LA FE DEBE SER PURIFICADA.- 1 Pedro 1:7 “para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo”. En esta ocasión quisiera hablar siempre acerca de la fe, pero bajo el punto de vista de lo que dice la primera carta del apóstol Pedro. La idea que nos quiso dar a entender el apóstol es que la fe debe ser probada, tal como es acrisolado el oro para que alcance pureza. Para entender bien esta figura debemos entender lo siguiente: la fe en sí misma no puede ser perfeccionada, ni purificada, porque ella proviene de Dios, por lo tanto es perfecta. Ahora bien, si la fe es como el oro, tenemos que entender que este metal se encuentra debajo de la tierra, en el lodo. Cuando los mineros extraen el oro de la tierra, rara vez encuentran una pepita de oro, la mayoría de veces tienen que escarbar en la tierra, pasarla por un proceso de lavado, hasta que poco a po