DEBEMOS AVANZAR CON EL FIN DE MADURAR.

DEBEMOS AVANZAR CON EL FIN DE MADURAR.

Cuando nosotros maduremos, le permitiremos al Señor que Su Plan Eterno se cumpla entre nosotros. Para alcanzar este objetivo, debemos manifestar y poner en acción la oikonomia de Dios. Leamos detenidamente los siguientes pasajes:

Efesios 2:21 “en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, v:22 en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.

Efesios 4:13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

Según estos pasajes el Señor quiere conseguir de nosotros un hombre corporativo, maduro y pleno. Debemos de encaminar nuestra vida natural, nuestro qué hacer en el Señor, nuestra vida de Iglesia para que nuestras congregaciones alcancen tal medida. Cuando Dios encuentre este hombre corporativo, pleno y maduro en la Iglesia local, Él ganará mucho aquí en la tierra; para empezar, Él obtendrá un Templo, es decir, una morada. 

El apóstol Pablo dice claramente que el hombre corporativo se convierte en un edificio para morada de Dios. La obra salvadora de nuestro Señor hizo que de los dos pueblos, tanto judíos como gentiles, se levantara un nuevo hombre, tal hombre es corporativo, es la Iglesia misma, la cual debe llegar a la madurez. El apóstol es claro en su mensaje al decir que los creyentes que han de conformar ese nuevo hombre son los creyentes que se integran a la Iglesia, cuando ellos maduren como un hombre nuevo, Dios conseguirá en la tierra una morada. 

Según la Biblia, los templos servían para ofrecer sacrificios en honor a Dios y en favor de los hombres. Básicamente para esto se erigió el templo, para ofrecer víctimas como ofrendas a Dios. La otra disposición del Templo era ser una morada para Dios, saber que Él estaba presente en ese lugar. La enseñanza para nosotros en el Nuevo Pacto es que Dios quiere que maduremos hasta el punto de convertirnos en Su morada, en un Templo Santo para Él. Dios no necesita que la Iglesia sólo exista, sino que madure. Cuando la Iglesia madura se convierte en un instrumento a beneficio de Dios porque ella puede contener y manifestar a Dios mismo. 

Dice Efesios 2:12 “a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; v:13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”; Dios tiene planeado que la Iglesia madure. Tengamos cuidado de no cometer el error de conformarnos. Si bien es cierto ya hemos salido de la Iglesia institucionalizada, aun nos falta mucho para llegar a ser una Iglesia orgánica madura. Hay un trecho que ya hemos avanzado pero tengamos conciencia que aún no hemos alcanzado la madurez. Necesitamos hoy más que nunca entregarnos a la oración, y como Iglesias locales pedirle a Dios que nos muestre como avanzar hacia esa madurez. Creo que es evidente el avance que tenemos en cuanto a la revelación del Cuerpo de Cristo, pero nos ha llegado la hora de avanzar en la práctica de muchas cosas concernientes a la oikonomia de Dios. 

No es de aplaudir que hayamos avanzado más que otros, lo que debemos procurar es tomar posesión de lo que el Señor nos ha dado como herencia. Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, el Señor les había prometido la tierra de Canaán, sólo que entre Canaán y Egipto había un desierto que debían atravesar. De igual manera nos sucede a nosotros espiritualmente; el Señor ya nos sacó de Egipto, del mundo, probablemente vamos atravesando el desierto, avancemos pues de manera que alcancemos la herencia que Dios nos ha prometido.

Si hemos de avanzar, debemos pensar cuál es la medida que Dios espera de nosotros, o sea, es necesario saber hacia donde vamos. Dice Efesios 4:13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”; déjeme explicarle este verso con un ejemplo muy sencillo. Hace unos días estábamos compartiendo con mi familia en mi casa, y allí estaba mi nieto que tiene apenas un año de edad; cuando él vio que yo había dejado mis zapatos en la casa, él se los puso, y como eran botas, su pie quedó bien trabado. Él estaba muy contento de tenerlos puestos y tenía la sensación de estar feliz que ya le quedaban esos zapatos, pero la verdad es que le quedan extremadamente grandes. Cuando él intentó caminar con mis zapatos, sólo dio un par de pasos y se cayó, se volvió a levantar e intentó caminar otra vez, pero de nuevo se volvió a caer, de modo que se los quitó porque no los podía usar. Algo así nos pasa a nosotros en lo espiritual, el hecho de llamarnos Iglesia es algo que todavía nos queda grande. El hombre nuevo, corporativo, y maduro que el Señor espera que se forje es la Iglesia en su expresión local. Dios espera vestirse de la Iglesia, Él espera usarnos como Su Cuerpo, como Su expresión. Nosotros debemos dar tal medida para Dios, no podemos ser menos que la Iglesia, Su Cuerpo. Es necesario que maduremos de tal manera que el Señor nos pueda usar y se sienta bien entre nosotros.

Una Iglesia madura es aquella que es capaz de expresar al hombre Nuevo corporativo, es aquella en la cual todos sus miembros están aportando y sirviendo en aquello que el Señor les ha encomendado. En nuestro cuerpo físico podemos aprender muchas lecciones. ¿Se puede imaginar que pasaría si sus lagrimales no funcionaran? ¿Acaso no sería molesto sentir que sus ojos no están lubricados? Una de las razones por las cuáles parpadeamos a cada momento es porque las lágrimas permiten que nuestros ojos estén siempre lubricados. Note qué grandes beneficios brindan a nuestro cuerpo miembros tan pequeños. Así Dios nos permita avanzar en cada Iglesia local, que tengamos un compromiso serio, de manera que hasta el miembro más pequeño aporte el don que ha recibido para que el Cuerpo de Cristo se edifique a sí mismo. 

Dice Efesios 4:15 “sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo”, En la Biblia de Las Américas, aparece en cursivas las palabras: “los aspectos”, la razón es que en el original esas palabras no existen, sino que las pusieron para darle un “mejor” sentido al verso. Esa traducción es incorrecta, pues, el original dice lo siguiente: “sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos…” esos “todos” se refiere a nosotros, a los miembros, y además, “en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo”. v:16 de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor”. El Cuerpo se edifica conforme al funcionamiento de cada miembro, sólo así crece el Cuerpo. 

Démonos cuenta de la gran necesidad que la Iglesia tiene de avanzar, de crecer, de desarrollarse, de ser plena, y de edificarse mutuamente. Necesitamos comprometernos como miembros; ha llegado la hora de que los santos funcionen y aporten según el don que cada uno ha recibido de parte de Dios. Nos guste o no, Dios nos está encaminando a crecer y a madurar.

Apóstol Marvin Véliz