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CÓMO SER APROBADOS PARA DIOS Y SU REINO


CÓMO SER APROBADOS PARA DIOS Y SU REINO 

El pasaje de Marcos 11:1-7 nos relata que el Señor Jesús mandó a Sus discípulos a traer un pollino que estaba atado; y que ellos hicieron tal como Él se los mandó. La Biblia no nos da muchos detalles sobre cómo aprobó el Señor a Sus discípulos, pero a través de la historia de este burrito podemos aprender cómo ser aprobados para Dios y Su Reino. 

Cuando el Señor envió a Sus discípulos a traer el burrito, les advirtió: “si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita…” (Marcos 11:3). ¡Qué elogio fueron esas palabras para aquel burrito, el Señor estaba necesitándolo! Hermanos, Dios nos necesita para que le sirvamos. Cuando Saulo se convirtió, Dios también dijo de él: “… instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15). Hagámonos la siguiente pregunta: ¿Se ve Dios necesitado de nosotros? La condición de la mayoría de los creyentes hoy en día es sentirse necesitados de que Dios los auxilie, pero ellos en lo que menos piensan es prestarse a las necesidades de Dios. El Señor Jesús dijo de aquel burrito: “digan que yo lo necesito”, en otras palabras, fue aprobado. Nosotros no somos ese burrito, pero podemos aprender mucho de él. 

EL SEÑOR APRUEBA A AQUELLOS POR LOS CUALES ÉL PUEDE TOMAR LA INICIATIVA. 

En primer lugar el Señor Jesús quiso usar aquel burrito porque Él pudo tomar la iniciativa de todo, es decir, el burro no habló, ni opinó, solamente se dispuso a la voluntad del Señor. Un problema que nosotros tenemos para ser aprobados por el Señor, es precisamente, que ejercemos nuestra voluntad; nosotros pensamos, deducimos, sacamos conclusiones, juzgamos, exigimos, etc. y eso nos reprueba delante de Dios. El burro no habló, no pidió, no exigió, no tenía pretensiones, no tenía sueños, no tenía metas, solamente se dispuso a la voluntad del Señor. Si nosotros tuviéramos la actitud del burrito seríamos instrumentos útiles para Dios. 

La religión evangélica nos enseñó a demandar, a pedir, a desear ser más que los demás, pero tal actitud nos vuelve inútiles para Dios. Pareciera que muchos creyentes se quedaron en una interminable infancia espiritual jugando al “Matateroterolá… este oficio no me agrada… matateroterolá”, con nada están conformes; reniegan si los ponen a barrer porque quisieran predicar, reniegan si les dicen que limpien las sillas porque quisieran cantar, en fin, con nada están contentos. El burro en cambio, no tenía planes, no tenía deseos, no tenía aspiraciones, sólo estaba dispuesto a hacer lo que el Señor le pidiera. El día que tengamos esta actitud, el Señor dirá de nosotros como dijo de Saulo: “Instrumento escogido me eres”. 

EL SEÑOR APRUEBA A AQUELLOS QUE SE DEJAN QUITAR LAS AMARRAS. 

Dice Marcos 11:2 “… Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo”. 

Otro aspecto que contó para que este burrito fuera aprobado fue el hecho de dejarse quitar las amarras. La aplicación y la lección para nosotros es: ¿Ha podido el Señor quitarnos las amarras? ¿Somos libres en Él?, ¿Estamos libres de nuestras programaciones emocionales del alma?. Cuando la Biblia dice que desataron a este burro, no se refiere sólo al hecho de liberarlo del lazo que lo amarraba a algún poste, sino también fue desatado en el sentido de “separarlo” de su madre (Mateo 21:2). Este burrito nunca se había separado de su madre, y nunca había sido montado. Lo que nos enseña esto es que debemos ser liberados de las amarras que tenemos en nuestro viejo hombre, es decir, de las programaciones emocionales para la felicidad, de la vana manera de vivir heredada de nuestros padres. 

Hay áreas afectadas en nuestra alma que no tenemos la disposición de que el Señor las toque. Hay cosas como nuestro carácter que no permitimos que nadie nos diga nada, al contrario, somos reactivos a cualquier comentario al respecto. Muchos dicen: “No me importa lo que diga la gente”, “yo soy así, no dependo del que dirán los demás”. En realidad somos esclavos del mal carácter, la pregunta es: ¿Le vamos a permitir al Ser que nos libre de esa amarra de muerte? Para el Señor no fue un problema encontrar a aquel burrito con ataduras porque él permitió que lo desamarraran. En el plano espiritual, para Dios tampoco es un problema encontrarnos con amarras, lo que a Él le ofende es nuestra terquedad de no querer ser libres. Dios conoce nuestra condición, Él sabe que tenemos ataduras muy profundas en nuestros sentimientos, y en nuestra manera de pensar, pero con todo y eso nos quiere hacer libres. El punto no es cuántas ataduras tenemos, sino cuánto nos resistimos a ser liberados. 

Todos estamos en un proceso constante de liberación. Dice 2 Corintios 3:18 “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. Déjeme decirle que hay una cuota básica de liberación que nadie puede dejar de experimentar en su vida si quiere ser aprobado por Dios. Dios no nos pide ser libres de una sola vez, Él lo hace por etapas; hay ciertas ataduras que Dios al presente no las trata, las tratará después, pero las que está tratando hoy son las que nos aprueban o nos reprueban. Cada uno de nosotros sabemos qué cosas Dios quiere tratar al presente, eso nos lo dicta nuestro espíritu, por lo tanto, no las dejemos al descuido. 

EL SEÑOR APRUEBA A AQUELLOS QUE PERMITEN SER GUIADOS POR ÉL. 

Dice Marcos 11:7 “Y trajeron el pollino a Jesús, y … se sentó sobre él”. 

Cuando Dios puede manejar y decidir por nuestras vidas recibimos su aprobación. El Señor aprobó al burrito y lo usó para anunciar Su Reino porque éste permitió ser dirigido. De manera normal los burros son tercos, de ahí que coloquialmente a las personas que no obedecen les dicen “burros”, sin embargo, éste burrito aceptó la guía del Señor. Esto nos da una gran lección: El Señor sólo aprueba a los que puede manejar como Él quiere. ¿Somos capaces de responder plenamente al deseo del Señor, o tenemos límites hasta donde entregarnos a Dios?. 

EL SEÑOR APRUEBA A AQUELLOS QUE PERMITEN QUE LOS HOMBRES LES PONGAN EL MANTO ENCIMA. 

Dice Marcos 11:7 “Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos…” . Lo último que le faltaba al burrito para ser aprobado por el Señor era dejar que los hombres le pusieran sus mantos encima. El manto en la Biblia está relacionado con la autoridad, por ejemplo, vemos el caso de Eliseo cuando se quedó con el manto de Elías, y a causa de ello recibió una doble porción del espíritu del profeta. De igual manera hay otros casos en la Biblia que nos muestran la relación que tiene el manto con la autoridad. La lección que podemos aprender de estar bajo el manto de los hombres, es que nadie puede ser aprobado si no se somete a la autoridad que Dios ha delegado a través de los hombres. No podemos decir que estamos bajo la autoridad de Dios sin someternos a los hombres. Este principio es fundamental en la caminata cristiana. La Biblia narra la historia de David, un hombre al que Dios había llamado para ser Rey de Israel, pero antes de eso lo puso bajo sujeción del Rey Saúl. La vara de medir de David durante muchos años fue Saúl, pero en todo ese tiempo David nunca levantó su mano contra Saúl, pues, sabía que Dios lo había puesto por Rey de Israel. Qué gran examen el que Dios le puso a David. Tal vez ninguno de nosotros tenga una autoridad delegada tan estorbada como Saúl, sin embargo, debemos aprender a someternos a las autoridades que Dios nos ha puesto.

Apóstol Marvin Véliz

Comentarios

  1. Si nosotros permitimos que el Señor aga la obra en nuestras vidas, de una manera en la cual no seamos nosotros los que actuemos conforme a nuestra voluntad sino a la voluntad del Padre, de esa manera Dios nos ira perfeccionando y yo pienso que eso lo lograremos Humillandonos y de esa manera ser aprovados

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    1. lo mas difícil en el señor es no meter la mano en lo que el señor hace con nosotros. esto es por causa de nuestra propia naturaleza.

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  2. Solo dejando todos los apegos que hay en nuestra vida podremos darle paso a que el Señor aga su obra en nosotros y si permitimos que el Señor obre nuestra vida le podremos ser utiles en su reino y poder salir aprobados ante el. Benjamin

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    1. los apegos excesivos que tenemos son esos lazos que no solo no nos dejan hacer las cosas de Dios, sino que se convierten en cárceles que no permiten que seamos libres. Dios nos liberte por su gracia y nosotros nos dejamos que lo haga. aleluya.

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