MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO

“MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO”

Dice Mateo 9.11 “Y cuando vieron esto, los fariseos dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores? v:12 Al oír El esto, dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. v:13 Mas id, y aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificio”; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.

Con dolor y quebranto en mi corazón, a causa de entender este pasaje, escribo este artículo al que he titulado “Misericordia quiero y no sacrificio”. 

Hermanos, la vida religiosa que hemos llevado nos ha vuelto tan místicos, que hemos convertido el Evangelio del Señor en un sinónimo de esfuerzo y dedicación de nuestro tiempo, finanzas, y servicio para las cosas que estimamos como para Dios; sin embargo, hemos sido muy cerrados para hacer lo mismo por el necesitado, no hemos ayudado de igual manera a nuestros hermanos y a nuestro prójimo. 

Nos ha sido muy fácil y “necesario” asistir a las reuniones de Iglesia y hasta aportar para la vanidad religiosa de los demás miembros y del líder que quieren un mejor y más lujoso local, pero si alguien esta con necesidad, decimos que no tenemos dinero. Tenemos tiempo para ir a reuniones eclesiásticas ( a llenarnos nosotros mismos más que los deseos del corazón de Dios), sin embargo, no tenemos tiempo para pasar visitando a un amigo, a un familiar o incluso a un hermano que esté enfermo o cargado por alguna necesidad. 

La necesidad del prójimo no entra en nuestra noticia, porque hemos mistificado tanto el Evangelio que pensamos que los sacrificios y holocaustos espirituales son lo único que Dios demanda; hemos olvidado que en el corazón de Dios está que nosotros, por el impacto de Su gracia, demos a otros lo que de gracia hemos recibido, tanto supliendo las necesidades espirituales de los demás, como aun las necesidades emocionales y físicas que éstos tengan. 

El Señor espera algo diferente de nosotros los creyentes del Nuevo Pacto, Él quiere ir más allá de lo que religiosamente hemos concebido. Si verdaderamente hemos sido cautivados por el Señor, se producirá en nosotros una reacción que se manifestará en amor, misericordia, servicio y compasión hacia los demás. Es tiempo que nos demos cuenta que una vida eclesiástica llena de rutinas y liturgias abonan más a nuestro orgullo religioso que a responder a la vida Divina implantada en nuestro espíritu, la cual, necesita salir y expresarse por medio de la maravillosa virtud del amor del Señor. 

Oremos: ¡Oh, Señor!, libertanos del camino religioso y egocéntrico que nos enseñó que estar en comunión contigo, es un asunto sólo entre “Tú y yo”, ¡Por favor! libértanos y enséñanos el camino a seguir. 

El Señor quebraba mi corazón al leer este pasaje del Evangelio de Mateo 9, porque en el contexto,  un grupo de religiosos estaba murmurando debido a que Él se había tomado el tiempo para estar con un grupo de gente que, a juicio de ellos, eran pecadores. A los religiosos no les cabía como el Señor, siendo un gran profeta de Dios, gastaba de su tiempo y recursos para estar con gente del vulgo. Al darse cuenta el Señor lo que murmuraban, les dijo: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos” Él les mostró con esas palabras que el fluir de la Vida Divina se expresa por medio del amor y la misericordia para con los más necesitados. 

También el Señor les dijo a los religiosos: “id, y aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificio”; Estas maravillosas palabras son referenciadas de Oseas 6:6 “Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos”. ¡Ah! el Señor prefiere que expresemos Su amor y misericordia más que los mismos sacrificios y holocaustos. Estas palabras son claras por sí mismas, no necesitan interpretación, sencillamente tenemos que reconocer que Dios ve con más agrado que nosotros nos demos en amor hacia los demás, y especialmente para con los hermanos (los cuales son Su Cuerpo mismo), que a las acciones cúlticas. 

Podríamos preguntarnos lo siguiente: ¿Por qué el Señor prefiere más las buenas obras antes que el fruto de nuestros labios (sin dejar de pensar que la alabanza también le agrada)? Creo que hay dos razones fundamentales que responden a esta pregunta:

1. Porque cuando nosotros manifestamos el amor hacia los demás, estamos obrando según el Plan eterno de Dios. La Biblia nos muestra que Él mismo nos diseñó con el fin de que fuéramos vasos que lo contuvieran y lo expresaran, como lo dice Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

1. Porque el amor es el fluir de la Vida Divina (el verdadero amor no proviene de nosotros mismos, sino de Dios), tal como lo dice 1 Juan 4:19 “Nosotros amamos, porque El nos amó primero. v:20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. v:21 Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a Dios, ame también a su hermano”.

Hermanos, yo les invito a todos a que busquemos como restaurar esta situación tan caótica en la que hemos caído. Pidámosle al Espíritu Santo que llene nuestras vidas de Él y que nos dé entrañas de amor y misericordia para con el necesitado. 

Para equilibrar esta verdad tan grande y no parar despreciando nuestro sacerdocio ante Dios, me llamaba la atención que, enseñando acerca de las reuniones de Iglesia, el Apóstol Pablo dice en 1 Corintios 14:26 “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo…”. En otras palabras, ¿qué tenemos cada uno para dar cuando estamos juntos? ¿qué llevamos a la reunión? Este tipo de reuniones donde cada uno lleva una palabra para dar, no es lo que ahora concebimos como reuniones de Iglesia, porque fuimos mal enseñados a pensar que las reuniones son para ir a recibir. Dios no estableció las reuniones de Iglesia, precisamente, para que llegáramos a cantarle o a homenajearlo solamente, más bien, Él las diseñó para que nos bendijéramos los unos a los otros. ¿Le suena raro esta manera de pensar acerca de las reuniones? Si usted es religioso, seguro que le sonará raro, pero si es libre, usted sabrá que así es la Vida Divina, siempre piensa en dar. 

Tal fluir de amor hacia los demás es la naturaleza de la Vida de Dios que nos han dado en Cristo Jesús, esto es lo que describe el famoso versículo de Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Estas palabras contienen la esencia de la Vida Divina, aquí vemos a Dios mismo no sólo enseñándonos a amar, sino fluyendo en un amor tal hacia la necesidad humana, que nos dio a Su Hijo unigénito… por eso el Hijo, teniendo también la naturaleza misma de Dios pudo decir: “Mas id, y aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificio”; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”. 

¡Oh, hermanos! ¡Que seamos seducidos a fluir en esa Vida! 

Apóstol Marvin Véliz