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LA FE DEBE SER PURIFICADA.-


LA FE DEBE SER PURIFICADA.- 

1 Pedro 1:7 “para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo”. 

En esta ocasión quisiera hablar siempre acerca de la fe, pero bajo el punto de vista de lo que dice la primera carta del apóstol Pedro. La idea que nos quiso dar a entender el apóstol es que la fe debe ser probada, tal como es acrisolado el oro para que alcance pureza. Para entender bien esta figura debemos entender lo siguiente: la fe en sí misma no puede ser perfeccionada, ni purificada, porque ella proviene de Dios, por lo tanto es perfecta. Ahora bien, si la fe es como el oro, tenemos que entender que este metal se encuentra debajo de la tierra, en el lodo. Cuando los mineros extraen el oro de la tierra, rara vez encuentran una pepita de oro, la mayoría de veces tienen que escarbar en la tierra, pasarla por un proceso de lavado, hasta que poco a poco van apareciendo partículas de oro. Ya que tienen el oro en partículas, lo meten al crisol, y lo purifican, de tal modo que el oro pierde las impurezas en las que se encontraba. No es que el oro en sí mismo esté sucio, o alterado, sino que estuvo rodeado de otros minerales que no eran oro, por lo tanto, deben meterlo al crisol para que se separe de él lo que no es oro. Bajo este argumento debemos entender lo que nos dijo el apóstol Pedro en cuanto a la fe. 

La fe en nosotros es igual al ejemplo del oro. La fe que nos dieron al inicio (la fe salvadora) llegó a nuestro espíritu en un estado puro, pero luego empezó a moverse hacia nuestra vida natural, en otras palabras, empezó a rodearse de todos los aspectos de nuestra alma, de modo que la fe perdió su pureza. Es igual al ejemplo del oro que está enterrado, no es que éste deje de ser oro, pero se rodea y se adhiere a otros minerales que no son oro. En nosotros la fe deja de ser pura, no porque ella en sí misma se contamine, sino porque nuestra existencia y creencia en Dios está plagada de muchas cosas que no son fe. 

Dice una versión de la Biblia que traduce de la siguiente manera 1 Pedro 1:5 “A quienes el poder de Dios por medio de la fe protege para salvación, por lo cual rebosáis de alegría; aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos por diversas pruebas, a fin de que la calidad probada de vuestra fe sea manifestada…” 

Es necesario poner atención a las palabras del apóstol Pedro, cuando él se refiere a: “… la calidad probada de vuestra fe…”. Estas palabras hay que entenderlas y explicarlas con fineza, porque no se puede purificar algo que es puro; no se puede perfeccionar la fe que proviene de Dios, pues, Él es perfecto. En realidad a lo que se está refiriendo es a la purificación que debe experimentar la fe ya mezclada en nuestro ser. Como dijimos al inicio, el Espíritu de Dios es depositado en forma pura en nuestro espíritu, sin embargo, cuando las virtudes divinas fluyen a nuestra alma, se mezclan con nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, y nuestra voluntad, de modo que vuelven imperfecto lo de Dios. El apóstol Pedro nos advirtió que tuviéramos cuidado con los indoctos e inconstantes, pues, tuercen las Escrituras, para su propia perdición (2 Pedro 3:16). La Escritura es perfecta, pero una mente reprobada es capaz de torcerla. Hay otros creyentes que se aferran a una visión, o a una experiencia mística en la cual Dios les habló, y por mal interpretarla se extravían del camino de la Vida. Hay muchos predicadores ambiciosos que predican mucho acerca de Abraham, de Isaac, de David, de Salomón, etc. y su mensaje es: “Si Dios hizo millonarios a sus siervos, sírvale, y usted también será millonario”. Es fácil agarrar contextos bíblicos aislados, y en especial, del Antiguo Testamento, para poder afirmar cualquier idea que a alguien le venga en gana. Esto es prueba que lo de Dios en el hombre se contamina, y no porque las virtudes divinas en sí mismas se degraden, sino porque nuestra humanidad imperfecta y caída las ensucia. 

La fe es la virtud divina que hace posible que la Vida de Cristo se convierta en nuestro vivir. Es necesario por lo tanto, que esa fe sea purificada de todas las programaciones emocionales que conforman nuestro “yo”, y que la aprisionan sólo a la dimensión del espíritu. La fe debe ser purificada, así como se limpia de toda contaminación el metal precioso del “oro”. Hoy en día escuchamos que hay oro de 24 quilates, de 18 quilates, etc. El oro puro tiene 24 quilates. El oro de primera ley, o conocido como oro de 18 quilates (18/24) por cada 24 partes en peso de la aleación, 18 de ellas son oro puro y las restantes son otros metales, que típicamente son plata y cobre, que le dan la dureza y el color ideal para terminados de joyería. El oro de segunda ley, es conocido como oro de 14 quilates (14/24); es decir que por cada 24 partes en peso de la aleación, 14 de ellas son oro puro y las restantes 10 de ellas son otros metales. La cantidad de partículas de oro no dejan de ser oro puro, sólo que tienen aleaciones con otros metales, que le evitan ser oro puro. A esto se refiere el apóstol Pedro al decir que el metal de nuestra fe debe ser purificado. Lo de Cristo en nuestro espíritu es puro, santo, y perfecto; el problema radica en nuestra alma, pues, allí somos tan sucios y corruptos como los incrédulos. 

En estos últimos años, el Señor, en Su grande misericordia ha purificado nuestra doctrina, nos ha sacado de la religión evangélica, y nos ha depurado de muchas cosas mas, pero no creamos que por eso nuestra fe ya fue purificada como el oro de 24 quilates. Aún debemos disponernos a ser purificados. Pueda que a estas alturas ya no nos llame la atención la doctrina de paz, poder y prosperidad; pueda que ya no necesitemos milagros para creer en Dios (aunque no estoy en contra de los milagros, pero no los necesito para creer en Dios). Pueda que no necesitemos que Dios nos haga millonarios, pueda que ya no deseemos un gran Templo para reunirnos, pueda que ya no nos sintamos nostálgicos por no tener un pastor a la manera evangélica, etc. Es cierto, ya fuimos depurados de muchas cosas religiosas, pero ante la lupa divina, aún necesitamos ser purificados en cuanto a la fe. 

Apóstol Marvin Véliz

Comentarios

  1. Buena introduccion, para el tema de "la fe purificada" es necesario que me indiquen un par de libro aparte de la Biblia que me hable se la purificacion de la fe.
    De antemano gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Acá hay un link al mensaje escrito completo, por si quiere revisarlo.

      http://vidadeiglesia.org/escuela-biblica/admon/escritos/archivos/como-se-purifica-la-fe.pdf

      Eliminar

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