TENGAMOS CUIDADO DE NO PROCEDER MAL CON NUESTROS HERMANOS, PORQUE A CAUSA DE ESO NOS HACEMOS MERECEDORES DEL INFIERNO

                           

TENGAMOS CUIDADO DE NO PROCEDER MAL CON NUESTROS HERMANOS, PORQUE A CAUSA DE ESO NOS HACEMOS MERECEDORES DEL INFIERNO. 

Hermanos, el trato que tengamos con nuestros hermanos no es un juego. La Vida que nos han dado en Cristo no es un asunto de reglas, ni de conceptos humanos, son asuntos divinos, es lo concerniente al Reino de Dios. Al venir al Señor nos meten a una esfera celestial, nos paramos en tierra santa; debemos quitarnos las sandalias sucias con las que hemos caminado toda la vida; debemos caminar con tener temor y temblor. 

Dice Hebreos 2:1 “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”. v:2 Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, v:3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?. La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, v:4 testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad”. 

Que este pasaje cobre vida para nosotros, volvámonos a Dios, cobremos conciencia de que no escaparemos de la ira de Dios si descuidamos una salvación tan grande. Muchos creen que sólo por ser hijos de Dios ya tienen ganada su corona en aquel día; pero eso no será tan sencillo. 

Dice Mateo 5:25 “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel”. Lo que nos dice este verso es que no dejemos que los problemas se hagan tan grandes al punto de que nuestro hermano termine poniendo queja ante el Señor. Cuando somos puestos por alguien en las manos de Dios, en realidad quedamos expuestos ante Dios el Juez, pueda que Él nos termine entregando en las manos del alguacil (o de un sirviente que en todo caso sería el enemigo) y luego seamos echado a la cárcel. Dice Mateo 5:26 “De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante”. 

Hermanos, no es bueno que nosotros dejemos para el futuro las diferencias que tenemos con los hermanos, ya que no sabemos en qué momento el camino puede acabarse. Todos pensamos que el “camino” se refiere a toda la vida que tengamos en este mundo; puede ser que así sea, o no. Imagínese que usted tiene un problema con “x” hermano, y el Señor le habla incontables veces que arregle ese asunto con él, pero de repente ese hermano al que dañó se va para otro país, ¿Acaso no termina allí el camino en relación con ese hermano? No podemos pensar que el camino es toda la vida, ¿qué tal si se muere el hermano al que dañamos?, ¿acaso no se llevó con él lo que debíamos haber arreglado?. Por eso dice la Biblia: “entre tanto que estas con él en el camino…” porque puede suceder que nos separemos físicamente de esa persona, ya sea por muerte, por situaciones geográficas, o peor aun, cuando el tiempo nos hace olvidar tal situación. A muchos les sucede que transcurre el tiempo y en su interior dicen: “para qué revolver las cosas”, para usted tal vez no es problema, pero déjeme decirle que Dios tiene un cómputo divino. ¿Por qué la biblia habla que hay un libro de obras? Por que Dios registra nuestra manera de obrar, ya sea lo bueno o lo malo. No seamos tan ingenuos, ni tan indulgentes como para no darnos cuenta cómo procederá Dios en aquel día en el que ha de juzgarnos.  

Dice 2 Corintios 5:10 “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. Según este verso, Dios ha de juzgarnos un día. Algunos creen que ese día será de mucha indulgencia, quizás se imaginan que Dios los va a juzgar en base a sus recuerdos; cuán equivocados están. El apóstol Pablo nos dice que el Señor sacará a luz todas las cosas a luz, sean buenas o malas, aunque no nos acordemos ya de muchas cosas, en aquel día nos sacarán a la luz todo. Por esta razón es peligroso dejar pasar el tiempo y que se nos olviden los pendientes con nuestros hermanos, no vaya a ser que por eso nos echen en la cárcel en aquel día. 

Dice Romanos 14:10 “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo”. Sea sincero con la siguiente pregunta: ¿juzga usted a sus hermanos? Quizás no lo hace al descaro, pero tal vez sí le gusta juzgar a los hermanos con aquellos dos o tres amigos de confianza. Yo sé que la justificación que usted se está dando ahorita es: “todos hacemos eso hermano”, bueno, si así es, entonces todos nos vamos ir al infierno. En aquel día Dios no será indulgente, todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo por juzgar a nuestros hermanos. ¡Tengamos cuidado! 

Este verso que leíamos en Romanos también dice: “¿Por qué menosprecias a tu hermano?”, No solo una persona adinerada puede caer en el problema de despreciar a alguien; hay gente de escasos recursos que en su interior también desprecia a los demás, y a ambos los juzgará Dios en aquel día. 

Cuanta sintonía existe entre lo que dijo Pablo y el Señor Jesucristo. Es obvio que debemos estar a cuentas con nuestros hermanos entre tanto que estamos juntos en el camino, sino nos echarán al Juez, el Juez al alguacil y este último nos echará a la cárcel. Dice Mateo 5:22 “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”. ¿Cuál es la cárcel a la que nos van a echar por no haber resuelto nuestras diferencias con los hermanos? Obviamente ese lugar es el infierno, no necesitamos ser grandes teólogos para entender esto. 

Luego el apóstol Pablo agrega en el siguiente verso: “Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:11-12). ¿Sabe de qué me recuerdan estas palabras? De aquella ocasión cuando Israel cayó derrotado frente a los hombres de Hai. Dios le dijo a Josué que echara suertes para saber quien era el anatema del campamento, y la suerte cayó sobre Acán. Cuando Josué confrontó a Acán le dijo: “Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras” (Josué 7:19). En el relato del pasaje nos podemos dar cuenta que Acán no pudo alabar a Dios porque él estaba en pecado. ¿Acaso no nos sucede lo mismo a nosotros cuando estamos disgustados con nuestros hermanos, que ni alabar a Dios podemos?. 

Qué capacidad la que tiene Dios, que se ha propuesto a sí mismo juzgarnos a cada uno en aquel día. Hay quienes no reparan en lo grave que es estar en enemistad con los hermanos, sólo se preocupan por las “canas al aire”, por los pecados inmorales (por los cuales también los han de juzgar) pero que se consuelan sabiendo que no son muchos; el problema es que Dios no ve las cosas de manera objetiva solamente, Él ve el interior, lo subjetivo. Nosotros pensamos que frente a las cosas terribles que hemos hecho, las cosas interiores no significan nada. Hermanos, en aquel día daremos cuenta de todo: de lo exterior y de lo interior. Todo será expuesto ante Su presencia, no solo lo que hacemos exteriormente, sino también lo que maquinamos en el corazón. ¡Esto es para tenerle temor a Dios! “Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo” (Hebreos 10:30). 

Apóstol Marvin Véliz