Corintios 4:16 "Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. v:17Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, v:18 al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" 

1 Corintios 9:26 "Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, v:27 sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”.

¿Por qué razón debemos poner nuestros cuerpos en calidad de esclavos? 

La razón principal es que nuestra naturaleza caída se deleita viviendo en la carne. Recordemos que nosotros estamos compuestos de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Cuando el hombre cayó, el espíritu del hombre murió (entendiendo por muerte espiritual, la separación de la comunión con Dios). De manera que el hombre, ya caído, empezó a vivir por su alma, una vida plagada de sí misma, que dejó de ser sumisa, humilde y sencilla y empezó a llevar una vida egocéntrica, independiente, engreída, etc. Por otro lado, el cuerpo se degradó genéticamente con el pecado debido a que Satanás mismo inyectó su propio veneno en el cuerpo físico del hombre. Al respecto la Biblia dice lo siguiente:

Romanos 1:24 “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”.

Romanos 6:12 “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias”;

Hermanos, la caída de Adán dañó terriblemente nuestra genética física. El alma humana, junto con el cuerpo, al verse carentes de la vida del espíritu, se desenfrenaron en el pecado. Tal unión de alma y cuerpo la Biblia le llama “carne”, que es la plataforma de vida de todos los hombres que no quieren venir al conocimiento de Dios.

Ahora que nosotros hemos sido regenerados por el Espíritu Santo (obra que se realizó en nuestro espíritu el día que creímos en Jesús), tenemos que recuperar la vida original que Dios diseñó para nosotros. Nuestro espíritu ya volvió a la vida, debe estar activo, debe estar vigorizado, por eso dice la Biblia que debemos ser “… fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu”. (Efesios 3:16) Cada vez que hay contacto, nutrición, palabra, alabanzas en el Espíritu, nuestro espíritu se fortalece. El alma por su lado, ahora debe de morir a la vida “adúltera y carnal” que ha tenido con el cuerpo y debe sujetarse y humillarse a la vida del Espíritu (Dice Santiago 4:4 ¡Oh almas adúlteras!, porque en realidad, nuestra alma ha vivido una vida desenfrenada, adulterando con nuestro cuerpo). Y nuestro cuerpo por su lado, debe quedar en su posición original, debe ser un siervo, debe ser el instrumento que nos permita manifestarnos y expresarnos en santidad y justicia en este sistema material en el que vivimos.

¿Cómo debemos tratar nuestros cuerpos? 

Nosotros debemos tratar nuestros cuerpos tal como lo hacía el apóstol Pablo, él decía: “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre…” (1 Corintios 9:26-27), en otras palabras, debemos hacer sufrir nuestro cuerpo. Nos cuesta mucho trabajo pensar en el sufrimiento, pero ¿cree usted que la vida cristiana es un lecho de rosas, carente de sufrimiento? ¡No! hermano, debemos esclavizar el cuerpo. Esto es un concepto bíblico muy claro, pero alejado de los conceptos de la cristiandad hoy en día. El Apóstol Pablo dice en Romanos 6:17 “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; v:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. v:19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia”.

 Nuestros cuerpos delante de Dios debemos ponerlos en la condición de esclavos. El esclavo no hace las cosas porque le gustan, el esclavo hace las cosas porque tiene que hacerlas, no hay más opción. Así nosotros hoy, debemos ponernos delante de la justicia, no como  amantes o amigos, si no como siervos, como esclavos, sabiendo que hay una imposición, que no hay una voluntad propia, si no sólo el obedecer. Dios nos ha dado Su gracia para que podamos subyugar nuestros cuerpos, y así hagamos Su voluntad.

El negarnos en el alma y esclavizar el cuerpo trae sufrimiento, pero debemos entender que no podemos pasar sin restringirnos en nuestra vida. Algunos deben hacer ayunos, otros alguna dieta, algunas hermanas abstenerse en sus compras, pero en aquello que nuestra alma y nuestro cuerpo estén reposados, debemos negarnos y esclavizarlos.

Pidámosle al Señor la gracia para que de ahora en adelante, poco a poco le vayamos poniendo negaciones a nuestra alma en todo. Ciertamente no podemos dejar de comer y de hacer ciertas cosas lícitas de la vida, pero no las procuremos todas al gusto del alma, empecemos negándonos en algo, y a la misma vez, esclavicemos también nuestro cuerpo. Tanto el alma y el cuerpo han estado acostumbrados a llevar una vida sin freno, el negarnos vendrá a ser un sufrimiento para ambas áreas de nuestra vida. Es seguro que cuando restrinjamos nuestra alma, el cuerpo lo va a resentir grandemente, porque este, aún genéticamente está acondicionado para pecar; pero mayor es el que está en nosotros. El Señor Jesús nos ha de fortalecer en nuestro espíritu para tener dominio sobre estas áreas de nuestra vida.

Si nos animamos a tener este evangelio práctico, seremos otro tipo de creyentes, tal vez el milagro no pasará mañana; mañana pueda que hasta enojados amanezcamos a causa de la negación que nos hemos propuesto, pero conforme pasen los días, la transformación y la utilidad que tendremos para el Señor será obvia, “…porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. (2 Timoteo 1:7) 

ALGUNOS OTROS CONSEJOS ÚTILES PARA NUESTRO CUERPO:

DESCANSEMOS BIEN:

Aparte de que necesitamos golpear nuestros cuerpos, (y dicho de manera breve, una forma de hacerlo es tener una buena alimentación y la disciplina de hacer ejercicio físico), también necesitamos aprender a descansar. Deje un poquito la televisión, el internet, el teléfono, y otros de los muchos distractores electrónicos que existen hoy en día y ¡Descanse!,¡Pare!. Los que tenemos la ventaja de comunicarnos ilimitadamente vía celular, dejemos de hablar demasiado y procuremos descansar un poco más. En lo personal este punto me golpea a mí mismo porque reconozco que me cuesta trabajo descansar, pero es bueno que lo hagamos. En tanto podamos, aprovechemos el tiempo para descansar, esto nos hará estar con energías para servirle al Señor.

ESTAR PENDIENTES DE NUESTRA SALUD 

¡Hermanos cuiden su salud! Hoy en día hay muchas maneras de pasar revisión con un médico, ni siquiera se necesita pagar grandes cantidades de dinero. No seamos tan dejados con nuestra salud, ¡Cuántos de ustedes ya saben que son hipertensos y no quieren ponerse en tratamiento! ¿Usted cree que la hipertensión le va a desaparecer sólo porque usted no vaya al doctor? ¡Hermano! Piense que su vida es útil para el reino del Señor, que un cuerpo saludable le sirve más a Dios. Usted es valioso para Dios cada día que esté en esta tierra, por lo tanto, ocúpese de estar apto y en buenas condiciones de salud para que Él lo pueda usar. Cuidémonos para el Señor, no lo hagamos para la vanidad, sino porque nuestra salud abona a que le sirvamos mejor a nuestro Dios.

si la salud un día nos falta, que eso no nos detenga y hagamos la voluntad de Dios hasta donde nuestros cuerpos nos los permitan,  pero que sea el quien determine nuestra manera de sobrellevar este cuerpo mortal y no sea el producto de nuestros descuidos, pues eso solo manifiesta poco amor y aprecio por la la gran obra creadora del señor que nos proporciono un cuerpo como el que tenemos. 

Apóstol Marvin Véliz