¿DEBEMOS GUARDAR LEYES LOS CREYENTES DEL NUEVO PACTO PARA PRESERVAR NUESTRA SALVACIÓN?

¿DEBEMOS GUARDAR LEYES LOS CREYENTES DEL NUEVO PACTO PARA PRESERVAR NUESTRA SALVACIÓN?

Bendiciones hermanos, en este artículo quiero resumir lo más que pueda la explicación a un verso tan polémico y mal entendido como lo es Hechos 15:28 “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien”.

Creo que es necesario explicar por qué estamos tocando este tema. Hoy en día hay muchos creyentes que perseveran en denominaciones evangélicas con tendencias judaizantes. Un buen sector de la Iglesia basa su doctrina en la nación de Israel, ellos celebran fiestas judías, practican el “shabath”, se abstienen de ciertos alimentos, hacen oraciones en hebreo, etc. Hay quienes llegan al extremo de decir que no debemos pronunciar el nombre “Jesús” para referirnos al Señor porque ese nombre es pagano, que tenemos que pronunciar el nombre original en hebreo. Conceptos como éstos han hecho que gente aferrada al antiguo pacto tergiversen la centralidad del Evangelio. Ellos se basan en el hecho de que Jesús fue Judío y que nosotros, al aceptarlo, tenemos que aceptar también el hecho de que Él fue Judío, y que por ende, debemos aceptar Sus costumbres y todo lo referente a la cultura del pueblo judío. Es así como ellos concluyen que nosotros tenemos que ser igual que los judíos. Detalles como estos son los que hacen que muchos tuerzan Las Escrituras para su propia perdición.

Para no seguir pensando, ni enumerando de manera inconsistente estas cosas, veamos en concreto la explicación a este verso de Hechos 15:28 Para empezar, podemos decir que el Apóstol Pablo fue atacado en su ministerio, precisamente, por este tipo de personas que no entendieron el Evangelio del Señor. Recordemos que muchos judíos se convirtieron en aquellos días del principio de la Iglesia, y éstos fueron los que empezaron a enseñar en todas las Iglesias gentiles que debían hacerse practicantes del judaísmo.

En los días de la Iglesia del principio, esto se convirtió en un problema muy agudo, al punto que enfermaron a muchas de las Iglesias de aquel entonces. La carta que Pablo escribió a los hermanos de Galacia nos deja ver qué tan fuerte fue esta tendencia de judaizar a los creyentes. Dice Gálatas 2:11 “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, me opuse a él cara a cara, porque era de condenar. v:12 Porque antes de venir algunos de parte de Jacobo, él comía con los gentiles, pero cuando vinieron, empezó a retraerse y apartarse, porque temía a los de la circuncisión. v:13 Y el resto de los judíos se le unió en su hipocresía, de tal manera que aun Bernabé fue arrastrado por la hipocresía de ellos. v:14 Pero cuando vi que no andaban con rectitud en cuanto a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿por qué obligas a los gentiles a vivir como judíos? v:15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores de entre los gentiles; v:16 sin embargo, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para que seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley; puesto que por las obras de la ley nadie será justificado”. 

La presión de los judíos convertidos, a quienes Pablo llamaba “los de la circuncisión”, era tan grande que aun el apóstol Pedro y Bernabé fueron intimidados en su libertad que tenían para convivir con los hermanos “gentiles” (término que usaban para referirse a los que no eran judíos), de manera que fueron arrastrados a la hipocresía por miedo de los judíos, y fue por ello que el apóstol Pablo los reprendió duramente. Ante tal situación, los apóstoles se reunieron con Pablo y Bernabé para tratar este asunto.  

Lo que hicieron Pablo y Bernabé en su viaje fue contar como los gentiles habían abrazado la fe en Cristo Jesús. Al llegar a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia, los apóstoles y los ancianos de Jerusalén. Al momento de escuchar a Pablo y Bernabé, algunos de la secta de los fariseos que habían creído, se levantaron diciendo: “Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés”. El comentario de los fariseos convertidos puso de manifiesto, que el mismo problema que tenían los hermanos en Antioquía, también estaba en la Iglesia en Jerusalén.  Al escuchar tales palabras, los apóstoles decidieron reunirse a solas con los ancianos de la localidad, Pablo y Bernabé, y juntos poder llegar a una conclusión.

Estas inquietudes surgieron a raíz de que muchos creyentes del principio, a parte de ser creyentes en Jesús, también eran judíos. Había que buscar una forma de como conciliar aquella situación, en el sentido de que los gentiles no fueran metidos a algo que no entraba en la economía de Dios para el Nuevo Pacto, y que los judíos no fueran obligados a ser desposeídos de lo que culturalmente ellos tenían por costumbre (lo cual había sido dado por Dios mismo en el Antiguo Pacto y tales prácticas eran sombras de lo que había de venir).

El apóstol Pedro fue una pieza clave para solucionar esta situación. Recordemos que Él fue el primero en tener relación en cuanto a la fe con los gentiles en la casa de Cornelio.    Tal experiencia del apóstol Pedro fue tremenda (Hechos 10), porque Dios mismo le ordenó a Pedro en una visión que fuera y compartiera las Buenas Nuevas a la casa de Cornelio. Por tal experiencia vemos a un apóstol Pedro que convivía muy feliz con los gentiles, pero la presión que ejercían los judaizantes era tan grande que el mismo apóstol Pedro se vio tentado a la hipocresía, retrayéndose de comer con los hermanos “no judíos”. Este contexto hizo que Pedro fuera clave para resolver aquella situación. En Hechos 15:7-11 vemos que el apóstol Pedro centró su conclusión del asunto, pero dice el v:11 “Creemos más bien que somos salvos por la gracia del Señor Jesús, de la misma manera que ellos también lo son”. En otras palabras, él les dijo que los gentiles habían alcanzado salvación sin necesidad de hacer ni una sola practica de la ley. ¿Qué razón había para poner un yugo de prácticas de ley a los que habían sido salvos por gracia de entre los gentiles? El apóstol Pedro reconoció que la ley no abona en nada para la salvación y la edificación de los creyentes.

Al escuchar esto, Jacobo, el hermano en carne del Señor Jesús (alguien de mucho peso para los que veían las cosas según la carne), concluyó que Pedro, Pablo y Bernabé  tenían razón, que los gentiles no debían de ser obligados a cargar nada de la ley para ser salvos. De manera magistral, Jacobo citó lo que dijeron los profetas del Antiguo Testamento: “Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, tal como está escrito: Después de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David que ha caído. Y reedificaré sus ruinas, y lo levantaré de nuevo, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles que son llamados por mi nombre, dice el Señor…” (Hechos 15:15-18) Jacobo usó este pasaje para explicar lo que estaba sucediendo entre ellos (era normal para ellos usar el Antiguo Testamento de manera didáctica y figurativa para poder expresar verdades del Nuevo Testamento). Jacobo dijo que eso concordaba con lo dicho por el profeta Amós, en cuanto a la reedificación del tabernáculo de David, lo cual es interesante porque en los tiempos de David, él no tuvo en cuenta respetar las fronteras de la ley para tener el arca del pacto en su casa, al punto que se convirtió en un sacerdote del Señor sin ser de la tribu de Leví y ofreció alabanzas como ofrendas al Señor en lugar de víctimas en el altar. 

Todos los que estaban reunidos en aquella ocasión llegaron a la sensata conclusión que la salvación del Nuevo Pacto era más que claro que nada tenía que ver con aspectos de la ley, y propusieron no molestar a los que de entre los gentiles se convertían a Dios, pues, tal intención era tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni los mismos judíos habían podido llevar. 

Ahora bien, dice Hechos 15:20 “sino que les escribamos que se abstengan de cosas contaminadas por los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado y de sangre”. Obviamente, este verso sacado de todo el contexto parece decir que “sí” hay leyes que los creyentes deben cumplir por lo menos para “mantener” su salvación. De este verso, muchos creyentes dicen: “Nosotros no tenemos un montón de leyes como los judíos, sólo tenemos cuatro: no debemos contaminarnos con los ídolos, no debemos fornicar, no debemos comer animales estrangulados, ni sangre”. Sacado del contexto, parecería que tienen razón, pero leyendo todo lo que aconteció en aquellos días, no podemos decir tal cosa.

Estas cosas las escribieron los apóstoles a los hermanos de aquel entonces, debido a la situación “cultural” que también tenían los gentiles. Al igual que los judíos estaban cargados por la “ley”, así también los gentiles estaban plagados de la idolatría. Las cuatro cosas que se mencionan en el v:20 estaban relacionadas a la idolatría y el paganismo en el que vivían los gentiles en aquellos tiempos, por lo cual, los apóstoles reconvinieron a los hermanos a que se abstuvieran de esas cosas. Pero es absurdo pensar que los apóstoles hayan creído que sus “cuatro nuevas leyes” sí eran necesarias para que se salvaran los gentiles, o al menos para que ellos no perdieran su salvación. Todo lo contrario, ellos querían dejar claro que lo que algunos enseñaban acerca de la ley, que debían circuncidarse conforme al rito de Moisés, para ser salvos, estaba torciendo el Evangelio de gracia de nuestro Señor Jesucristo.  

Para la nación de Israel fue muy difícil entender que el Antiguo Pacto ya había acabado, es más, hasta el día de hoy son unas de las razas más conservadoras de sus tradiciones y no pecan por ello. Es cierto que Dios los eligió para poder expresarse en ellos, pero el Señor en Su misericordia en el Nuevo Pacto incluyó tanto a judíos como a gentiles y de ambos pueblos hizo un Nuevo Hombre corporativo, el cual es Su Cuerpo, la Iglesia. La oikonomia de Dios para este tiempo ya no es la nación de Israel, sino Su Iglesia. De manera que no hay ningún amparo bíblico para decir que tenemos que volver a las raíces judías, debemos tener claro que somos salvos por la gracia del Señor. ¡Aleluya!

Termino este artículo citando Efesios 2:15 “aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, v:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. v:17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; v:18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. v:19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, v:20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”.

Apóstol Marvin Véliz