EL HOMBRE NUNCA FUE CONCEBIDO EN LA MENTE DE DIOS COMO UN SER INDEPENDIENTE

EL HOMBRE NUNCA FUE CONCEBIDO EN LA MENTE DE DIOS COMO UN SER INDEPENDIENTE.

Para iniciar este artículo, quisiera ubicarlos en el escenario pre-existencial, es decir, en la eternidad pasada, donde no existía ni siquiera la creación misma, sino solamente Dios. La Biblia nos enseña que en ese escenario Dios diseñó un proyecto, un plan en el cual el hombre vendría a ser el centro de todo. Ante tal planteamiento podemos decir que fuimos escogidos desde antes de la fundación del mundo, es decir, aunque nosotros fuimos concebidos humanamente en el vientre de nuestra madre, no obstante, fuimos predestinados en la mente de Dios desde antes de la creación del mundo. 

En algún momento de esa eternidad pasada, llegó el tiempo en el que Dios hizo la creación. Luego pasaron miles y miles de años hasta que finalmente Dios empezó desarrollar la creación. Es ahí donde se ubica la narración de Génesis 1:1 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. v:2 Y la tierra estaba sin orden y vacía…”. Estos versos nos explican un primer panorama: En algún momento los cielos y la tierra fueron creados, pero con el pasar del tiempo, la tierra quedó desordenada y vacía. En medio de ese caos, el Señor restauró la tierra, y puso en ella al hombre, éste fue el sello de la creación. El hombre original que Dios puso en el huerto no era como nosotros, pues, dice el Salmo 8:5 “… lo has hecho un poco menor que Elohim (un dios)…” esto quiere decir que el hombre era el ser más sublime después de Dios, por supuesto, hablamos del hombre antes de su caída. 

Ahora bien, cuando Dios pensó en hacer al hombre, nunca lo imaginó ni lo diseñó como un ser que tuviera plenitud siendo individual, sino puso en su genética el principio corporativo. Es más o menos como un vehículo, ninguna pieza conforma la totalidad un auto, sino que éste se compone de de muchas piezas. Así hizo Dios al hombre original, lo diseñó de una manera en la que no se sintiera pleno en sí mismo, sino que fuera dependiente de otros. Cuando el hombre cayó se dio cuenta que estaba sólo, que había dejado de ser parte de algo más, y a causa del pecado experimentó un vacío en sí mismo. Es por eso que antes de venir al Señor, la mayoría tenemos la experiencia de sentir que estamos solos, sentimos un vacío que nada ni nadie lo puede saciar, pues el hombre en su origen no fue así. 

El hombre fue hecho bajo un principio corporativo porque el autor mismo (Dios) es corporativo. Dice Génesis 1:26 “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” ¿Por qué Dios se expresó en plural? Porque Dios es un Dios triuno, Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esto quiere decir que, si fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, no podemos ser completos ni absolutos en lo “individual”, sino que seremos plenos siendo corporativos.

Desde que Adán cayó (y juntamente con él toda la humanidad), la raza humana perdió la verdadera razón de la existencia, de modo que muchos no le encuentran sentido a la vida. El hombre fue inducido por el diablo a creer que era un “individuo independiente”, o sea, creyó que él en sí mismo era un todo. Si nos analizamos un momento, nos daremos cuenta que todos tratamos de sentirnos completos en nosotros mismos. Si buscamos amigos, procuramos no depender grandemente de ellos; los niños a medida que van creciendo, una de las primeras cosas que buscan es valerse por sí mismos, a penas crecen un poco, empiezan a caminar y ya no quieren que nadie los agarre. Estas actitudes son muestras de cómo el diablo ha trastocado nuestra genética, de modo que desde niños queremos ser individualistas, absolutos, auto suficientes, etc. 

El ser humano en su naturaleza original no fue hecho para ser individualista, pero tristemente nos desviamos del Plan original. Dice 1 Pedro 2:25 “Pues vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas”. Los seres humanos, cada uno tomamos nuestro propio camino, hacemos lo que bien nos parece, buscamos nuestro propio espacio, y pensamos que buscando nuestra propia realización e independencia estaremos mejor, sin embargo, nos equivocamos. Entre más individualista sea alguien, más vacío se sentirá. La intranquilidad y la falta de paz que experimentan los humanos es por tratar de vivir de una manera en la cual no fueron hechos originalmente; van en contra de la imagen y semejanza de Dios. 

Cuando Dios vio el camino del individualismo, la independencia, y el aislamiento que estaba tomando la humanidad, mandó a Su Hijo para que pagara el precio de la corrupción del hombre, y muriera por cada uno de nosotros. La obra de Cristo no sólo fue propicia para asuntos de pecado y salvación eterna, sino que al resucitar creo en sí mismo una ruta de salvación para sacar a la humanidad del individualismo. Cristo es el Camino para que el hombre encuentre una verdadera restauración, es decir, volver a ser conforme al Plan que el Padre tuvo desde antes de la fundación del mundo.

Cristo vino a ser cabeza de la humanidad, e hizo de nosotros Su Cuerpo. Estar en Cristo es estar en una dimensión corporativa, contraria al individualismo. El Señor nos dejó amarrados a Su Cuerpo, que es la Iglesia, allí nos convertimos en seres corporativos y tenemos la oportunidad de volver a nuestro estado original. Dios espera que nuestra restauración también tenga implícita la necesidad de ser dependientes de Él a través de nuestros hermanos en Cristo. Es necesario que atendamos en nuestro espíritu la voz de Dios, la cual, constantemente nos induce a depender de Su Cuerpo.

Haciendo un resumen de lo que quise transmitirles a través este artículo, podemos decir lo siguiente: Dios nunca nos creó, ni nos diseñó para que fuéramos plenos en nosotros mismos, sino para que fuéramos parte de Cristo y Su Iglesia. Si nos mostramos necesitados de Dios, y dependemos de Su Cuerpo, Él llenará nuestro interior y saciará nuestras almas, entonces seremos plenos.

Apóstol Marvin Véliz