SERVIR A DIOS Y AL PRÓJIMO NOS TRAE UNA VERDADERA LIBERACION Nadie puede experimentar a plenitud el Evangelio si no dedica su vida a servir a Dios y a los hombres. En una ocasión le preguntaron al Señor Jesús: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:36-39). ¿Por qué vemos a lo largo de todo el Nuevo Testamento una insistencia de que amemos y sirvamos a Dios y a nuestro prójimo? Por que la sabiduría divina quiere que seamos libres de nuestro “yo”. Al leer exhaustivamente el Nuevo Testamento nos damos cuenta que el énfasis de amar a Dios y al prójimo. El Evangelio no fue hecho para alcanzar un beneficio personal, es más, en los Evangelios y los demás escritos de los apóstoles nos damos cuenta que no hay lugar para nosotros; la invitación es a mengua