LA OBEDIENCIA

LA OBEDIENCIA

Como hijos de Dios debemos entender que la esfera de acción de Dios es Cristo mismo.  Cuando nosotros nos convertimos al Señor fuimos colocados en dicha esfera de acción de Dios, es decir, en Cristo. Dicha esfera es lo que también conocemos como el Cuerpo de Cristo, e igualmente podemos decir que es Su Reino. 

Dios planeó así las cosas con el fin de que vivamos a Cristo en una esfera corporativa porque así es el ambiente del Reino. El Reino del Señor es el terreno donde Dios reina, donde Él actúa, donde se hace todo según Su voluntad. Cuando nos convertimos al Señor nos trasladaron del Reino de las tinieblas al Reino de Su Amado Hijo, y en Su Reino Él ha decidido que nos desarrollemos corporativamente. 

Ahora bien, en Su Reino, el Señor necesita que Sus hijos sean promotores de Su autoridad. Lo que queremos decir con esto es que cuando los creyentes viven en la esfera del Reino, le dan libertad a Dios para que Él se exprese libremente en Su gobierno, haciendo lo que Él desea hacer: Llevar a cabo Su Plan Eterno y aplastar al enemigo. La pregunta es: ¿Cómo logramos ser esos promotores de autoridad que Dios necesita? El Señor nos da la respuesta en el siguiente pasaje.

Lucas 7:1 “Cuando Jesús terminó todas sus palabras al pueblo que le oía, se fue a Capernaúm. v:2 Y el siervo de cierto centurión, a quien éste apreciaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir. v:3 Al oír hablar de Jesús, el centurión envió a El unos ancianos de los judíos, pidiéndole que viniera y salvara a su siervo. v:4 Cuando ellos llegaron a Jesús, le rogaron con insistencia, diciendo: El centurión es digno de que le concedas esto; v:5 porque él ama a nuestro pueblo y fue él quien nos edificó la sinagoga. v:6 Jesús iba con ellos, pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centurión envió a unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes más, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; v:7 por eso ni siquiera me consideré digno de ir a ti, tan sólo di la palabra y mi siervo será sanado. v:8 Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: “Ve”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace. v:9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la multitud que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande”. 

A través de este pasaje podemos darnos cuenta que nadie puede promover la autoridad de Dios si no aprende a someterse y a obedecer. Muy neciamente, nosotros nos hemos acostumbrado a vivir sin sometimiento, ausentes de obedecer al gobierno de Dios y esto no puede ser así. Entendamos que como hermanos participantes del Cuerpo de Cristo necesitamos estar en comunión y unidad los unos con los otros, pero como súbditos de Su Reino necesitamos someternos y ser obedientes a la autoridad de Dios. 

Necesitamos ser perfeccionados en la obediencia. Esto implica que cualquier cosa o circunstancia que ataña al Reino de Dios, por pequeña o insignificante que parezca, necesitamos aprender a realizarla en obediencia a Él. Entendamos que no somos nosotros los que vamos a hacer la obra del Señor , no son nuestras fuerzas, es el Señor mismo quien hará la obra, pero Él requiere que nosotros promovamos Su autoridad. Para que Dios pueda sentarse en Su trono y manifestar la esfera de Su Reino, Él necesita de nuestra obediencia, sólo así se romperán los lazos del diablo, sólo de esa manera el Señor traerá el quebranto a los corazones y podrá alcanzar Su propósito eterno en cada lugar donde Él nos ha plantado.

No serán nuestras estrategias las que harán avanzar el Reino del Señor, Dios sólo requiere de nosotros que vivamos en sometimiento y obediencia; cuando esto suceda, Él se encargará de abrir los espacios para hacer avanzar Su Reino en cada lugar de esta tierra donde hayan hijos de Dios sometidos.

Dice Hebreos 5:8 “y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció”; El pasaje es claro al decirnos que el Señor aprendió obediencia, obviamente, Él aprendió a obedecer no en Su ministerio, sino, desde mucho  antes. El Evangelio de Lucas dice que Jesús estaba sujeto a sus padres. Así que antes de ejercer Su ministerio, antes de anunciar el Reino del Padre, Jesús hizo un espacio en Su vida para aprender obediencia. Es curioso notar que todo el entrenamiento del Señor duró treinta años, sin embargo, Su ministerio solamente duró tres años y medio. Cuán necesario fue forjar en el Hijo una plataforma de sometimiento, por medio de la cual el Padre tuviera un espacio para obrar según Su voluntad. Sólo obedeciendo al Padre, el Hijo pudo gobernar, someter al enemigo, y así obtener el botín de las almas.

Hermanos, no sabemos si vamos o no a ver físicamente cuando el Señor desate Su bendición, y extienda Su Reino en cada uno de los lugares en donde nos ha puesto a vivir, pero mientras, una cosa debemos hacer: “Someternos”. Volvámonos promotores  de la autoridad de Dios y esperemos a que el Dios del Cielo se mueva entre nosotros. Si permanecemos en el plano de la obediencia, vendrá el tiempo en que tendremos la oportunidad de ser participantes de la Obra de Dios, y si no lo hace con nosotros, ¡Gloria a Dios! de igual manera mantengámonos en obediencia para que las futuras generaciones puedan ser instrumentos de Dios, recordemos que unos siembran y otros cosechan.

Quiero terminar exhortándoles a que no sólo busquemos la comunión con el Cuerpo de Cristo, sino también busquemos los canales y las oportunidades para someternos, para que así se promueva la autoridad y el gobierno de Dios. Les insto a que vean en mi persona, no solamente la oportunidad de tener comunión con un Ministro del Cuerpo,  sino que también miren al hombre que Dios a puesto al frente de ustedes para que, en sujeción, el Reino de Dios avance entre nosotros. Recuerden el principio que dijo el Señor: “El que es fiel en lo poco, será fiel en lo mucho”.  

Hermanos, no crean que un día el Señor les pedirá hacer Su obra de manera directa y objetiva, si antes no se ejercitan en lo poco, como dijo el profeta: “Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?” (Jeremías 12:5) Obedezcamos hoy, en el tiempo de las cosas pequeñas. ¡Amén!

Apóstol Marvin Véliz