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IDENTIFICANDO A NUESTRO VIEJO HOMBRE.


IDENTIFICANDO A NUESTRO VIEJO HOMBRE. 

Si usted ya tuvo la experiencia de aceptar a Cristo como su Salvador, déjeme decirle que también nació de nuevo. Ahora bien, déjeme darle otra noticia: Su viejo hombre sigue existiendo, está activo, y eso se lo grita todos los días su naturaleza caída. ¿Percibe en usted la naturaleza heredada de Adán? Si somos sinceros, todos diremos que sí, pero para que aclare sus dudas, permítame en esta ocasión ayudarle a que identifique su viejo hombre. 

Hace dos mil años en el Calvario, a nosotros nos perdonaron cualquier pecado que hagamos a causa de que habitamos en esta naturaleza de bajeza, pero eso es muy diferente a creer que el viejo hombre ya no existe. No debemos ignorar la actividad que el hombre viejo tiene en nosotros, pues, él es el que nos arrastra constantemente a pecar. 

El asunto jurídico en cuanto al pecado fue solucionado con la muerte sustitutiva de Cristo Jesús, por lo tanto, ya no hay más condenación eterna. ¿Por qué es importante entender esto? Por qué si no lo entendemos estamos evadiendo nuestra realidad, lo cual nos pone en una situación de desventaja para poder ser victoriosos ante nuestro viejo hombre. 

No debemos ignorar que aun siendo Hijos de Dios, seguimos siendo los mismos sinvergüenzas de antes. Estas palabras quizás hieren nuestro orgullo, pero es nuestra realidad. Algunos dirán: “No es cierto, yo le creo a la Biblia, dice 2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. ¡Cuidado!, no mal interprete la Biblia, este verso hay que leerlo con lupa; en realidad, usted tiene una nueva creación en su interior. En el original no dice: “las cosas viejas pasaron”, sino “las cosas viejas van pasando”; el problema de muchos es que las cosas viejas nunca les pasan, siempre siguen viviendo tan iguales a su vida pasada sin Cristo. 

Aunque suene raro y negativo, cuando aceptamos a Cristo, a pesar de que llegamos a ser Hijos de Dios seguimos siendo los mismos. Tratar de obviar esta realidad es lo que hoy por hoy nos tiene frustrados en la vida cristiana. Definitivamente, suceden muchas cosas cuando nosotros recibimos a Cristo porque somos seres conformados por espíritu, alma y cuerpo. Una parte de nuestro ser se emociona al percibir a Cristo viviendo en el interior, de modo que la carga emocional nos envuelve y sentimos que nuestra vida ha dado un giro total. De pronto nos pasan las de los niños cuando tienen un juguete nuevo, lo exhiben a todo mundo y no lo prestan. Eso nos sucede a nosotros con todas las cosas nuevas que vienen a nuestra vida, nos emocionamos, nos sentimos realizados unos días, pero las emociones son pasajeras. Recordemos que Cristo no sólo vino a cambiar nuestra vida interior, sino que también nuestro exterior; conocimos a nuevas personas, iniciamos la lectura bíblica, empezamos a asistir a reuniones de Iglesia, en fin, junto con creer en Cristo, y su obra interior, hubo una serie de cosas novedosas a nuestro alrededor. 

Lo que no nos damos cuenta es que el nuevo entorno que tenemos al venir al Señor no necesariamente cambia las intenciones y la naturaleza de nuestro viejo hombre, éste sigue siendo el mismo de antes. Antes en el mundo estudiábamos para ser los mejores de la Universidad, ahora estudiamos la Biblia para ser los mejores de la Iglesia. Otros cuando eran incrédulos deseaban ser cantantes y no lo lograron, pero se dan cuenta que ahora en Cristo pueden encontrar su realización cantando en la Iglesia. ¿Qué es lo que cambió? Pues, no mucho, la mayoría de cambios fueron el resultado de un alma que se emocionó con lo novedoso, pero que de igual forma lo puede abandonar de un día para otro. 

Nos ha llegado el tiempo de concatenar la Biblia con la experiencia, no es posible que leamos un libro ajeno a nuestra realidad; tenemos que hacer una corrección entre la doctrina y nuestra experiencia. Si usted recuerda al apóstol Pedro, se dará cuenta que él siguió siendo el mismo aunque caminó con el Señor tres años y medio. El mismo día en que el Señor iba a ser llevado a la cruz, Pedro sacó su espada y le cortó la oreja a un hombre; ¡Ah! qué apóstol tan iracundo. ¿Acaso Pedro no había sido discipulado por el Señor? Esto sólo es una muestra que los cambios en el Señor no se dan por arte de magia, no surgen de la noche a la mañana, no son instantáneos. Es más, todos los discípulos siguieron iguales, no cambiaron; Judas siguió siendo el mismo ladrón de siempre, y los demás de ellos, todos abandonaron al Señor. 

Hemos mal entendido lo que es ser nuevas criaturas en Cristo; nacer de nuevo no significa que ya no tenemos un viejo hombre. Esta es la frustración de muchos hermanos, creen que al aceptar a Cristo su viejo hombre que los arrastraba al pecado ya no estará más; y se frustran cuando se dan cuenta que de pronto de la tumba se empieza a levantar el viejo hombre. Ellos creían que éste ya estaba muerto, pero de pronto lo ven que se levanta, qué acciona, y es más, se dan cuenta que no lo pueden controlar. 

Hay hermanos que creen que su doctrina es infalible, y cuando ven a hermanos atados por vicios (como el alcohol), lo que dicen es: “Quizás esta persona no aceptó de verdad al Señor, porque todo aquel que es Hijo de Dios, tiene que dejar de ser alcohólico”. No seamos tan crueles, no juzguemos a los demás de esa manera, reconozcamos que aunque nuestro caso no sea la atadura del alcoholismo, sabemos que estamos dominados por el viejo hombre en otras áreas de nuestra vida. No hemos sufrido una transformación genuina en nuestra vida, en mucho solo somos el resultado de la cultura en la que crecimos, o la presión que ejerció en nuestras vidas el círculo social que nos rodeó. Para algunos es fácil hablar en mal y juzgar a los drogadictos porque a ellos sus padres los cuidaron tanto, que ni siquiera les dieron dulces para que no corrieran el riesgo de que se les trabaran en la garganta. Eso no es tener victoria sobre el alcohol, o las drogas, eso es el resultado de haber sido bien educados. No confundamos la buena educación con la santidad que resulta dé una verdadera transformación. 

La vieja naturaleza que tenemos se reinventa constantemente; nosotros somos como una computadora, la cual está llena de programas, los cuales a su vez se están actualizando constantemente. Así es el viejo hombre, se reinventa, se actualiza, se disfraza, y en nuestro caso, hasta se vuelve religioso, razón por la cual nos cuesta trabajo identificarlo. De manera innata todos los seres humanos siempre buscamos aceptación dentro del grupo social al que pertenecemos, de modo que al convertirnos al Señor, procuramos ser aceptados en nuestro nuevo círculo de vida. A raíz de esta tendencia de nuestro viejo hombre, de repente actuamos como cristianos, les servimos a los demás, buscamos predicar, cantamos, oramos, y sobre todo procuramos aquellos carismas con los cuales nos podamos ganar el aprecio de los demás. El viejo hombre se adapta a la novedad que ha llegado a nuestra vida, en realidad él no cambia, sólo se adapta al nuevo entorno, y tranquilamente sigue siendo él mismo. El que antes deseaba ser el más sobresaliente de todos sus “amigotes” mundanos, ahora quiere ser el más sobresaliente en la Iglesia, ¿Qué cambió? ¡Nada!, el viejo hombre sólo tuvo una actualización; antes pertenecía a la barra del equipo de fútbol, ahora pertenece a un grupo religioso. Lo tremendo de esto es que hay muchos que creen que han sido transformados porque ahora hacen cosas diferentes, es más, hasta predican; a esas alturas ellos creen que su hombre viejo fue historia, lo que no se dan cuenta es que siguen siendo iguales, lo único que les ha acontecido es que su hombre viejo predica. ¡Cuán lejos están de tener victoria sobre el viejo hombre! 

Hermanos, recibir a Cristo Jesús como nuestro Salvador no es sinónimo de tener victoria sobre el viejo hombre, ese acto de fe sólo nos da la llave y el elemento divino que necesitamos para poder reducirlo a la impotencia. Ahora que somos Hijos de Dios, nosotros debemos reconocer abiertamente dos factores que conforman nuestra realidad y experiencia: 

1) Tenemos a Cristo en nuestro espíritu: Esto es una realidad, independientemente de lo que sintamos, o experimentemos, somos Hijos de Dios, es un hecho irreversible. Tal como dijo el apóstol Pablo: “… Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. 

2) Seguimos siendo los mismos de antes: Nadie puede cambiar de la noche a la mañana, como ya dijimos anteriormente, aunque seamos Hijos de Dios seguimos siendo los mismos. La religión solamente nos da un cambio externo, sin embargo, esta fachada sólo viene a empeorar nuestra situación porque ahora aprendemos a fingir muchos de nuestros fracasos internos. Los cambios instantáneos, en su mayoría, no son duraderos. Cuando descubrimos que seguimos siendo los mismos, entramos en crisis de fe, y al no poder sostener y manejar estas crisis, suceden cosas caóticas. 

Remarquemos con el siguiente pensamiento todo lo que hasta acá hemos leído: “QUE SEAMOS HIJOS DE DIOS NO QUIERE DECIR QUE NUESTRO VIEJO HOMBRE YA NO EXISTE. QUE SEAMOS HIJOS DE DIOS NO QUIERE DECIR QUE SOMOS TOTALMENTE DIFERENTES A LO QUE ANTES ÉRAMOS, SEGUIMOS SIENDO IGUALES. EL SEÑOR QUIERE QUE AVANCEMOS EN LA RUTA DE LA CONTEMPLACIÓN PARA PODER ENCONTRAR LA LIBERACIÓN QUE TANTO HEMOS AÑORADO TODA NUESTRA VIDA CRISTIANA.

Apóstol Marvin Véliz

Comentarios

  1. El viejo hombre siempre estara bijente en nuestras vidas, pero El Señor nos da una manera en cual el nos va ir tranformando, en la cual ya no sera nuestro hombre viejo el que reinara en nuestras vidas sino Dios y esa es la contemplacion, y como usted dice hermano es un acto de fe lo que debemos dar.Amen

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  2. cuan impotante es que podamos entender que a pesar que hemos a aceptado al Señor nuestro viejo hombre sigue latente en nuestro interior y es muy importante desacernos de el porque perjudica nuestra caminata en el Señor y la pregunta es como nos desacemos de el? facil viviendo una vida contemplativa solo asi podremos destruir el viejo hombre.BENJAMIN

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