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LA MEJOR MANERA DE CONTACTAR CON DIOS


LA MEJOR MANERA DE CONTACTAR CON DIOS. 

Si un salvadoreño tiene un amigo alemán, y éste último viaja desde Alemania a visitarlo a El Salvador; él tendrá que ocuparse de aprender a hablar el idioma español, pues, vendrá a una zona en la que se habla el idioma español. Pero si sucediera lo inverso, el salvadoreño tendría que aprender a comunicarse en la lengua de Alemania. Más o menos como este ejemplo es la diferencia que existe entre la oración discursiva y la oración contemplativa. Al orar discursivamente, nosotros articulamos palabras que provienen de nuestros pensamientos y de nuestra manera natural de comunicarnos, por lo tanto, Dios tiene que descender del cielo y buscar la manera de darse a entender con nosotros según nuestros pensamientos. En la oración contemplativa somos nosotros los que subimos al cielo, al lugar de habitación de Dios, y en esa dimensión no caben las palabras, ni los pensamientos naturales, pues, Dios es Espíritu, por lo tanto la comunicación debe ser espiritual. Por causa de que la oración contemplativa se da a nivel de espíritu, ésta es más elevada, más profunda, más sublime, y más trascendental. Utilizamos el término “contemplativo” porque literalmente lo que hacemos es contemplar a Dios, ponernos en fe delante de Él, y esperar en Su Presencia. 

En la experiencia que he tenido practicando la oración contemplativa, puedo decirles que ninguna práctica espiritual que he tenido en mi vida ha sido tan poderosa para provocar cambios beneficiosos en mi vida, tanto a nivel psicológico, como espiritual. En lo personal puedo decirles que podría cambiar muchas de las prácticas místicas que he realizado durante toda mi vida, menos esta que es tan sencilla, simple, sin requerimientos de grandes esfuerzos, pero a la vez maravillosa para estar en comunión con Dios. 

Podemos alcanzar muchas cosas hermosas en Dios como los dones, o como vivir bajo el impacto de las unciones divinas, y otras cosas más, pero no hay nada como obtener una vida liberada, victoriosa, gozosa y a la vez dispuesta a recibir de Dios todo lo que Él disponga para nosotros. Tal plenitud de vida es posible recibirla por medio de la oración contemplativa. Podría decirles que los hombres que alcanzaron un nivel profundo de comunión con Dios, fueron sumamente contemplativos. 

La Biblia no utiliza propiamente la palabra “contemplación”, pero sí se infiere su práctica, especialmente en el Nuevo Testamento. La base misma del Antiguo Pacto, sellado con leyes escritas fue cambiada por la experiencia viviente de nuestro Señor Jesucristo. El Antiguo Pacto comenzó cuando Dios mismo escribió las leyes en tablas de piedra en el Monte Sinaí. Dios les escribió esas leyes en su idioma, por lo tanto, ellos las atendieron de manera literal. Podemos decir entonces, que el Antiguo pacto inició con una práctica de leer y hablar lo de Dios. El Nuevo Pacto no fue así, todos los escritos Neotestamentarios surgieron años después de la ascensión de nuestro Señor; pero el Nuevo Pacto comenzó cuando Dios se hizo carne en Belén. 

Dice Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna”; y también Juan 3:36 “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él”. El Nuevo Pacto es un asunto subjetivo, no hay manera de medirlo, se trata de una relación viviente con Dios que no necesariamente será comprobada mediante el uso de la razón. El Evangelio en un primer plano no llega a la razón, sino que es una experiencia netamente espiritual; el uso de nuestra mente a la hora de convertirnos es mínima, está activa solo por asuntos de conciencia, sin embargo, no puede comprender, ni dimensionar que Jesús ha llegado a vivir a nuestro ser interior. En lo personal me di cuenta que era un hijo de Dios, hasta dos o tres días después de haber aceptado, porque percibí a alguien que me hablaba dentro de mi, y tuve el testimonio que era Jesús quien me estaba hablando. El Evangelio no viene ni se elabora con palabras naturales y humanas porque es un asunto espiritual, es Vida Eterna engendrada por Dios en nuestro interior. Obviamente con el pasar de los años empezamos a entenderlo por medio de la doctrina, pero el fundamento es la Vida Divina engendrándose en nuestro espíritu. 

La oración contemplativa, entonces, tiene como finalidad que podamos tener comunión con Dios en la dimensión espiritual que nos regeneraron al creer en Cristo Jesús. Nos debe acontecer como a los niños recién nacidos, que maman directo del pecho de su madre los nutrientes esenciales para vivir; el niño no razona, no tiene conciencia que la leche materna es lo que necesita para vivir, pero instintivamente busca el pecho de su madre y vive. Si nosotros aplicamos este mismo principio a lo espiritual, lo que debemos hacer es mantenernos en comunión constante con nuestro Padre Celestial, con nuestro Creador, y el resultado será el fluir de la Vida divina en nuestro ser. Uno de los nombres de Dios es “El Shaddai”, que según algunos comentaristas la palabra Shaddai es derivada de shad que significa “pecho”, dándole al divino nombre el significado de “El que satisface” o “El Todo Suficiente”. Si dejamos que nuestro espíritu regenerado se conecte con la esencia divina en una dimensión totalmente espiritual, veremos efectos maravillosos en nuestra vida natural (aunque el propósito de orar no es obtener virtudes divinas, éstas vendrán implícitamente). 

La oración contemplativa responde a la necesidad de un ser humano que ahora tiene regenerado su espíritu, el cual a su vez debe ser fortalecido. Esto es lo que dijo el apóstol Pablo en Efesios 3:16 “… para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu”. Necesitamos recibir dosis de nutrición divina a nuestro espíritu, ya que éste no puede ser alimentado por ninguna otra cosa que no sea Dios mismo. Nuestro espíritu regenerado es lo único que tenemos en nuestro ser que responde y entiende a la naturaleza divina. La Biblia dice que nosotros somos seres tripartitos, estamos conformados por espíritu, alma y cuerpo; de éstos tres lo que tenemos parecido a Dios es el espíritu, pues, Dios es Espíritu. No necesitamos un gran estudio teológico para entender que el punto común que tenemos con la divinidad es el espíritu, por lo tanto, debemos procurar la comunión con Dios en una dimensión espiritual. Ni la Biblia por sí sola, ni nuestras emociones, ni nada que no sea el Espíritu de Dios puede alimentar nuestro ser interior de manera directa. Es por eso que les estoy insistiendo a que recobremos la oración contemplativa, pues, ésta nos enseña precisamente a contactar a Dios por la vía del espíritu. 

Desde hace siglos la Iglesia perdió la enseñanza, y por ende, la experiencia de la vida contemplativa; y me refiero a todas las diferentes denominaciones y religiones cristianas que han existido desde hace muchos siglos. Nosotros, los creyentes del siglo XXI estamos viviendo el oscurantismo más grande que ha atravesado la Iglesia; tal vez sin la inquisición, y sin persecuciones cristianas como las que existieron hace cientos de años, pero a estas alturas Satanás ya no necesita echar mano de esas artimañas. Hoy en día no se necesitan derramamientos de sangre de mártires, la religión misma que se enseña en las Iglesias se encarga de aniquilar la Vida divina en los creyentes. 

La experiencia de los que ya tenemos bastantes años en el Señor es una muestra de cuán desviados hemos estado de la comunión con Dios. Desde que nos convertimos al Señor nos enseñaron a servir, a predicar, a atender la obra, a ser músicos, cantantes, etc. menos a tener una comunión genuina con Dios. Obviamente hemos tenido muchas prácticas espirituales, y hemos visto el fluir de las virtudes divinas a través de nosotros; tenemos también mucha experiencia en el uso de los dones, sí, pero no hemos incursionado a la dimensión del espíritu propiamente. La mayoría de experiencias místicas que hemos vivido han sido el resultado de las visitaciones que Dios nos ha hecho, pero la oración contemplativa es el medio para que nosotros lleguemos hasta el lugar de habitación de Dios. La misericordia de Dios es grande, sumamente amplia, y de cuando en cuanto Él nos visita, pero lo que Dios más quiere es que nosotros subamos hasta donde Él está. Al contactar con Dios a nivel del espíritu, nos daremos cuenta que no necesitamos experiencias sensoriales, ni tampoco unciones, lo único que necesitamos es que nuestro hombre interior sea tocado por Su Espíritu. 

Al inicio de esta ruta hacia una vida contemplativa, nos quedaremos con la sensación de que nada ha pasado, pero si seguimos insistiendo, poco a poco veremos efectos de la Vida divina en nuestra vida natural. Si practicamos la oración contemplativa sin desmayar, tarde o temprano nos daremos cuenta de que efectivamente algo está sucediendo en nosotros. 

Yo quiero animarlos a todos, a viejos y a jóvenes, a los que han fallado al orar, a los que no saben acerca de esto, en fin, a todos, a que aceptemos el reto de orar contemplativamente. Dejemos de razonar todas las cosas de Dios con nuestra mente, seamos niños, creamos que de manera sencilla y simple podemos estar en comunión genuina con nuestro Señor a través de la oración contemplativa.

Apóstol Marvin Véliz

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