COMO HEREDAR LA FE A NUESTROS HIJOS

COMO HEREDAR LA FE A NUESTROS HIJOS

Quiero decirles anticipadamente que titulé este artículo de manera sugestiva, pues, en realidad nadie le puede dar por herencia la fe a sus hijos. La fe no se puede heredar como un asunto genético, es decir, no podemos transmitirle a nuestros hijos lo que nosotros tenemos en el Señor, eso es totalmente imposible, no podemos heredar lo que es de fe a nuestros hijos. Para que usted no se desilusione, veremos en este estudio qué podemos hacer para que nuestros hijos alcancen la fe de nuestro Señor Jesucristo.

El hecho de saber que la fe no se hereda bajo un punto de vista genético, no implica la gran responsabilidad que tenemos para con nuestros hijos y lo que debemos hacer para que ellos hereden la fe del Señor. Con la Palabra podemos comprobar que hay maneras claras que nos muestran cómo alguien puede ser heredero de Dios en cuanto a la fe.

Dice Hechos 26:18 “para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe en mí, el perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados.” Con este pasaje podemos ver que los que creen en Dios, los que ejercen fe, son los herederos del Señor. ¿Cómo heredan la fe nuestros hijos? de Dios mismo, y lo hacen también creyendo. Cualquiera que cree tiene herencia en Dios.

Efesios 1:13 “En El también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa, v:14 que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para alabanza de su gloria”. 

¿Cómo hereda cualquier mortal lo de Dios? por medio de la fe. Existe una herencia que yo le llamo: “herencia posicional”, esta es aquella que tenemos todos los que creemos en el Señor, pero que la tomamos y disfrutamos como el hijo pródigo, recuerde que cuando el pródigo regresó, tomó de lo del padre para celebrar y gozarse. Esa herencia que se toma para disfrutar, también es una herencia que viene por medio de la palabra del Señor. 

Hechos 20:32 “Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que es poderosa para edificaros y daros la herencia entre todos los santificados”.

Este pasaje nos muestra que la herencia que tomamos y hacemos efectiva para nosotros, viene por medio de la Palabra. La fe viene por el oír, y al activar la fe, nosotros disfrutamos de la herencia. Podemos ver que esta es la manera en la cual el Señor hace participar a los suyos de Su herencia. Así que nadie puede, por más creyente que sea y por muchos años que tenga en el Señor, creer que sus hijos tendrán toda la fe en Jesucristo si no crecen y pasan por este proceso. 

Todo aquel que nació con padres creyentes debería tener muchas ventajas sobre aquellos que nacieron con padres inconversos. Tampoco podemos avalar la doctrina que dice que los hijos que nacieron en un hogar cristiano ya son creyentes, pues todos los mortales tienen una sola ruta: entregarse y creer en el nombre del Señor Jesucristo.

El hecho de que nosotros seamos creyentes no significa que tengamos la seguridad de que nuestros hijos al madurar opten por creer en el Señor. Cuando venga el momento de decidir por los caminos de Dios, será decisión de ellos tomar o no el buen camino. Todos tenemos libre albedrío y tenemos la oportunidad de escoger si creemos o no en Cristo. 

Por otro lado, está el problema de la inyección anti-cristiana que algunos padres le inyectan a sus hijos. Cuando los hijos tienen la libertad de decidir, eligen cualquier cosa menos ser los religiosos que fueron sus padres. Los hijos llegan al punto de hartarse de la “vida de iglesia” que sus padres les han dado, y llegados a su adultez no quieren escuchar nada de eso.

Quedemos claros que no podemos heredar por genética la fe a nuestros hijos, pero sí hay una forma de vida, una responsabilidad que tendrá un peso increíble en la decisión que ellos tomen de creer o no en el Señor. Quiero que toquemos unos pasajes que muchos han malversado, pues, ellos sí creen que la fe y salvación en el Señor se hereda por un acto genético o vínculo familiar:

Hechos 16:31 “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa”.

1a Corintios 7:14  “Porque el marido que no es creyente es santificado por medio de su mujer; y la mujer que no es creyente es santificada por medio de su marido creyente; de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mas ahora son santos”.

Estos pasajes a muchos les da la esperanza, por así decirlo, de que la fe sea heredada. Al inicio le decía que este tema es algo sugestivo, pues, aunque la fe no se puede transmitir a manera de una herencia genética, es algo que se puede enseñar, el punto es saber cómo enseñar y contribuir a que los hijos, en su libre albedrío opten por lo que nosotros creemos y no por lo contrario. El día que ellos tomen la decisión por el Señor, nos daremos cuenta que sí contribuyó lo que hicimos o no para que nuestros hijos eligieran los caminos de Dios. 

Permítame exponerle el resto del estudio basándome en un verso que hemos malversado de igual forma, pensando que la fe se hereda por genética.

2 Timoteo 1:5 “Porque tengo presente la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”.

Tiempo atrás, yo creía y enseñaba abiertamente, que había un tipo de transmisión de fe a manera hereditaria basándome en las palabras de este verso. Con el pasar del tiempo me he dado cuenta que en ningún momento se menciona esto en el pasaje. Timoteo tuvo la bendición de haber sido criado por su madre y abuela, quienes obviamente tenían una fe particular. Estoy seguro que si Timoteo hubiera sido criado con su vecino con una fe igual de particular a la de su madre y abuela, seguramente hubiera dicho lo mismo de Timoteo aunque su vecino jamás tuvo ningún vínculo genético con él. Pablo, bajo ningún punto de vista está diciendo que sus antecesoras le heredaron genéticamente la fe. En este pasaje encontramos nosotros que el apóstol Pablo elogia primeramente a Timoteo, diciéndole que tiene una fe sincera, pero después, el apóstol que conoció mucho a Timoteo y por ende a su familia, le expone a Timoteo que esa fe que él tiene, es algo que lo vio primeramente en su abuela Loida y también en su madre Eunice. 

Así que, aunque no ocuparemos este pasaje para decir que la fe se hereda genéticamente, es muy lícito pensar que la fe de la abuela y la madre de Timoteo fueron de mucho peso espiritual sobre su vida, por lo cual este joven llegó a tener una fe tan preciosa como la que Pablo observó. Entonces, cerrando la lección de lo que venimos diciendo, podemos concluir que: la fe no se hereda genéticamente, pero sí se puede tener una participación directa, profunda y de peso en la vida de los hijos, de tal manera que sus corazones se puedan inclinar en determinado momento hacia el Señor.

Sabiendo lo anterior, podemos ver y analizar qué es lo que tenían estas mujeres en especial que llamó la atención del apóstol Pablo. En el libro de los Hechos podemos ver que, cuando Pablo oyó que las iglesias daban buen testimonio de Timoteo, él quiso llevárselo consigo; es muy probable que en ese tiempo Pablo contactó con la familia de Timoteo y pudo observar que la fe particular de ese joven la tenían tanto su abuela, como su madre.

Podemos hacernos esta pregunta: ¿Qué vio Pablo en la abuela y la madre de Timoteo? Hay dos cosas que me llaman la atención de este pasaje:

1. La fe habitó primero en ambas mujeres
2. La fe era sincera

Si usted, como padre, tiene estas dos cualidades, entonces, puede tener todos los hijos que quiera y sentirse en paz que pase lo que pase usted tendrá un peso de aprobación de parte del Señor. No podemos decidir qué camino tomarán nuestros hijos, pero sí podemos estar entendidos que la enseñanza y camino que optamos seguir nosotros como padres influye en los nuestros.

Al estudiar el pasaje, me llamó la atención cómo se expresa Pablo de la fe de estas mujeres. Podemos ver que su fe no fue solamente para salvación (a nivel de sus espíritus), sino que Pablo dice que dicha fe habitó en ellas. 

Cuando consideramos esta palabra “habitar” es la palabra griega ἐνοικέω que significa: “habitar, morar, vivir en un lugar específico, pues viene de la palabra “οικος”, que significa casa. La palabra “habitó” significa literalmente que alguien se puso a vivir en una casa. Esta palabra que Pablo usó en este verso nos muestra algo maravilloso, pues, lo que Pablo le está diciendo a Timoteo es que su abuela y su madre no solo fueron creyentes, sino que tuvieron una fe tan arraigada en ellas, que permitieron que esa fe les diera la experiencia de vivir a Cristo a través de su corazón y su alma. 

Esta fe es la misma palabra que aparece en Efesios 3:16 “que os conceda, conforme a las riquezas de su gloria, ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior; v:17 de manera que Cristo more por la fe en vuestros corazones; y que arraigados y cimentados en amor, v:18 seáis capaces de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, v:19 y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios.”

Cuando creímos en el Señor nos regalaron la fe como un don, creímos por medio de la fe en el Señor y la fe quedó depositada a nivel de nuestro espíritu. No es lo mismo decir que la fe habite en nuestro espíritu, al hecho de que la fe habite en nuestro corazón, en nuestra alma o en nuestra mente. Tenemos que hacer la diferencia entre la fe que habita en nuestro espíritu por creer en el Señor, y la fe que llega a habitar en nuestro “yo”. Hay creyentes que la única experiencia que han tenido con el Señor fue cuando creyeron en Él, pero luego su vida pecaminosa, su orgullo, su falta de comunión con el Cuerpo de Cristo, etc. impiden que el hombre interior se fortalezca, de manera que Cristo jamás sube a morar a la mente o al corazón ellos. La madre y la abuela de Timoteo tenían una fe que yo le denominaré: “la fe de la experiencia”, pues el mismo apóstol Pablo se asombró de ver que ellas no solamente eran creyentes, sino mujeres activas con la experiencia de la Vida de Dios, con una fe convertida en experiencia, una fe práctica y de vivencia. Dios les permita hermanos padres que sus vidas tengan una fe en la cual el Señor habite en la experiencia de sus vidas naturales. 

Es muy obvio que en las reuniones de Iglesia, cualquiera toca al Señor a través de los hermanos, pero ¿qué tocan los hijos al no estar en dichas reuniones?, si ustedes padres no tienen una fe que permita que Cristo habite en sus corazones, siempre que sus hijos hablen, compartan y vivan con ustedes tocarán solamente la humanidad, al afanoso, a lo sumo tocarán a un hombre religioso pero siempre estarán percibiendo a una persona sin el Espíritu de Dios. La abuela y la madre de Timoteo tenían una fe que era la experiencia de ellas. Hermanos, ¿Han llegado a ese punto? ¿Han sido influenciadas por el Señor sus vidas naturales? ¿tiene el Señor noticia en su alma, corazón y ser natural?. Si nosotros hacemos habitar la fe en nuestro en la experiencia de nuestro “yo”, aun los errores que podamos tener se minimizarán ante los ojos de nuestros hijos. Si ustedes padres anhelan que sus hijos alcancen la fe en el Señor Jesucristo, dejen el camino de la religiosidad, no les exijan lo que ni ustedes hacen.

Ya es tiempo de que dejemos de hacer lo contrario de lo que Dios nos dice, vivamos en el Nuevo Pacto, en el método de la Vida. El Antiguo Pacto era siempre estar hablando de lo bueno y lo malo, decir y demandar; si usted es así, téngalo por seguro que las cosas no le funcionarán ni para usted, y mucho menos para influenciar a sus hijos. Dios quiere que tengamos una fe que habite en nosotros, pues el ejemplo no es exigir, sino que el ejemplo es vivir. No es asunto de ley, sino es asunto de la experiencia que nos trae la Vida divina.

Apóstol Marvin Véliz