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Debemos dejar atrás la enseñanza neopentecostal de la restauración de la alabanza, basándonos en la “restauración del Tabernáculo de David”. Parte II


Debemos dejar atrás la enseñanza neopentecostal de la restauración de la alabanza, basándonos en la “restauración del Tabernáculo de David”.

PARTE II

Las lecciones que nosotros debemos sacar de David es que todos podemos tocar el corazón de Dios si entendemos lo que Él quiere, pero además, debemos entender que la ley siempre fueron sólo sombras, o figuras. David tuvo un adelanto en su generación para entender las sombras de la ley. Esto es como cuando en el matrimonio la esposa pregunta: ¿esposo mío quiere cenar? y a veces él contesta que “no”, pero la mujer sabia, que ha aprendido a conocer a su marido sabe que detrás de ese “no”, hay un “sí” camuflado, él sí quiere comer algo, así que la esposa va y le cocina algo; podemos decir que ella conoce el corazón de su esposo. Lo mismo fue lo que aconteció con David, él aprendió a conocer el corazón de Dios, él descubrió que cuando la ley decía que debían ofrecer víctimas en el altar, en el fondo lo que Dios quería era un sacrificio de labios que confesara Su Nombre. De este modo David se atrevió a llevar el Arca a una tienda, (o tabernáculo) que él levantó en su casa, y se puso a ministrar alabanzas a Dios con el arpa. David era un músico experto, él sabía lo que era tocar un instrumento musical bajo la unción, pues, tiempo atrás Saúl le ordenaba que tocara para que se le apaciguaran los demonios que lo atormentaban. David, sabiendo el poder espiritual que tenía la música y la alabanza, se atrevió a ministrar a Dios, empezó a cantar y a tocar delante del Arca, y vio que no pasó nada malo, al contrario, percibió que eso le agradó a Dios. Con todo y los atrevimientos que David hizo fuera de la ley, fue un hombre apegado a ella, él amaba la ley, la tenía en alta estima, lo declaró en muchos de sus salmos, pero descubrió que mucho de lo escrito sólo eran figuras de lo que Dios realmente quería. 

David fue un hombre muy similar al Señor Jesús, él hizo muchas cosas aparentemente fuera de la ley, sin embargo, él sólo hacía lo que era conforme al corazón de Dios. En muchas ocasiones los religiosos le preguntaron al Señor por qué sanaba en día de sábado, y por qué le decía a los que sanaba: “toma tu lecho y anda”, cuando era día de reposo, y según la ley en ese día no se debía hacer ningún tipo de trabajo. De hecho, en una ocasión los fariseos le preguntaron al Señor: “Mira, ¿por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito? Pero él les dijo: ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con él estaban? También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo” (Marcos 2:24–28). Hasta el Señor Jesús usó a David como ejemplo de alguien que entiende el corazón de Dios. Bajo este principio es que Jacobo utilizó la profecía de Amós, como una figura que explicaba que no debían estar amarrados a la Ley.

Esta doctrina neopentecostal de la restauración del Tabernáculo de David no es bíblica, y mucho menos neotestamentaria. David nunca se despegó de la ley, él siguió sacrificando animales; por lo tanto, si lo vamos a imitar en todo, pues, sacrifiquemos animales tal y como él lo hizo. Muchas veces se da por sentado que David no practicó la ley, sin embargo, si leemos pasajes como 1 Crónicas 21 nos damos cuenta que David sacrificó animales para poder apaciguar la ira de Dios, y casos como éste sucedieron muchos más; esto nos muestra que aunque David entendió que la ley era una sombra, tampoco se apartó de ella. David entendió que debía guardar la ley, porque ésta estaba vigente en su tiempo, pero entendió que no sería un pacto eterno. 

David también hizo muchas cosas a manera institucional a causa de que era el rey de una nación, lo cual, sería otro punto difícil de imitar porque ni vivimos en un reinado, y mucho menos somos reyes. Todos estos factores nos muestran que es imposible imitar a David, por eso Dios no nos mandó a imitarlo. Hoy en día muchos de los coros que canta la iglesia neopentecostal se han inspirado en el guerrero David, en aquel que regresa victorioso de la batalla contra sus enemigos. ¿Tenemos nosotros enemigos físicos en este tiempo? ¿Debemos salir a matar a los enemigos de Dios? ¡No! La economía neotestamentaria no nos dice eso, al contrario, el Señor Jesús dijo que debemos amar a nuestros enemigos. Cómo podemos imitar a David componiendo frases tales como el Salmo 59:10 “El Dios de mi misericordia irá delante de mí; Dios hará que vea en mis enemigos mi deseo. v:11 No los mates, para que mi pueblo no olvide; dispérsalos con tu poder, y abátelos, Oh Jehová, escudo nuestro. v:12 Por el pecado de su boca, por la palabra de sus labios, sean ellos presos en su soberbia, y por la maldición y mentira que profieren. v:13 Acábalos con furor, acábalos, para que no sean; y sépase que Dios gobierna en Jacob hasta los fines de la tierra”. ¡Imposible imitar estas palabras de David! Muchos dicen: “Se refiere a los enemigos en los lugares celestiales”; hermanos, no debemos interpretar la Biblia a conveniencia, David estaba en la tierra y hablaba de enemigos físicos, él hacía referencia a las naciones que se levantaban contra Israel. Ante todos estos aspectos ¿Nos damos cuenta que no podemos imitar a David, y que tampoco podemos literalizar el libro de los salmos como nuestro himnario? Sí está bien leer el libro de los salmos, pero no caigamos más en el error del neopentecostalismo, de creer que Dios quiere una vez más restaurar el tabernáculo de David.

Otra de las cosas que desvirtúan esta doctrina es lo imposible que sería poner a familias completas a ministrar al Señor día y noche, tal como lo hizo David. En los tiempos del Rey David, las familias de Asaf, Hemán y Jedutún estaban a cargo de ministrar constantemente con música y cantos delante del Arca según los turnos que les tocaban (1 Crónicas 25). Aunque lo que David hizo no fue un asunto de la ley, de todos modos es imposible que lo sostengamos, pues, él tuvo la capacidad económica para hacerlo por cuanto era el rey de una nación. El número de personas dedicadas al canto eran doscientas ochenta y ocho. ¿Tendrá alguna iglesia la capacidad de sostener a tal cantidad de personas sólo para que se dediquen a ministrar la alabanza? ¡Imposible! 

OTRAS INTERPRETACIONES ERRADAS DEL NEOPENTECOSTALISMO ACERCA DE LA RESTAURACION DEL TABERNACULO DE DAVID.

Existe otra tendencia neopentecostal que agregó más detalles acerca de la supuesta “restauración del Tabernáculo de David”, pero de igual manera, sin ningún fundamento bíblico. Vamos a mencionar algunos puntos con el fin de darnos cuenta que éstas proposiciones humanas, aunque parezcan “buenas”, no tienen un fundamento bíblico. 

1.- NO SE DEBEN USAR LAS TONALIDADES EN NOTAS MENORES

Esta corriente doctrinal asevera que las notas menores denotan tristeza, y que son un resultado de la caída del hombre, pues su mismo nombre lo indica que son “menores”, por lo tanto, se debe cantar al Señor sólo en notas mayores. ¿En qué parte de la Escritura podemos fundamentar esto? No existe parámetro alguno en la Biblia en el que podamos basar esta doctrina; éste tipo de cosas quedan a criterio de cada iglesia local, para eso nos dejó Dios al Espíritu Santo, pero no debemos hacer de esto una doctrina general. 

2.- NO SE DEBEN USAR TAMBORES.

La prohibición del uso de la batería, y de cualquier otro tipo de tambores fue otra de las restricciones que se impusieron a las iglesias que abrazaron esta doctrina. ¿Por qué estos hermanos no quitaron la doctrina errada del Tabernáculo de David, sino que le pusieron restricciones? Por la razón de que vieron la corrupción que entró a la iglesia con la doctrina de la restauración del Tabernáculo de David, y aunque no estaban de acuerdo en la desviación que esta doctrina causó, tampoco la desecharon porque al hacerlo tendrían que quitar todos los instrumentos musicales, lo cual tampoco les gustó. Hay algunas corrientes doctrinales que aseveran que no debemos usar instrumentos musicales porque en todo el Nuevo Testamento éstos no se mencionan, y aunque su doctrina tiene errores, al menos son más bíblicos y sinceros que éste movimiento que sólo se dedicó a poner reglas a su antojo. La Biblia no nos dice todos los detalles, y obviamente muchas cosas tendremos que decidirlas según la guianza del Espíritu Santo, y la luz que tengamos en la oikonomia del Nuevo Testamento. Hubiera sido más honesto que estos hermanos dijeran que no tenían paz de usar este tipo de instrumentos, que imponerlo como una doctrina bíblica.

Nosotros siempre nos hemos responsabilizado de lo que predicamos, así que estudiamos también estas cosas las cuales también en un tiempo las dimos por sentado. Para poder decirlo bíblicamente en realidad tuvimos que acudir al Antiguo Testamento. Nos apoyamos en los pasajes de 1 Crónicas 13, y 15 en los que aparecen dos desfiles que narran como el Rey David llevó el Arca a Jerusalén. En el primer desfile que organizaron ellos, no pudieron llevar el Arca hasta Jerusalén, pues, Dios mató a Uza, un hombre que tocó el Arca, así que la dejaron en casa de Obed-Edom. Tiempo después David hizo otro desfile, y en esa ocasión sí pudieron llevar el Arca a Jerusalén, y ponerla en el Tabernáculo de David. La explicación que dimos acerca de estos dos desfiles es con respecto a las listas de instrumentos que aparecen en ambos pasajes. En el segundo desfile no aparecieron algunos instrumentos que sí aparecieron en el primer desfile, y en esto nos basamos para decir que esos instrumentos que no aparecieron fueron los tambores. Tratamos de buscar en el original el significado de los instrumentos que fueron descartados, y aunque no obtuvimos suficiente luz al respecto, llegamos a creer que se trataba de los tambores. El hecho de que David hizo reajustes en el segundo desfile es innegable, el único detalle es que no podemos usar el Antiguo Testamento para sentar la doctrina del Nuevo. 

No hay forma de hacer doctrina de estos detalles que sucedieron en los desfiles que David organizó, aunque sí podemos usarlos para sacar lecciones. En este tiempo yo no insistiré en decir que los instrumentos que David prohibió fueron los tambores, en realidad, no tengo el respaldo bíblico para asegurarlo, sin embargo, debemos ser prudentes en los instrumentos que usamos para ministrar al Señor. Hay ciertos instrumentos musicales que por su sonoridad no van a caber dentro de nuestras reuniones orgánicas, y en esto debemos ser guiados por el Espíritu Santo. A manera de consejo les digo lo siguiente: cada Iglesia local debe inquirir en el Señor y ser guiados en este tema. Si un músico no puede hacer un uso moderado de algún instrumento, y eso los desvía de ser orgánicos en las reuniones, deben tomar las medidas necesarias al respecto. No sólo los tambores son estridentes, en realidad, muchos instrumentos como el pandero, el bajo, y otros instrumentos dominantes deben ser tocados mesuradamente. 

Yo quiero dar por concluidas las restricciones que tuvimos en cuanto al uso de las tonalidades menores, y de los tambores, por la sencilla razón de que no lo podemos ver como una doctrina neotestamentaria. Les aclaro de una sola vez, que el hecho de tener libertad para usar tambores no es sinónimo de hacer cumbias “cristianas”, o cualquier otra imitación mundana, eso sería una insensatez peor. Tampoco confundamos “libertad" con “obligación”; no estoy obligando a las Iglesias a que usen tambores, sólo estoy diciendo que bíblicamente no puedo sostener la prohibición de este tipo de instrumentos, por lo tanto, quedan en libertad y será criterio de cada Iglesia local si los usan o no. El equilibrio nos lo dará la guianza del Espíritu Santo, ya que no debemos olvidar que la prioridad de las reuniones no es escuchar un concierto musical, sino la edificación de los santos.

3.- LA IGLESIA DEBE MANTENER UN ESTILO DETERMINADO DE MUSICALIDAD.

La otra doctrina que predicaba este movimiento es que la iglesia debe permanecer en un estilo de música clásico, o antiguo. Ellos decían que la iglesia debe mantener la liturgia y la modalidad que tuvo la iglesia en los siglos anteriores. En una ocasión me recuerdo haberle preguntado a alguno de los líderes que predicaban esto: ¿cuál es el estilo de Dios? Y lo que me respondieron es que ese estilo lo define la historia. Ellos decían que los coros aprobados por Dios son aquellos que habían sido compuestos por los hombres que murieron fieles a Dios en la antigüedad. Al escuchar esta respuesta yo les pregunté: ¿Qué me pueden decir de Salomón, el hombre que hizo el mejor de todos los cantos, y terminó con su corazón desviado? ¿Podemos sostener este principio si el Cantar de los Cantares lo hizo un hombre que terminó mal con Dios? Nuevamente, nos vemos en el mismo problema del Neopentecostalismo, aceptamos doctrinas de hombres que no se pueden sostener bíblicamente.

No podemos dogmatizar estos temas, no podemos sostener con la Biblia cuál es el estilo, o el género musical que debemos usar para alabar al Señor. Queramos o no, los estilos musicales van muy de la mano de los contextos culturales. David en su tiempo seguramente ha de haber usado los instrumentos que se usaban en su contexto cultural, y tenía un estilo musical muy similar a lo que existió en su tiempo. Dejemos que el Señor nos guíe en cuanto al género o estilo musical que hemos de usar en nuestras reuniones. 

Vale la pena mencionar todos los errores doctrinales que hemos venido arrastrando, con el objetivo de darnos cuenta que, debemos dejar atrás la tendencia de querer sacar del Antiguo Testamento los fundamentos de cómo se debe ejecutar la alabanza en este tiempo; más bien, debemos escudriñar en el Nuevo Testamento qué debemos hacer. Y así como hemos podido llegar a estas sensatas conclusiones en el tema de la alabanza, vale la pena darle una repasada a toda nuestra doctrina, y estar conscientes si se apega a lo dicho por el Señor Jesús y los apóstoles (en el Nuevo Testamento), o sólo son enseñanzas heredadas de la tradición. 

Apóstol Marvin Véliz

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