EL CRISTO INVISIBLE

EL CRISTO INVISIBLE. 

Desde que el Señor me llamó a este santo ministerio del apostolado, he podido darme cuenta que hay un mensaje central que insistentemente Dios me ha puesto a predicar, esto es: Conocerlo a Él, y permanecer en Él; de eso depende que nosotros triunfemos o fracasemos en nuestra caminata cristiana. 

Dice Hechos 1:1 “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, v:2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; v:3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”. 

El pasaje dice que el Señor se les apareció a los discípulos durante cuarenta días, vivo y con muchas pruebas indubitables de Su resurrección. ¿Por qué el Señor no se fue directo al cielo y por medio de la revelación le dijo a los discípulos que Él estaba resucitado y ascendido? ¿Cuál fue la razón por la cual el Señor se les apareció físicamente durante ese tiempo? Yo veo dos razones de peso porqué el Señor se quedó con ellos durante cuarenta días: 

El Señor les habló en ese tiempo lo concerniente al Reino de Dios. Los discípulos tenían que entender lo concerniente al Reino de Dios ahora que se iniciaba el Nuevo Pacto. En el Antiguo Pacto el Reino de Dios consistió en una nación, en una raza, y en una religión que se basó en la Ley de Moisés. El Señor tenía que explicarles que Israel ya no sería la plataforma en la cual Dios iba desarrollar Su Plan. Esta capacitación les dio a los apóstoles la facultad de explicar, enseñar y edificar a los creyentes del Nuevo Pacto lo concerniente al Reino de Dios. 

El Señor también se presentó con pruebas convincentes de que estaba vivo a Sus discípulos, porque no quería que la última imagen que recordaran de Él fuera la del Cristo crucificado. El Señor necesitaba que los discípulos tuvieran tal certeza de que había resucitado, por lo tanto, se les apareció durante cuarenta días para que no pensaran que su aparición había sido un sueño, o una visión, sino que estuvieran seguros que Él estaba vivo. Una de las apariciones más impresionantes del Señor en aquellos días es la que narra el Evangelio de Juan, pues dice que cuando ya iba amaneciendo, se les presentó en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar… Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: “Traed de los peces que acabáis de pescar… Venid, comed”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. Esta fue la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos (Juan 21:4-15). Fue impactante el hecho de que el Señor haya comido con ellos, porque eso no dio lugar a dudas de que tenían enfrente a un ser vivo. El Señor les dio muchas pruebas de que Él había resucitado para que en el futuro sus enseñanzas no estuvieran fundamentadas en los recuerdos de un gran hombre de Dios, sino en un Cristo viviente. 

Ahora bien, el punto que quisiera remarcar en esta ocasión es lo que dice Hechos 1:3 que el Señor “se les aparecía”, es decir, no estuvo de continuo con ellos los cuarenta días, sino que se les manifestó en algunos momentos. El estado del Señor después de la resurrección fue “Invisible”, es decir, ellos no lo miraban todo el tiempo, sólo en algunos momentos se hizo visible. El Señor quería que ellos se convencieran de que ahora en adelante, de manera normal, Él iba a ser invisible a los ojos humanos. Si esto no hubiera sido así, la ascensión del Señor hubiera sido más frustrante que Su misma muerte. 

El Señor se les apareció y se les desapareció a los discípulos durante cuarenta días previos a Su ascensión, precisamente, para que tuvieran claro este punto. En Lucas 24:15 - 31 vemos que Jesús se les apareció a los dos discípulos que iban camino a Emaús, caminó con ellos, se sentó a la mesa, les partió el pan, pero cuando ellos lo reconocieron se les desapareció inmediatamente. Quizás la mayoría de nosotros hemos entendido que el Señor estuvo durante cuarenta días con los discípulos pero sólo en algunos momentos se les desaparecía, sin embargo, la experiencia que ellos tuvieron fue lo contrario, el Señor se les apareció sólo en algunos momentos. 

El milagro que pasó en esos cuarenta días fueron las apariciones repentinas del Señor mientras ellos estaban reunidos. Dice 1 Corintios 15:45 “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante”. Cristo resucitó con un cuerpo espiritual, es decir, con un cuerpo que no es visible de manera normal en la dimensión terrenal. Hay cuerpos terrenales y hay cuerpos celestiales. El Señor Jesús resucitó con un cuerpo apto para el plano celestial, lo cual para nosotros se vuelve invisible. Si tuviéramos la oportunidad de ir a la esfera celestial, viéramos al Señor Jesús con una forma definida, pues, esa esfera es real, sólo que es diferente a la terrenal. 

El Señor planificó estos cuarenta días para que los apóstoles supieran que ya no estaría más con ellos un Cristo con cuerpo terrenal. Pero también propició este tiempo para que ellos no lo desencarnaran definitivamente, sino que siempre lo personificaran, y el Evangelio consistiera, precisamente, en presentar a Cristo en su nueva dimensión. Los apóstoles no debían predicar a Cristo como el recuerdo de un gran hombre de Dios que alguna vez estuvo vivo, sino de un Cristo que estaba vivo y que ahora habita en un cuerpo celestial. 

Era necesario que los apóstoles tuvieran conciencia del cambio de dimensión que el Señor había experimentado. Ninguno de nosotros podrá tener tal conocimiento que tuvieron los apóstoles del Señor; ellos lo vieron y lo palparon físicamente, cosa que ninguno de nosotros podremos hacer en esta era. Pero aun ellos se hubieran visto carentes de la revelación si no hubieran visto a Cristo apareciéndoseles durante esos cuarenta días, porque lo hubieran predicado como un recuerdo. También lo hubieran podido predicar por revelación, sin verlo de manera corpórea, pero el Señor quiso aparecérseles indubitablemente para que ellos atestiguaran que él había resucitado, que lo vieron y lo palparon como lo hizo Tomás, que aun tocó sus heridas. 

En esos cuarenta días el Señor quería que los discípulos tuvieran claro que Él ya no iba a habitar en un cuerpo de carne como en el que había habitado por treinta y tres años y medio, sino que ahora Él moraba en un cuerpo celestial, invisible, pero que estaría más cerca de ellos que nunca. El Señor prometió que vendría como el Espíritu Santo que está en cada uno de nosotros, Él es el Espíritu vivificante que nos ha sido dado desde el día que creímos al Evangelio. Él está vivo, es real, esta en nosotros y camina con nosotros, sólo que Invisible. 

¡Aleluya! 

Apóstol Marvin Véliz