Ir al contenido principal

HUMILDAD Y MANSEDUMBRE, ACTITUDES NECESARIAS PARA ALCANZAR LA UNIDAD CON LOS HERMANOS


HUMILDAD Y MANSEDUMBRE, ACTITUDES NECESARIAS PARA ALCANZAR LA UNIDAD CON LOS HERMANOS.

Dice Efesios 4:2 “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. Luego dice el v:13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

Armonizamos con el Cuerpo de Cristo cuando empezamos a contribuir con la unidad, pero sólo contribuimos con la unidad hasta que comenzamos a soportarnos. En los versos que leíamos también nos insta el apóstol Pablo a ser humildes, y mansos. Investigando estas palabras en el idioma griego, llama bastante la atención las acotaciones (o usos) que tienen dichas palabras. 

HUMILDAD

Ser humildes tiene que ver con nuestra manera de pensar. La palabra humildad, acá quiere decir: “me creo sencillo”, “me creo a mí mismo menor que los demás”, “no me creo mayor que otros”, es un asunto de la mente, no es un acto externo, sino una disposición en el interior. El apóstol Pablo nos insta a que nos revistamos de humildad, esto es un trabajo que el Espíritu Santo debe hacer en nuestra mente. En esta parte es que debemos ser espirituales, debemos ser convencidos por el Espíritu Santo de que no somos más que los demás. Hermanos, si el Señor recibió a cada uno de nuestros hermanos, y los tomó por hijos, no podemos hacer otra cosa que recibirlos, aceptarlos y amarlos como Él los ama. Si queremos contribuir con la unidad no nos elevemos por encima de nuestros hermanos, no somos más que nadie, y si alguien se cree más por algún carisma, virtud, o cualquier otra cosa, recuerde que nada tenemos de nosotros mismos, todo lo hemos recibido de pura gracia de parte de Dios. 

MANSEDUMBRE

El pasaje que leíamos en Efesios 4:2 dice también que debemos tener mansedumbre. Para lograr la unidad también debemos ser mansos. La connotación de esta palabra en el griego es ser amables, ser dulces. Hermanos, si queremos contribuir a la unidad tenemos que dulcificar nuestro carácter, nuestra manera de ser, debemos ser más amables. Hay muchos pasajes en la Biblia que nos dicen que tenemos que ser amables unos con otros. Muchos hermanos hacen oraciones impresionantes, se dirigen a Dios con sumo respeto, y con palabras muy refinadas, pero no hacen lo mismo con los hermanos. No sólo debemos ser dulces para dirigirnos a Dios, también debemos hablarle así a nuestros hermanos. En esto consiste la mansedumbre, en no ser toscos, groseros, cimarrones, sino en mostrar a nuestro prójimo la amabilidad. Agreguemos esta virtud a la revelación divina. Congreguémonos, armonicemos con Dios, soportemos a los hermanos, pero además, seamos amables; así seguramente llegaremos a ser Uno.

Apóstol Marvin Véliz

Comentarios

  1. Que importante es ser manso y humilde con nuestros hermanos que podamos tomar esta palabra y ser dulce con nuestro hermano no creernos mas que ellos no ser orgullosos soportarlos tal como son eso nos cuesta pero necesitamos ser de esa forma ya dejar atras el orgullo el individualismo y amar a nuestros hermanos amen

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Si no posees cuenta de Google o de alguna otra que aparezca en el listado, puedes comentar con la opción de perfil anónimo y dejarnos tu nombre al final de tu escrito. Gracias.

Entradas populares de este blog

LA NECESIDAD DE SER DILIGENTES

LA NECESIDAD DE SER DILIGENTES INTRODUCCIÓN: Quiero empezar por decir que la diligencia es más que básica y necesaria para servirle al Señor. Recordemos que el servicio al Señor está relacionado con la Vida divina, y no sirve de nada que prediquemos y expliquemos que Cristo es el Salvador, si no impartimos Vida entre los hombres. Dios nos llamó a ser impartidores de algo intangible, así es Su naturaleza. Debemos tener conciencia que la Vida Eterna es la realidad más grande que el hombre puede alcanzar en este mundo, y a la vez, lo que nosotros debemos poner al alcance de los hombres. Dice  La Escritura en Juan 1:17 “Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo” . Es, precisamente, en este punto donde la diligencia se vuelve un factor de mucha importancia, pues para mantener el fluir de vida necesitamos ser diligentes, sólo de esta manera la vida de Dios estará activa en nosotros. Leamos los siguientes

SUBIR AL MONTE Y EDIFICAR EL TEMPLO

SUBIR AL MONTE Y EDIFICAR EL TEMPLO Quiero empezar este artículo dando un pequeño contexto del pasaje que acabamos de leer. El profeta Hageo profetizó en los tiempos en los que los hijos de Israel regresaron de la deportación de Babilonia, después de setenta años. Cuando los israelitas regresaron a su tierra, toda la nación, incluido el templo, estaba en una total ruina. La mayoría del pueblo volcó su mirada a sus propias necesidades, pues, éstas eran más que obvias; pero dejaron a un lado la reconstrucción del templo de Dios. Fue en ese ambiente que el Señor levantó a Hageo y a Zacarías para que profetizaran al pueblo y lo estimularan a darle prioridad a la construcción de la casa de Dios.  El panorama que nos presenta Hageo en su libro, especialmente en el primer capítulo, se ajusta como un buen ejemplo, espiritualmente hablando, a la situación que como pueblo de Dios podemos llegar a vivir. Ciertamente el Señor nos ha sacado de la esclavitud de este mundo y nos ha tras

CÓMO DESPOJARNOS DEL VIEJO HOMBRE

CÓMO DESPOJARNOS DEL VIEJO HOMBRE El Apóstol Pablo dice en Efesios 4:19   “y ellos, habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas. v:20  Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera, v:21  si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús, v:22  que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos” . Pareciera que estos versos son una contradicción, ¿Acaso Cristo no solucionó con anterioridad el asunto de nuestro viejo hombre? ¿Acaso no fuimos libres en Cristo de nuestro pasado, o tenemos que obrar para alcanzar esa liberación? Ciertamente aquí vemos en escena al viejo hombre, pero antes de ver la existencia del viejo hombre del creyente, investiguemos qué quería darnos a entender  el apóstol Pablo al decirnos: “despojaos del viejo hombre”. En torno a esto dice Romanos 6:6  sa