Ir al contenido principal

ARREPENTIRNOS ES NO ACOMODARNOS AL MUNDO


ARREPENTIRNOS ES NO ACOMODARNOS AL MUNDO.

Según el significado que nos da el Nuevo Testamento, el arrepentimiento va más allá de un simple pesar por lo que hemos cometido, o aquello en lo que nuestra conciencia nos da testimonio que tenemos que reparar en nuestro corazón. En la Biblia vemos el caso de Judas Iscariote, este hombre se arrepintió de haber entregado a Jesús, de manera que fue a devolver las monedas que le habían dado por entregarles al Señor. Podemos decir que a Judas le pesaron sus malos actos y se arrepintió de ello (Mateo 27:3), sin embargo, le faltó hacer algo más. El caso de este hombre nos demuestra que el arrepentimiento no sólo se trata de dolernos y de llorar por el pecado (aunque sí es parte de), pero va más allá de ese sentimiento de vergüenza y dolor.

En nuestros encuentros con el Señor, la mayoría hemos tenido la experiencia de ver lo grande de nuestra perversidad y la inmensa santidad de Dios, allí nos damos cuenta que la manera de pensar de Dios es totalmente diferente y distante a la nuestra, y que, para acercarnos a Él, necesitamos solventar muchas cosas. Nosotros muchas veces nos acercamos a Dios sabiendo que ya no podemos seguir en tal condición pecaminosa, sabemos que estar aislados de Su presencia nos ahoga y nos hace percibir la muerte espiritual, esto en parte es gracias a que el Espíritu Santo nos trae conciencia de pecado. El problema es que a pesar de que no ignoramos el peso del pecado, en el fondo entendemos que llorar y pedir perdón no es suficiente para que Dios vuelva a tratar con nosotros. 

Hermanos, si bien es cierto que debemos lamentarnos por nuestra condición de pecado, no menos importante es entender que Dios necesita restaurar nuestra mente, es decir, nuestra manera de pensar. Para Dios es de suma importancia restaurar nuestra mente porque sólo así dejaremos de ser egocéntricos, individualistas, mezquinos y demás cosas de la carne que nos impiden ser instrumentos útiles para el Señor. 

A Dios no le es útil una persona que sólo reconozca su pecado y su condición, lo que Él desea del creyente es que experimente una transformación. En muchas ocasiones hemos escuchado a hermanos que testifican acerca de su salvación, cómo eran ellos en su vida pasada sin Cristo y cómo fue que Dios los alcanzó. Con el pasar de los días, los testimonios acerca de la vida pasada deja de impactar, pues, lo más glorioso que le sucede al hombre no es su pasado, sino la transformación constante que Dios provoca en los que le hemos conocido. Dios no quiere sólo salvarnos de nuestra vana manera de vivir, sino Su propósito es que nos convirtamos en instrumentos útiles para Su Reino. 

Es necesario que nosotros como creyentes nos alejemos de la vanidad de nuestra mente, porque a raíz de eso desarrollamos una vana manera de vivir. Un famoso pensador dijo en una ocasión: “Pienso, luego existo…”, frase célebre muy cierta porque lo que nosotros vivimos es el reflejo de nuestra manera de pensar. Necesitamos ser renovados en nuestra mente por medio del Espíritu Santo. Necesitamos ser transformados en nuestra manera de pensar para que entendamos la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. 

Ahora bien, dice Romanos 12:2 “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”. Este pasaje nos está diciendo que nuestra mente debe ser configurada para saber cuál es la voluntad de Dios. Al final de nuestra vida seremos juzgados por lo que hicimos o no en base a la voluntad de Dios. Si acertamos haciendo la voluntad de Dios, seremos premiados; si no lo hacemos, seremos castigados. Dios no va a premiar a nadie por dedicarse a hacer lo que siente, para Él no cuenta lo que alguien hace en base a sus sentimientos. El parámetro de medición para todos los hijos de Dios será Su voluntad buena, agradable y perfecta. 

Poder hacer la voluntad de Dios necesitamos una mente transformada. Es necesario ser renovados por el Espíritu, es necesario dejar de hacer lo nuestro y aprobar lo mejor en el Señor. La clave para hacer la voluntad de Dios es aprender a pensar como Él piensa, esto requiere de una mente transformada. 

La transformación de la mente se da por una operación de parte de Dios, pero ésta no se da, a menos que nosotros mismos la propiciemos. El verso que leíamos dice: “Y no os adaptéis…”, otras versiones lo traducen: “No os conforméis…”, el sentido es “no nos amoldemos, no nos acomodemos al sistema del mundo”. Mi posición en el Señor debe ser no adaptarme al mundo. Para que me entienda mejor esto, pensemos en un ejemplo muy sencillo: si usted en determinado momento tiene mucho sueño y no quiere dormirse, lo mejor es no buscar una posición en la que se sienta cómodo, porque seguro que si se acomoda en algún sillón, o si se apoya en una pared, seguramente se va a dormir. Si el objetivo es no dormirse, lo que debe hacer es “no acomodarse”. Así es la actitud que debemos tener como cristianos, no nos debemos sentir cómodos en el mundo, no debemos llegar al punto de que el mundo nos siente bien. Tengamos temor de sentirnos seducidos por cualquier cosa de este sistema, porque mientras más cómodos nos sintamos, mayor disponibilidad tendremos para estar esclavizados. Satanás ha diseñado su sistema de manera tal, que todos nos sintamos cautivados a todo lo del mundo. Hoy en día la tecnología electrónica ha cautivado a todo mundo, niños, jóvenes y viejos se sienten atraídos por los dispositivos tecnológicos como los celulares o las “tablets”, y la verdad es muy fácil sentirse acomodado y enviciado por estas cosas. Aquí cabe la palabra de “no amoldarnos” al mundo. Esperemos el milagro de que Dios cambie nuestra mente, porque seguramente eso será el resultado de una obra divina, pero no nos dispongamos al punto de que nos sintamos acoplados al mundo. 

El arrepentimiento es la operación que hace el Espíritu Santo para que renueve nuestra mente y la saque de la manera sucia de pensar conformada al mundo. Arrepentirnos es ser transformados por el Señor en nuestra mente, demostrándole a Dios que no queremos adaptarnos al sistema mundanal. Si Dios ve que nosotros sacudimos nuestros pies del mundo, y que no nos queremos dejar envolver fácilmente por este sistema, seguro que Él hará Su obra perfecta en nuestras vidas, se producirá una “metamorfósis”, una transformación de nuestra mente por la obra del Espíritu Santo. Cuando eso suceda entenderemos la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta; en síntesis, viviremos en la esfera de Su Reino.

¡Dios les bendiga!

Apóstol Marvin Véliz

Comentarios

  1. segun entiendo primero obra el Espiritu santo y luego accionamos nosotros en cambios desde adentro hacia afuera reales no falsos vistos vistos por los hombres si no por Dios mismo.

    ResponderEliminar
  2. El arrepentimiento es una renovación de nuestra mente, un cambio de pensamiento,
    Cuando los diez leprosos clamaban a Jesucristo los sanara, entonces El les dijo: vayan a los sacerdotes, y mientras iban se sanaron,
    Y solo uno volvió y puso su rostro a tierra, y el Señor Jesús le dijo: levántate, tu fe te ha salvado,
    Esa palabra "VOLVIÓ" es arrepentimiento, el leproso tuvo un cambio de mente y busco a Cristo y obtuvo la salvación!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. exacto, eso es arrepentimiento y algo genuino, pues humanísticamente también puede dolernos el tomar una ruta para cambiar, pero la clave como tu le dices es volvernos a jesus. amen. que precioso esto mi hermano.

      Eliminar
  3. El arrepentimiento debe llevarnos a una trasnformacion de nuestra mente , en la cual seremos despojados de las cosas de este mundo y viviremos conforme a su voluntad , pero es necesario dejar que el Señor opere en lo mas profundo de nuestro ser para que delante de el seamos vasos utiles para su reino.SALOMON

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. comparto esto, cuando nos arrepentimos, el efecto inmediato será un cambio de mente, pues solo así tendremos cambios objetivos y provechosos.

      Eliminar
  4. La verdad debemos dejar que el Señor nos transforme , para que asi cambiemos de ruta y no seguir la misma la cual es acomodarnos al mundo y si dejamos que el actue en nuestras vidas podremos ser instrumentos para su reino y hacer su voluntad cada dia y asi demostrar nuestro arrepentimiento.BENJAMIN

    ResponderEliminar
  5. Veo un aspecto muy interesante que resaltas en este tema y es el cómo arrepentirnos no es suficiente si no va acompañado de una acción , yo veo que en caso de Adán y Eva perdieron esa facilidad de intimar con Dios debido a que abrazaron el conocimiento que es religión y cayeron vicyimas de su propia consideración o caminata, acá se ve claramente como a pesar de ser perfectos no tuvieron esta maravillosa y puntual revelación ya que no se produce en ellos el arrepentimiento acompañado de cambio de mente y corazón , se enajenaron y eso simplemente los saco del plano de comunión que tenían con Dios, allí en el huerto tubo que haber gracia y perdón y el accionar de un Dios que pese a ello reparo por medio de un sacrifico el volver a restaurar la comunión, más ahora con el anhelo de que por medio de su vida podamos renovar nuestro entendimiento para saber que ahora debemos comerlo a el ,quien es el alimento el pan de vida. La cruz que es señal o sentencia de muerte nos la han dejado para tener cada día la necesidad de de exponer nuestra realidad de que somos necesitados de la vida y que nosotros no podemos por nuestros propios medios generar el verdadero arrepentimiento sino lo precede una explicación de cómo debemos conducirnos delante del señor, bendito ministerio de la palabra apostólica.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. mucho de la vida cristiana lo hemos suscrito a una practica cultual. esto es una experiencia a la hora de la reunión ya sea, tener virtudes divinas, consuelos, revelaciones, alegría, cantos, etc. pero fuera de ello son tan ¡mortales como los que no conocen a dios. esto no es lo que dios pretende de nosotros. amen.

      Eliminar
  6. Definitivamente al creyente le esperan dos cosas:
    o SER TRANSFORMADO y sufrir esa bendita metamorfosis ó ACOMODARSE A ESTE MUNDO

    por eso es que el sentir del Espíritu y la Esposa en Apocalipsis es VEN SEÑOR JESÚS,
    Un espíritu y una Esposa no acomodados, al sistema sino anhelando que VENGA SU SEÑOR a implantar El sistema de EL.

    Esto se Define en nuestra vida por medio de LA RENOVACIÓN DE LA MENTE,
    Renovar significa VOLVER A SU PRIMER ESTADO.
    Es decir: Ese arrepentimiento que nos lleva nuevamente con nuestro Señor,
    Ese volver a lo que fuimos llamados y diseñados por Dios,
    una mente que no dirige, sino que VUELVE A SU ESTADO DE ser Sierva del Espíritu.


    Por eso yo también creo y puedo decir que ARREPENTIRSE ES NO ACOMODARNOS AL MUNDO.

    Porque estamos en el mundo PERO no somos del mundo.
    amén

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Si no posees cuenta de Google o de alguna otra que aparezca en el listado, puedes comentar con la opción de perfil anónimo y dejarnos tu nombre al final de tu escrito. Gracias.

Entradas populares de este blog

LA NECESIDAD DE SER DILIGENTES

LA NECESIDAD DE SER DILIGENTES INTRODUCCIÓN: Quiero empezar por decir que la diligencia es más que básica y necesaria para servirle al Señor. Recordemos que el servicio al Señor está relacionado con la Vida divina, y no sirve de nada que prediquemos y expliquemos que Cristo es el Salvador, si no impartimos Vida entre los hombres. Dios nos llamó a ser impartidores de algo intangible, así es Su naturaleza. Debemos tener conciencia que la Vida Eterna es la realidad más grande que el hombre puede alcanzar en este mundo, y a la vez, lo que nosotros debemos poner al alcance de los hombres. Dice  La Escritura en Juan 1:17 “Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo” . Es, precisamente, en este punto donde la diligencia se vuelve un factor de mucha importancia, pues para mantener el fluir de vida necesitamos ser diligentes, sólo de esta manera la vida de Dios estará activa en nosotros. Leamos los siguientes

SUBIR AL MONTE Y EDIFICAR EL TEMPLO

SUBIR AL MONTE Y EDIFICAR EL TEMPLO Quiero empezar este artículo dando un pequeño contexto del pasaje que acabamos de leer. El profeta Hageo profetizó en los tiempos en los que los hijos de Israel regresaron de la deportación de Babilonia, después de setenta años. Cuando los israelitas regresaron a su tierra, toda la nación, incluido el templo, estaba en una total ruina. La mayoría del pueblo volcó su mirada a sus propias necesidades, pues, éstas eran más que obvias; pero dejaron a un lado la reconstrucción del templo de Dios. Fue en ese ambiente que el Señor levantó a Hageo y a Zacarías para que profetizaran al pueblo y lo estimularan a darle prioridad a la construcción de la casa de Dios.  El panorama que nos presenta Hageo en su libro, especialmente en el primer capítulo, se ajusta como un buen ejemplo, espiritualmente hablando, a la situación que como pueblo de Dios podemos llegar a vivir. Ciertamente el Señor nos ha sacado de la esclavitud de este mundo y nos ha tras

CÓMO DESPOJARNOS DEL VIEJO HOMBRE

CÓMO DESPOJARNOS DEL VIEJO HOMBRE El Apóstol Pablo dice en Efesios 4:19   “y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas. v:20  Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera, v:21  si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús, v:22  que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos” . Pareciera que estos versos son una contradicción, ¿Acaso Cristo no solucionó con anterioridad el asunto de nuestro viejo hombre? ¿Acaso no fuimos libres en Cristo de nuestro pasado, o tenemos que obrar para alcanzar esa liberación? Ciertamente aquí vemos en escena al viejo hombre, pero antes de ver la existencia del viejo hombre del creyente, investiguemos qué quería darnos a entender  el apóstol Pablo al decirnos: “despojaos del viejo hombre”. En torno a esto dice Romanos 6:6  sa