EL AMOR A DIOS DEBE IR ACOMPAÑADO DE OBEDIENCIA.

EL AMOR A DIOS DEBE IR ACOMPAÑADO DE OBEDIENCIA.

El Cantar de los Cantares empieza con una mujer que está profundamente enamorada, pero en el transcurso del libro le enseñan cómo debe ser y qué debe hacer para hacerse atractiva para su Amado.

Examinémonos a nosotros mismos, ¿Tenemos una inclinación por el Señor de servirle, adorarle, y pensar en Él durante el día? Si es así, entonces sí estamos enamorados de nuestro Cristo. Ahora bien, los que lo amamos en esta dimensión tenemos aún sólo un Cantar, porque el Cantar de los Cantares (que es el libro de la Biblia que nos muestra el perfecto amor entre Cristo y la Iglesia) es otra dimensión, que es lo que por gracia un día viviremos. 

La relación que se da entre el creyente y el Señor es como la relación que vemos entre el Amado y la Sulamita; quiere decir que para nosotros como creyentes es indispensable conocer el corazón del Señor, y es muy importante que dediquemos tiempo a conocerlo para poder ser de Su agrado.

La Sulamita entendió que el amor no puede estar desligado de la obediencia y la responsabilidad. Servir al Señor es algo bueno, pero nunca desligado de la obediencia; Él quiere sacrificios, pero primero es la obediencia. Si alguien no obedece a sus autoridades inmediatas, es imposible que agrade a Dios. 

Dice Cantares 1:6 “No os fijéis en que soy morena, porque el sol me ha quemado. Los hijos de mi madre se enojaron conmigo; me pusieron a guardar las viñas, y mi propia viña no guardé”. Aquí vemos a esta mujer cuidando otras viñas pero la de ella la descuidó, ella no fue responsable con su viña. 

Luego dice Cantares 1:7 “Dime, amado de mi alma: ¿Dónde apacientas tu rebaño? ¿Dónde lo haces descansar al mediodía?” Aquí tiene otro problema, ella quiere ir detrás de su amado, pero Él le responde en el v:8 “Si tú no lo sabes, ¡Oh la más hermosa de las mujeres!, sal tras las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores”. Esta mujer tenía que aprender no sólo a ser responsable, sino a ser obediente y a estar sometida a la autoridad. Ella preguntó: “¿donde estás Amado?” Y Él le respondió: “si quieres estar conmigo ve tras el rebaño, ponte a pastorear a la par de tus compañeros, aprende a someterte, haz lo que te digo, ponte bajo mi autoridad”. El Señor se verá atraído por aquellos que han aprendido a ser obedientes y a someterse. Dios no quiere amantes, si no esposas que se hagan atractivas para Él. El verdadero amor no está desligado de la obediencia, al contrario uno aprende a someterse por amor. 

Cualquier avance que tengamos en la vida espiritual tiene que estar basado en la obediencia, no podemos caminar como queramos, saltándonos los límites, haciendo lo que nos da la gana, desobedeciendo a las autoridades que el Señor nos ha dejado o fingiendo que somos obedientes. Dios conoce el corazón y ve hasta lo más profundo de nosotros. Si pensamos que el Señor nos va a recibir fuera del marco de la obediencia, estamos equivocados. El Señor es justo y mantiene en primer lugar Su gobierno, por ello también respalda a las personas que son autoridades para nosotros y obviamente ve atractivos a los que obedecen y se someten.

Dice Cantares 1:9 “A mi yegua, entre los carros de Faraón, yo te comparo, amada mía”. Después el amado le dice a la Sulamita que la compara como a yegua de Faraón, en otras palabras le dice: “eres algo especial, pero todavía tienes mucho ímpetu”, los caballos debido a su naturaleza no pierden el ímpetu, su propia genética los hace actuar de forma precipitada, por eso Él le dice a aquella mujer: “eres muy especial, pero no eres muy fácil de controlar, es decir, te cuesta someterte”. Aplicándolo a nosotros, es nuestra realidad, somos muy especiales para el Señor, pero qué difícil se nos hace el sometimiento. El que ama al Señor y quiere llevar su amor al nivel del Cantar de los Cantares, será entrenado para ser atractivo al Señor, se convertirá en una persona que domina su propio ser y que sabe esperar, detenerse y confiar en la voz de autoridad. Un ejemplo de esto es Jacob, antes de ser quebrado hacía de todo, andaba de un lugar a otro, siempre actuaba de manera precipitada, pero el Señor lo trató y después se volvió un hombre aquietado y pasivo, que sabía esperar en Dios. 

Somos por naturaleza yeguas de los carros de Faraón, gente que acciona y reacciona con un carácter efervescente, ni siquiera conocemos el freno. Jacob era así, pero no fue usado por Dios hasta que su carácter fue quebrantado. Nuestra naturaleza humana debe ser extirpada, porque de allí es que procede el carácter indómito que llevamos.

Debemos ser entrenados en la obediencia, pero ese entrenamiento tiene lugar cuando por obediencia hacemos lo que no nos gusta hacer; cuando nos amoldamos a esto, entonces empezaremos a ser atractivos al Señor. Otro ejemplo de esto es la vida de David, lo que le atrajo tanto al Señor de él fue la obediencia que tenía para con su padre natural, hacía todo lo que lo mandaban a hacer aunque no fuera parte de su responsabilidad, después fue probado aún más con el Rey Saúl cuando éste lo perseguía para matarlo, pero David nunca extendió su mano en contra del ungido de Jehová. 

Aprendamos de estos hombres de la Biblia, que se hicieron atractivos para Dios debido a su obediencia. Fue a causa de su sometimiento que ellos llegaron a ser conforme al corazón de Dios, ellos vivieron el Cantar de los Cantares, lograron conquistar el corazón de Su Amado. El Señor derrame de su gracia sobre nosotros para poder obedecer, ser responsables y así poder conquistar el corazón de Dios. 

Apóstol Marvin Véliz