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AUNQUE NO PECÁRAMOS, SEGUIRÍAMOS SIENDO PECADORES.


AUNQUE NO PECÁRAMOS, SEGUIRÍAMOS SIENDO PECADORES. 

En la Biblia encontramos el caso de un joven que presumía de sí mismo ante el Señor, él ignoraba su condición pecaminosa, era un ciego, creía que no pecaba. Esto lo encontramos en Lucas 18:18 “Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 19Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios. 20Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. 21Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. 22Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. 23Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. 24Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 25Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 26Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 27Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios”. 

Para empezar él se acercó diciéndole al Señor: “Maestro bueno”, a lo que el Señor le respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios”. ¿Por qué el Señor le dio esta respuesta? ¿Podemos pensar que Jesús era malo? ¿Acaso nosotros no le hubiéramos dicho a Jesús las mismas palabras que el joven rico? El Señor Jesús le dijo que no lo llamara bueno, no porque él llevara una vida pecaminosa, sino porque el único bueno es Dios. El Señor Jesús no cometió pecados, sin embargo, no se consideraba bueno por la sencilla razón de que era un humano, en otras palabras, la condición de la raza humana no es buena. 

La humanidad tiene dos grandes problemas: El primero, que su condición de humanos los hace malos; y segundo, que su función es mala. Me interesa que entendamos bien esto. Pensemos en el siguiente ejemplo: En una fábrica se hacen tazas, pero éstas tienen que pasar por control de calidad antes de salir al mercado. La persona que tiene este cargo, de pronto toma una taza y la saca por la sencilla razón de verla defectuosa. No fue necesario que él probara la taza para ver si tenía algún hoyo, y así desecharla, bastó con verla para saber que esa taza no servía. Así nos pasa a los humanos, no necesitamos pecar para saber que somos pecadores, ante el control de calidad divino, nosotros sencillamente somos pecadores, aún así no pecáramos. Por esa razón el Señor Jesús le dijo al joven rico que no lo llamara bueno, porque él sabía que para Dios la raza humana no es buena, y en ese momento Él habitaba en un cuerpo humano. En otras palabras, lo que el Señor quiso decirle a este hombre era que él estaba en tal ceguera que ni siquiera se había dado cuenta que la raza humana es mala. 

Si a nosotros nos preguntaran si nos consideramos malos, la respuesta de la mayoría sería: “No soy tan bueno, pero tampoco soy tan malo”. El Señor se tomó la tarea de hacerle ver su condición al joven rico, Él vio su ceguera, y lo confrontó de la siguiente manera: “Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. 21Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud”. Cuando el Señor vio que el joven rico ignoraba su verdadera condición, le dijo: “Los mandamientos sabes…”, en otras palabras, si crees que los hombres son tan buenos, compárate con los mandamientos de Dios. ¿Por qué? Porque dice Romanos 7:12 “la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. Cualquiera que se compare con la ley, debería llegar a la conclusión de que no es tan bueno como cree, al contrario, debe darse cuenta que es malo. El joven rico era tan ciego, que cuando el Señor le enumeró los mandamientos, dijo: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud…” ¡Cuan ciego era este hombre!, la religiosidad lo había incapacitado para darse cuenta de su condición de pecador, él creía que había guardado toda la ley de Dios. 

Hoy en día muchos creyentes tienen también tal ceguera, piensan que no son tan malos, creen que no pecan, y que guardan toda la ley de Dios. Hermano, ¿Sabe usted para que puso Dios la ley? Aunque nos parezca herético, la ley fue puesta para que el hombre pecara más. Esto lo podemos leer claramente en Romanos 7:7 “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”. El apóstol Pablo es claro al decirnos que la ley fue dada para exponer nuestra condición pecaminosa, nos desnuda, nos muestra que somos malos. El joven rico era tan religioso que se creía más justo que la misma ley. 

Al ver el Señor la condición tan ciega de este hombre, sacó la espada para atravesar lo más interior de su ser. Parafraseando el pasaje, lo último que el Señor le dijo fue: Ya que te crees tan bueno, sólo te falta una cosa: “vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme”. El joven rico presumía de ser bueno, de amar a Dios, y de querer entrar al Reino venidero, pero cuando el Señor Jesús le puso esta medida, quedó expuesto en su corazón, y se entristeció porque tenía muchas riquezas. Vender todo lo que tenemos no es un mandamiento de Dios dado para todos los creyentes del Nuevo Pacto; no podemos hacer doctrina de este pasaje. En el Nuevo Testamento Dios sí nos pide diezmos, ofrendas, y limosnas, sin embargo, no vemos que exista una regla general de que “todos” debemos vender “todo” lo que poseemos. Sólo fueron casos aislados como a este joven que el Señor les dijo que vendieran “todo” lo que poseía, al igual como lo puede hacer hasta el día de hoy con “algunos”. Si en este tiempo el Señor le dice a alguien que venda “todas sus pertenencias”, pues, lo mejor que puede hacer es obedecerle a Dios, sin embargo, no es una generalidad que debamos aplicar a todos los creyentes. 

El propósito principal del Señor al decirle al joven rico: “vende todo lo que tienes”, no era que él obedeciera al pie de la letra este mandamiento, sino que se le cayeran las escamas de sus ojos, y se diera cuenta de su condición pecaminosa. Lo que el Señor quería, era que el joven rico se diera cuenta que no era el buen hombre que él pensaba ser. ¿En qué podemos darnos cuenta que no somos tan buenos como pensamos? En que suspiramos más por las cosas de la tierra que por las cosas del cielo. Si preferimos hacer tesoros acá en la tierra y no allá arriba, eso debería ser suficiente para darnos cuenta de nuestra condición pecaminosa, y entender que sólo en Cristo podemos ser restaurados. 

Para Dios no es problema que alguien sea rico, o sea pobre en este mundo. El consejo que el apóstol Pablo les dio a los ricos es el siguiente: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17). Y el apóstol Santiago le dice a los pobres: “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Santiago 2:5). La sabiduría divina no le dice al rico que trate de deshacerse del dinero, así como tampoco le dice al pobre que se esfuerce para llegar a tener, porque el problema no es cuanto tengamos, o cuánto no tengamos; el problema somos nosotros, el problema es nuestra humanidad cautiva al pecado, el problema es que somos malos, no hemos sido tan liberados del sistema del mundo como para ser más apegados a Dios y a Su Reino. 

“Cuando la prioridad es el Reino de Dios, las riquezas son un buen medio para servir a ese propósito; pero cuando no amamos a Dios, las riquezas son nuestro verdugo”. Yo deseo que Dios los prospere financieramente a todos, pues, de esa manera ustedes también podrán servirle al Reino de Dios. 

No seamos ciegos en cuanto a nuestra naturaleza humana, es mala, sólo Dios es bueno. Pidámosle al Señor que nos revele nuestra verdadera condición pecaminosa, y tengamos temor de lo que somos. Busquemos a Dios para ser restaurados en nuestro interior. 

Apóstol Marvin Véliz

Comentarios

  1. Cuan importante es que no seamos igual de ciegos que ese joven rico que el pensaba que era el más bueno y que no era pecador más no sabía cuanbpecador era pero la religiosidad tenía vendado sus ojos y no dejaba ver su naturaleza humana pecaminosa , así que hermanos que podamos quitar esa venda de los ojos y que veamos nuestra naturaleza de pecado antes que el Señor nos pruebe y salgamos igual de desepcionado como el joven rico. Benjamin

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  2. Hermanos ya no podemos seguir pensando que si nosotros no pecamos ya somos bueno necesitamos que Dios nos quite la venda de los ojos y nos haga entender que por nuestra naturaleza caída no somos buenos, no somos perfectos delante de Dios, permitamos que la su vida abite en nuestro interior y el ara la obra en cada uno de nosotros.SALOMON

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