CUBIERTOS EN EL INTERIOR Y EN EL EXTERIOR

CUBIERTOS EN EL INTERIOR Y EN EL EXTERIOR

Marcos 14:51 “Cierto joven le seguía, vestido sólo con una sábana sobre su cuerpo desnudo; y lo prendieron; v:52 pero él, dejando la sábana, escapó desnudo”.

Para poder entender el contexto de este verso, que no lo narra ningún otro evangelio más que  el Evangelio de Marcos, debemos tratar de imaginar el ambiente en el cual se dio este suceso. Déjeme suponer lo que probablemente sucedió en aquella ocasión: Lo más probable es que la noche en la que arrestaron al Señor Jesús, este joven se encontraba dormido. Inevitablemente podemos  pensar esto, pues, la Biblia es clara al decir que el joven estaba con una sábana y luego huyó desnudo. Podríamos decir también, que este joven era un seguidor de Jesús, y seguramente era un discípulo muy cercano del Señor. El bullicio y el alboroto de la ciudad inevitablemente le hicieron despertar (o talvez alguien lo despertó), y cuando se enteró de lo que estaba sucediendo, rápidamente se envolvió en una sábana y queriendo averiguar más del asunto, llegó justo al lugar y en el momento en el que el Señor estaba siendo arrestado. Ese día que prendieron a Jesús, también quisieron agarrar a sus discípulos, de manera que todos salieron huyendo, incluyendo a este joven, con la gran diferencia que éste tuvo que dejar su sábana en las manos de sus captores y escapar desnudo. 

Definitivamente este joven había seguido al Señor de una manera inadecuada, al punto que un día su desnudez quedó expuesta. Quiero concentrar la atención de ustedes en tres lecciones que podemos obtener de este joven discípulo.

1. El conflicto de ser esclavos del sueño.

Este es el conflicto de estar atrapados por nuestra naturaleza sin hacer ningún esfuerzo por sobreponernos a nosotros mismos. Hermanos amados, todos somos víctimas de la naturaleza caída con la cual nacimos, una naturaleza pecaminosa, inclinada al mal, dañada, en síntesis un cuerpo de bajeza que responde al mal. Por lo tanto, esta carne con la cual estamos revestidos no solo tiende al mal, sino que es capaz de fabricar el mal y está especializada genéticamente para el mal. Ahora bien, todos los que somos hijos de Dios tenemos una gran ventaja, la Biblia dice: “Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre v:13 que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.” (Juan 1:12-13) Ciertamente estamos cubiertos con una naturaleza de bajeza, pero dentro de nosotros, en nuestro hombre interior, en nuestro espíritu, Dios ha colocado al Espíritu de Vida que es Cristo Jesús mismo. Según la Escritura, Dios nos ha hecho nacer de nuevo, nos ha constituido nuevas criaturas, en otras palabras, hemos sido regenerados en Dios.

Ahora, aunque somos nuevas criaturas, todavía sentimos la presión de la vieja naturaleza que nos invita al sueño, a la pereza, a la actitud de entregarse al descanso extremo, al descuido, a vivir una vida floja y endeble. Es acá donde nosotros debemos cobrar conciencia que tenemos dentro de nosotros la Vida de Cristo, que somos una nueva criatura en Él, y por lo tanto, no debemos responder a la presión que la naturaleza de bajeza ejerce en nuestros miembros. Como Hijos de Dios, más bien, debemos de sobreponernos por la acción y el poder del Espíritu Santo a la vida de comodidad a la que nos invita la carne.

Volviendo a la enseñanza que podemos sacar de este joven discípulo, podemos ver que mientras  la Vida de Cristo estaba pasando por algo muy crítico, este joven estaba muy cómodo, durmiendo. Hermanos, déjenme decirles algo: los que no pueden sobreponerse a sus actitudes e impulsos naturales de dejadez y pereza espiritual, jamás podrán conocer las alturas a las cuales el Señor quiere llevarlos. Ya no podemos seguir llevando una condición de vida en la cual le demos rienda suelta a nuestros estados de ánimo, viviendo por lo que el alma dictamina. Como Hijos de Dios, yo les exhorto a que nos sobrepongamos a ello.

Somos nosotros los que decidimos o no, sobreponernos a la comodidad. El Señor nos da la gracia y la capacidad interior para que podamos entrar a una dimensión en la que vivamos con poder, amor y dominio propio, pero siempre estará la carne queriendo vivir cómodamente y que se opondrá a las cosas de Dios. El Apóstol Pablo dijo: “Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”. (1 Corintios 9:26-27) Vivir de esta manera no es legalismo, al contrario, el resultado de vivir a Dios es cuando le ponemos poco interés a los apetitos, a la dejadez y a la  comodidad de la carne. La nueva Vida que nos dieron el día que fuimos regenerados, nos da la gracia para exponernos a la verdad y con una actitud de amor disponernos para buscar las cosas de Dios y Su Reino. Este joven terminó mal y expuesto en su naturaleza de bajeza ante todos, pues le dio rienda suelta a la pereza y a la comodidad de su carne.

2. Conocer el camino del Señor.

Este joven ciertamente había sido un discípulo del Señor, pues, de lo contrario no hubiera estado involucrado en el arresto de Jesús en el Getsemaní. Seguramente este joven, a esas alturas de su vida, se había desviado de seguir en pos del conocimiento del Señor, pues, no es lógico que mientras el Señor empezaba su trayecto hacia la cruz del Calvario, él no se hubiera dado cuenta de lo que le estaba pasando a su maestro. Lo que este joven perdió fue la ruta del sufrimiento de Cristo. 

Dice Romanos 8:17 “y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con El”. También dice Filipenses 1:29 “porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en El, sino también sufrir por El”. Hermanos, es necesario que por medio de muchas tribulaciones entremos al Reino de Dios. Es parte de seguir al Señor entender que a nosotros se nos ha concedido sufrir y tener aflicciones por la causa de nuestro Señor. Si caminamos en pos del Señor, inherentemente vamos a padecer por Él.

La Vida en Cristo implica gozo, poder, victoria, y muchas virtudes más, pero también implica amar, y el amor es sufrido. Tenemos que entender que el sufrimiento es algo inevitable si queremos seguir al Señor. Este discípulo estaba tan desconectado del Señor, que estaba fuera de la ruta de la cruz de Cristo. Hermanos, ¿entendemos lo que implica seguir al Señor? En algún momento de nuestras vidas, tarde o temprano, llegaremos a un punto en el cual tendremos que hacer una difícil elección, nos encontraremos entre la espada y la pared por seguir al Señor porque hay un precio que pagar por seguir al Señor. Dice Lucas 9:23 “… Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. 

3. No descuidarnos de estar desnudos en el interior.

Este joven estaba cubierto exteriormente. Cuando estudiaba estas cosas el Señor habló a mi corazón que así estaban muchos de Sus hijos hoy en día. Dice Gálatas 3:27 “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”, es cierto que los que creemos estamos revestidos delante de Dios, y eso mismo hace que nos veamos cubiertos ante la gente. Pero muchos son como este joven, que solamente están cubiertos de una manera objetiva y jurídica delante de Dios, pero descuidan cómo están en su interior. Yo les pregunto, ¿Cómo se sienten internamente? Tal vez están como ese joven, tapándose con sábanas, cuidándose de estar cubiertos exteriormente pero en el interior están descubiertos. 

Hermanos, no solamente se deben cuidar las cosas externas y objetivas en cuanto al Evangelio, sino también se debe estar cubierto en el interior. ¿Cómo están con Dios en cuanto a sus deseos, sentimientos, pasiones, etc.? ¿Estarán desnudos en cuanto a sus acciones internas? Este joven nos deja una gran lección, él tuvo el valor de caminar desnudo una buena distancia y talvez nadie lo acusó de ser indecoroso. Nosotros nos cuidamos y nos acostumbramos al juicio de los demás, nos interesa que nos vean irreprochables, procuramos mantener una buena reputación,  pero eso es cubrirnos con sábanas externas. Más bien debemos cuidarnos de no estar desnudos en lo interior. En realidad, sólo Dios y cada uno de nosotros sabemos cómo estamos en lo interior, sólo nosotros individualmente sabemos de qué cojeamos, pero hermanos, busquemos la sanidad interior, curemos nuestra integridad empezando por ser purificados en el interior para con Dios.

No tengo interés de saber lo que hay internamente en cada uno de ustedes, pero es hora de que cada uno nos sinceremos con aquel que pesa los corazones, Dios sabe lo que somos, Él discierne aún nuestras intenciones y pensamientos. Personalmente, puedo decirles que me costó mucho trabajo y dolor dejar atrás esta actitud, ya que por años me revestí de una capa de buena fama, gocé de buena reputación desde mi juventud, pero bendito Dios que Él propició mucho quebrantamiento en mi vida, y así darme cuenta que estaba desnudo por dentro. 

Dios sí conoce nuestro corazón, lo profundo de nuestros sentimientos e intenciones, Él quiere que estemos cubiertos completamente. No necesitamos buscar el consuelo afuera, expongámonos ante la Presencia de Dios y Él nos cubrirá también en nuestro interior.

Apóstol Marvin Véliz