EL MUSAR DE DIOS (LA DISCIPLINA DE DIOS)

EL MUSAR DE DIOS

(LA DISCIPLINA DE DIOS)

“MUSAR” es una palabra hebrea que en el original significa: “enseñanza, advertencia o castigo”. La Biblia nos enseña clara y ampliamente lo concerniente a la disciplina. La palabra “MUSAR” nos enseña que Dios quiere instruir, pero también castigar a Sus hijos. Los padres nos debemos a esta misma tarea con nuestros hijos, hay momentos en que debemos instruirlos, pero hay momentos en los que hay que castigarlos. Dice Proverbios 22:15 “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él”. Este verso nos dice que la necedad esta ligada al corazón del muchacho, pero la vara del “Musar” lo apartará de ello. 

Todos los hijos tienen una necedad con la cual nacieron, pero solo la vara del “Musar” los puede liberar de ello. No hay ni un solo hijo que no necesite ser disciplinado por su padre, ni siquiera Jesús estuvo libre de la disciplina, dice Hebreos 5:8 “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; v:9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”. Si el Señor necesitó la instrucción de sus padres, imagínese cuanto más lo necesitarán nuestros hijos. Lo hermoso de la disciplina es el fruto que se alcanza por medio de ella, pues, dice que el Señor fue perfeccionado a través de haber padecido el proceso de llegar a ser obediente. 

¿Es necesario tener que llegar al castigo físico con los hijos con fines de disciplinarlos? ¿Es bíblico que tomemos la vara y se la apliquemos a nuestros hijos? La palabra “Musar”, en la Biblia, es una palabra que implica castigar físicamente. Dios se ocupó de usar esa palabra hebrea para dejar claro que sí se debe disciplinar a los hijos con vara. Cualquier persona que conozca la lengua hebrea entiende que Dios lo puede castigar porque es lo que significa la palabra Musar. 

La Biblia está saturada de ejemplos, desde Génesis hasta Apocalipsis, de cómo Dios ha aplicado el “musar” a sus hijos. A lo largo de la historia Dios ha quebrado a los hombres para que aprendan a obedecer. Sólo aquellos que fueron golpeados y quebrantados recibieron la visitación de un Dios tan grande. Dice Hebreos 12:6 “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. v:7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?”. Según estos versos, es parte de la formación y el amor divino aplicar castigo a aquellos que Dios considera Sus hijos. 

Dios nos da la oportunidad a nosotros los padres de colaborar con Él, en los planes que tiene para con nuestros hijos. Los hijos son de Dios, así lo dice el Salmo 127:3 “He aquí, don del Señor son los hijos”; o sea, los hijos que nosotros traemos al mundo son la herencia del Señor. Los hijos no son para nuestra gloria sino para la gloria de Dios. A Dios le ha placido confiarnos la tarea de forjar a “Sus hijos” mediante el camino de la disciplina. Tenemos que entrenar a los hijos mientras se pueda, para que cuando Dios los trate directamente como a hijos, los conceptos que ellos tengan de un padre no choquen contra el proceder de Dios. Muchos hijos crecen con la mala costumbre de pedir las cosas con gritos y llantos, pero la culpa la tienen los malos padres que soportan esas malas actitudes y no las corrigen nunca. A medida que los hijos crecen, van arrastrando esa mala crianza en todos los niveles de su vida, y su concepto de padre es “aquel” que le dio todo y que nunca lo estorbó. Cuando les llega el tiempo de la vida, en la que Dios los quiere tratar directamente, lo que ellos hacen es alejarse de Dios porque no concuerda sus conceptos de “padre” con un Dios que castiga a aquel que toma por hijo. 

Qué gran responsabilidad tenemos los padres de llevar a nuestros hijos al conocimiento de Dios. Somos nosotros los padres, los que tenemos que enseñarles que hay un Dios en los cielos que provee, que nos ama, que nunca nos deja, pero que también instruye, castiga, disciplina y quebranta. Un hijo que fue malcriado se desviará del camino de justicia, pues, no soportará a un Dios que castiga. 

Hoy en día la mayoría de padres se ha tragado la doctrina mundana de que los hijos pueden hacer lo que quieran, creen que los niños tienen derecho a privacidad y a su campo de acción. El resultado de tal concepto ha hecho que surja una generación de hijos insoportables, malcriados, y contrarios a la autoridad. Hermanos, nosotros que somos hijos amados de Dios, pero que también sabemos que Él golpea y quebranta, no les ocultemos a nuestros hijos quién es Dios. Padres, nosotros debemos ser un espejo divino para nuestros hijos, a través de la crianza que les demos y la aplicación del “musar”, los hijos deben ver a Dios y conocer el proceder de Dios. Advirtámosles que Dios nos ama, que Él nos instruye, pero que también nos castiga. 

Dice Deuteronomio 11:2 “Y comprended hoy que no estoy hablando con vuestros hijos, los cuales no han visto la disciplina del Señor vuestro Dios: su grandeza, su mano poderosa, su brazo extendido v:3 sus señales y sus obras que hizo en medio de Egipto a Faraón, rey de Egipto, y a toda su tierra, v:4 lo que hizo al ejército de Egipto, a sus caballos y a sus carros, al hacer que el agua del mar Rojo los cubriera cuando os perseguían, y el Señor los destruyó completamente; v:5 lo que os hizo en el desierto hasta que llegasteis a este lugar, v:6 y lo que hizo a Datán y Abiram, los hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando la tierra abrió su boca y los tragó a ellos, a sus familias, a sus tiendas y a todo ser viviente que los seguía, en medio de todo Israel. v:7 Pero vuestros ojos han visto toda la gran obra que el Señor ha hecho. v:8 Guardad, pues, todos los mandamientos que os ordeno hoy, para que seáis fuertes, y entréis y toméis posesión de la tierra a la cual entráis para poseerla; v:9 para que prolonguéis vuestros días en la tierra que el Señor juró dar a vuestros padres y a su descendencia, una tierra que mana leche y miel. v:10 Porque la tierra a la cual entras para poseerla, no es como la tierra de Egipto de donde vinisteis, donde sembrabas tu semilla, y la regabas con el pie como una huerta de hortalizas, v:11 sino que la tierra a la cual entráis para poseerla, tierra de montes y valles, bebe el agua de las lluvias del cielo”.

En este pasaje aparece por primera vez en la Biblia la palabra “Musar", la cual ya dijimos que significa: “enseñanza, advertencia y castigo”. Dice el v:2 “Y comprended hoy que no estoy hablando con vuestros hijos, los cuales no han visto la disciplina del Señor vuestro Dios: su grandeza, su mano poderosa, su brazo extendido”; esta palabra “disciplina” es el Musar de Dios. En este pasaje Dios les dice a los Israelitas que los hijos de ellos no conocían el “musar”, es decir, no conocían la forma en la que Él los había tratado a ellos como nación. Cuando alguien no ha estado en esta dimensión en la cual Dios enseña, advierte, y castiga, es imposible que sepa verdaderamente quien es Dios. Pensemos por un momento en las miles de personas que hay en el mundo, que aunque no van a la Iglesia y no conocen a Dios, los golpes que han llevado en la vida los han hecho madurar y entender la vida de manera diferente. Si esto sucede en el plano natural, cuanto más grande será lo que obtendremos en el plano espiritual. 

Si queremos que nuestros hijos un día sean personas que le teman al Señor nuestro Dios, debemos procurar que ellos también experimenten el Musar de Dios. Sólo los que hayan sido enseñados bajo el Musar entenderán a Dios; el que nunca ha sido castigado, difícilmente podrá escuchar a Dios. Si usted no le da vara a sus hijos, usted los está privando de poder escuchar a Aquel que da palabras de Vida Eterna. El pasaje que leímos dice que la generación que no conoció el “musar de Dios”, tampoco pudo ver la grandeza de Dios, su brazo extendido, sus señales, etc. Si nosotros anhelamos que nuestros hijos vean lo grande que es Dios, pero nunca los hacemos que conozcan el Musar de Él, difícilmente verán cuán grandes cosas hace Dios por ellos. Si privamos a nuestros hijos de la disciplina, los estamos destinando a ser derrotados por cualquier cosa en este mundo, pues, sólo aquellos que son entrenados en la disciplina saben cuán fuerte es el brazo de Dios para salvarlos. 

Dice Deuteronomio 11:6 “y lo que hizo a Datán y Abiram, los hijos de Eliab, hijo de Rubén, cuando la tierra abrió su boca y los tragó a ellos, a sus familias, a sus tiendas y a todo ser viviente que los seguía, en medio de todo Israel”. Este verso habla de ciertos hombres que no habían participado de la disciplina de Dios, y por ende, tenían corazones rebeldes en contra la autoridad. Un día, Dios los enjuició, y la tierra se los tragó a ellos junto con toda su familia. Los que no conocen el Musar de Dios no son capaces de ver que Dios es celoso, y que castiga duramente a aquellos que se rebelan y que tienen sus mentes embotadas por la falta de disciplina. No conocer la realidad de Dios es un asunto gravísimo, porque es decepcionante para alguien darse cuenta que el Dios en el que ha creído es diferente al verdadero Dios. Muchos conocen a un “dios” envuelto en humanismo, un “dios” que es amor y dulzura para con todos los hombres. El problema es que el verdadero Dios, de vez en cuando, levanta su mano para castigar a los hombres. 

Hermanos padres, si ustedes nunca aplican la vara a sus hijos, ellos creerán que Dios también los tratará así, creerán que Cristo murió en la cruz del calvario para darles licencia para pecar deliberadamente, creerán que las cosas de Dios son una forma filosófica de hablar pero no de vivir. Los hijos que viven fuera del “Musar" de Dios no tienen una imagen clara y exacta de Dios, no saben que Dios sigue siendo capaz de abrir la tierra para tragar a los que son rebeldes y desobedientes. 

Somos los padres los responsables de que los hijos se queden sin una gota del conocimiento de Dios. Somos los padres los responsables de que los hijos no sepan que Dios azota y castiga a todo aquel que recibe por hijo. Dios nos abra los ojos para darnos cuenta de la importancia de mostrarle a nuestros hijos el Musar de Dios, que ellos tengan un concepto equilibrado de quién es Dios y cómo nos trata Él. 

Apóstol Marvin Véliz